Un verano en Mallorca


Es curioso que, en una semana tan frenética y profesionalmente infernal como esta. el lanzamiento para PS5 y PS4 de Alba: A Wildlife Adventure me sirva de excusa para desentenderme, aunque sea por un rato, de la mediaticidad salvaje de este E3 2021. Es casi metafórico, y lo es porque Una aventura mediterránea (subtítulo que le han otorgado a la obra en el territorio nacional), parece hecho expresamente para funcionar como un oasis; como un punto de desconexión, como un paseo con el que amenizar unas ansiadísimas y – al menos en mi caso – merecedísimas vacaciones de verano, o el camino que queda hasta ellas. Lo que ofrece no es fruto de un viaje caro, ni especialmente alejado de lo que conocemos como hogar, pues sus rincones, mediterráneos, permiten hallar en su cotidianidad espacios que habitar y (re)descubrir sin premura ubicaciones que quizás jamás hayamos visitado, pero que desde luego nos reciben como tal.

Y aunque no haya prisa por hacerlo, lo cierto es que la carismática aventura protagonizada por la pequeña Alba se puede disfrutar de una sola sentada, lo que hace que el título, cuyos padres no son otros que los mismos del memorable Monument Valley y del precioso Assemble with care, funcione como un viaje a la perfección. Muy basada en la exploración y en mecánicas simples (caminar, hablar, tomar notas y fotografías), la propuesta se siente lo suficientemente variada y sólida como para aguantar el tipo durante dicho tiempo, y la moderación y calma con la que dichas mecánicas entran en escena y se dispone sobre la mesa impiden al usuario atosigarse con demasiados estímulos u obsesionarse demasiado con la ludicidad, con la búsqueda de la diversión instantánea a toda costa, haciendo de su concisión una virtud.


Elementos como los citados son los que configuran lo que me gusta llamar juego fresquito; experiencias de fácil acceso, desenfadadas, muy comedidas, que se pueden disfrutar sin prestar demasiada atención en la amplia mayoría de los casos y, lo que es más importante, que se sienten como algo a lo que no estamos acostumbrados a jugar, aún contando con mecánicas o localizaciones familiares. Son juegos que se disfrutan especialmente cuando se juegan entre experiencias mayores, o incluso cuando sirven como descanso entre los actos o capítulos de uno de esos pozos de horas que te hipotecan la vida. Propuestas necesarias, y que se alzan como imperativas en una temporada donde resulta habitual pecar de ambicioso en lo ocioso (yo mismo me he propuesto darle una oportunidad a 13 Sentinels: Aegis Rim y a Disco Elysium: The Final Cut, aunque en el fondo estoy plenamente seguro de que difícilmente me dará tiempo a acabar el primero). Por eso, os animo este verano a reivindicar los juegos fresquitos, así como a aprovechar los atisbos de desconexión que surgen entre escapada y escapada para simplemente disfrutar del medio de la forma más pura posible: sin listas pendientes y sin compromisos autoimpuestos. Jugar por jugar.