¿Una problemática infundada por la excesiva concienciación social?

Amanita Design es un estudio muy humano. Tanto por su actitud frente al público como por lo que encomiablemente busca contar, el equipo checo siempre ha demostrado una humildad y un buenismo impropio de un sector usualmente marcado por la codicia. Sin embargo, tal y como dicta la experiencia, los palos más grandes suelen caer sobre las cabezas de los menos culpables. Palos que, de forma oportuna, han llegado por Navidad, y que han hecho cambiar al estudio un elemento visual que, en una sociedad alejada de los excesismos, habría prescindido de total relevancia.

Pese a que la obra – de notable calidad, de paso sea dicho – lleva más de medio año a la venta, durante estos últimos días hemos podido ver con nuestros propios ojos cómo medios como The Spinoff han llevado a cabo una serie de arremetidas y acusaciones racistas contra el equipo de desarrollo, que ha sido acusado de haber promovido, de manera involuntaria o no, tendencias como el blackfacing. Esto se debe a que Chuchel, el protagonista de su aventura homónima, presenta un acabado visual completamente negro, sobre el que únicamente destacan unos labios grandes y carnosos que, ante determinados ojos, han resultado alzarse como claras reminiscencias de aquel cine sesentero en el que los actores blancos eran pintados de negro con tal de asimilarse a un personaje de semejante raza, que usualmente era denigrado o humillado.

Ante todo este revuelo, al equipo, que ya andaría con las miras en su siguiente proyecto, no le ha quedado otra que manifestar su sorpresa, lamentar lo ocurrido y modificar tan rápido como le ha sido posible el color de la citada pelusa, invirtiendo sus colores y dotándola de un acabado bañado por el naranja, que podéis contemplar en la galería que os dejo sobre estas líneas. Sin ánimos de buscar una justificación, el principal responsable de arte, Jaromír Plachý, sí que ha comentado que para dar vida al diseño original del personaje se inspiró en su perro, también de matiz tizón.

Todo exceso es malo

Chuchel

En ocasiones, creo que nuestro elevado excepticismo nos conduce irremediablemente a una pedantería de la que erróneamente presumimos con orgullo, y que no hace más que nublar las buenas intenciones del prójimo. No seré yo el que se alce en contra del cambio; de las reivindicaciones, y de las manifestaciones que ayudan a amoldar la sociedad a esos tiempos modernos que llevamos tantísimos años persiguiendo incansablemente. Pero, más que coronarme irascible, sí que, en ocasiones, siento una tremenda desazón por aquellos que tienen la piel más fina de la cuenta, y cuya susceptibilidad les impide disfrutar de esas buenas ideas y de esos llamativos proyectos que, día a día, se cuelan en sus casas.

Porque, en la ficción, no todo personaje negro debe de estar directamente vinculado con esa desagradable realidad racista que, en nuestro plano, tuvimos que soportar durante siglos, y porque las diferencias socioculturales entre regiones existen, y existirán. No se trata de pasar por alto un acto racista, ni de hacer lo propio con otro que apele en contra del resto de derechos y libertades, sino de saber discernir entre los que pertenecen a este género de movimientos y los que no. Alcemos los puños solo cuando tengamos verdaderas razones para protestar, pues, de otra forma, tal y como ocurría en la conocida fábula, acabaremos siendo los culpables de que nuestras propias reivindicaciones tengan el mismo peso que el protagonista de esta polémica.