¿Quién eres, poli?

Eres la basura de la sociedad. O así te sientes al despertar borracho y con la mayor resaca de la historia jamás registrada. Amnesia. Sí, ese tropo narrativo manido hasta la saciedad, pero llevado de la mejor forma posible, convirtiéndolo en un argumento de peso para poder hacer preguntas y entender el mundo. Somos un policía sin nombre — porque, evidentemente, no nos acordamos de él — en un universo aparentemente distópico que no dista tanto de nuestra realidad, aunque sí posee diferencias notables. Es conveniente recalcar el “aparentemente”, puesto que pocas cosas vamos a tener claras al cien por ciento en este título, que constantemente vapuleará nuestra forma de pensar, poniéndonos en dudas sobre lo que está bien y lo que está mal en ese entorno que no juega exactamente con las mismas reglas que la sociedad humana del siglo XXI.

Reconozco mi pecado: no sabía casi nada acerca de esta obra. Disco Elysium no entraba en mis planes porque apenas había leído nada de él hasta su salida, en noviembre del presente 2019. Ahora, tras haberlo jugado, me dispongo a expresar mi opinión acerca de por qué considero que es, con casi toda seguridad, una de las mejores experiencias jugables que he tenido nunca y, probablemente, uno de los mejores juegos dentro de su género, el RPG. Pero no hablamos de una suerte de juego con tintes de roleo. Hablamos de rol en sí mismo, de la pura esencia que puede llegar a exhibir una partida clásica, de tablero y libreta. Al inicio, como acostumbran estos títulos, tenemos el creador de personaje. Pero cuál fue mi sorpresa al ver la variedad de opciones disponibles y que, ninguna transmitiera relación alguna con potenciar daño, tener más armadura, etcétera. Y esto es así porque Disco Elysium es diferente: todo se basa en nuestra personalidad y capacidades, más mentales que físicas (aunque estas segundas tienen su presencia). Tenemos cuatro ramas con sus correspondientes habilidades relacionadas. Nosotros elegimos al inicio qué potenciar, según busquemos un comportamiento u otro en el personaje. Disco Elysium es una aventura basada en diálogos y texto y, en dependencia de nuestras habilidades, el protagonista se comportará de una forma u otra. Siempre a nuestra elección, claro está, pero fomentar habilidades distintas abrirá diferentes opciones.

Según programemos las habilidades al inicio, nuestro personaje adoptará un rol. Si queremos una experiencia única, recomiendo escoger un prototipo social y adecuarnos a él. En mi caso, planteé la idea de un detective al más puro estilo Sherlock, con una gran inteligencia y capacidad perceptiva, pero incompetente en lo social y lo físico. Potencié su conocimiento de todo lo relacionado con la química y las drogas, convirtiéndolo así en un tipo obsesionado por evadirse con un chute.

En Disco Elysium no tenemos combates. Bueno, quizá queramos categorizar como lucha al propio diálogo. Estos son enrevesados y largos, con multitud de ramas que dependen, una vez más, de la distribución de nuestras habilidades. La aventura se basa en un pilar clave: la imaginación y la conversación interna. Sin explicar demasiado, para no destripar nada, podemos aclarar que las habilidades se relacionan con nuestro yo interior, con el que podemos conversar e incluso discutir, en busca de respuestas. Desde percibir algo en el comportamiento de otra persona hasta servirnos de enciclopedia del mundo que nos rodea, dada nuestra elevada inteligencia. Y es que Disco Elysium es una aventura conversacional en el que la mayoría de decisiones se toman dentro de un discurso, interno o externo. Estas decisiones dependen de la aleatoriedad de una tirada de dados, pero el porcentaje de éxito está completamente subordinado a una habilidad específica, según el contexto. Algunos son irrepetibles, claves para el desarrollo de la trama. Otros simplemente podemos repetirlos al invertir puntos en la habilidad correspondiente. Eso sí, hablar con los personajes adecuados facilita todo, algo importantísimo, puesto que permite ampliar los porcentajes de éxito. En cualquier caso, cuando obtengamos el mapa podemos registrar dónde están estos intentos que podemos repetir, para así poder llevar un registro.

Pero invertir en habilidades no es la única forma de elevar nuestros stats. Aquí entra en juego el equipamiento, porque sí, las herramientas que equipemos o la ropa que llevemos nos potencian unas u otras ramas, así como los objetos que consumamos. Por ejemplo, podemos fumar para elevar nuestra lógica durante un período de tiempo, a costa de reducir salud. Esta barra de vida, así como una barra de moral que la acompaña, es nuestro game over, pero basta con vigilarlas y mantenerlas activas con la multitud de opciones disponibles. Si jugamos con cabeza no tendremos demasiados problemas en este sentido. La otra vía de impulsar determinadas habilidades es el gabinete de pensamientos. En él guardaremos todas las ideas sobre las que es interesante reflexionar que nos vengan a la cabeza. Tras un tiempo de reflexión, además de algo de trasfondo, nos elevan (o reducen) las habilidades, aunque solo podemos equipar un número determinado y tendremos que ir escogiendo cuál quitar, porque una vez descartado no se puede reelegir. Siguiendo en la línea de los menús, conviene aclarar que tenemos otro apartado, clásico ya en este tipo de juegos: la libreta de tareas. En ella se recogen todas las misiones que tenemos pendientes, así como las completadas, clasificadas por los días en los que las obtuvimos. Sí, en Disco Elysium transcurre el tiempo al hacer cosas. Es una forma de visualizar la progresión de nuestras acciones y permite que toda partida sea única, porque no tenemos tiempo para hacer todo lo secundario. Además, nuestra personalidad nos obligará a centrarnos más en unas cosas que en otras, por lo que el resultado de todo está condicionado a cómo seamos. Y esto es excelente, porque Disco Elysium está planteado para dejarse llevar, para disfrutar de una narrativa sin reintentos —  existe el guardado rápido, para el que desee emplearlo, aunque no es la dinámica para la que está pensado — .

Acompañándonos tenemos a Kim, uno de los personajes que más me ha marcado en mi vida como jugador, con el cual empatizaremos enormemente, o no. Podemos hacer cosas a sus espaldas, si así lo queremos, pero también podemos crear la confianza necesaria para que tolere nuestras conductas absurdas y llegue a comprendernos. Su juicio es una de las herramientas más agresivas que he visto nunca. No pensé que ver cómo algo que hago le parecía mal me iba a hacer desear haber cambiado mis decisiones. Esto convierte a Disco Elysium en una lucha continua de intercambios discursivos en los que tenemos que intentar mantener el control dentro de lo posible, o bien dejarnos llevar por nuestro instinto a riesgo de convertirnos en un ser cada vez más despreciable. En cualquier caso, está bien, porque el objetivo es que construyamos al personaje que queramos, sin miedo a ser un desperdicio social o simplemente alguien poco decisivo, con dificultades para avanzar. Disco Elysium da el espacio a todas las situaciones y contempla el fracaso como opción válida, algo que, a mi juicio, es una evidente crítica a nuestra desorbitada meritocracia.

Lo que hace grande a este título no proviene exclusivamente en sus mecánicas jugables. La enormidad de su construcción a nivel narrativo es abismal, dejándonos por delante el riquísimo trasfondo de una situación político-social nada simple. Disco Elysium es reflexivo, pausado y literario. Vamos a descubrir trazas del lore poco a poco, enterándonos de cómo funciona la sociedad en la ciudad de Revachol, así como en el resto del mundo. Se trata de una etapa histórica compleja, con muchos contrastes en diferentes aspectos de la sociedad, donde lo que nos podría parecer medianamente bien en nuestra realidad, puede tener implicaciones mucho más perversas en el universo del juego. Todas los intentos de establecer un gobierno próspero y dinámicamente adaptable en Revachol han sucumbido estrepitosamente. Una revolución fallida y una posterior guerra llevaron a la ciudad a convertirse en una suerte de entramado neoliberal, tras haber pasado por sistemas socialistas y monárquicos. En concreto, el distrito en el que se desarrolla la trama es especialmente precario y los intereses individualistas están a la orden del día, puesto que el apoyo externo es prácticamente nulo.

Aprendizaje orgánico, o cómo compartir con el jugador
Una de las mecánicas más divertidas de Disco Elysium es el aprendizaje orgánico. Charlando con personajes y observando lo que nos rodea aprenderemos cosas como a chasquear los dedos simulando una pistola, que servirá para hacer chascarrillos cómicos que, si salen bien en el momento adecuado, pueden elevar nuestra moral. Pero el título no nos avisa de que podemos hacerlo, simplemente lo intentaremos por nuestro propio interés. Esto da lugar a muchas variantes a la hora de afrontar las situaciones, según sea nuestro personaje.

Es curioso observar cómo el título nos coloca en situaciones nada fáciles de afrontar, que nos harán defender ciertos aspectos de cada espectro político poniéndonos, quizás, en una encrucijada con nuestras ideas y nuestra ética personal. Se trata de un entramado cuidadísimo hasta el más mínimo detalle, donde todo aspecto de la sociedad tiene sentido. El racismo, sin ir más lejos, está a la orden del día y no es tan raro comprobar cómo hay personajes muy contrarios a lo foráneo. Los trabajadores del muelle se han declarado en huelga, pero para sorpresa del jugador, sus intereses no van tanto en la línea de obtención de derechos, sino más bien de beneficios empresariales, porque estos pueden poseer un porcentaje de la empresa, convirtiéndose a sí mismos en lo que se presuponía que era el enemigo para ellos. Las reglas de nuestra sociedad no sirven en Elysium, el escenario donde se desarrolla el universo de Disco Elysium, mucho menos aún en el archipiélago donde se ubica la ciudad de Revachol — una vez más, se trata de un trasfondo sorprendentemente detallado donde podemos conocer aspectos de todo el mundo, aunque no lleguemos nunca a visitarlo — . Sin embargo, muchos paralelismos con nuestra realidad se pueden identificar a lo largo de la trama y esto ayuda a construir juicios de valor sobre lo que vemos.

“Never ever ever ever, baby”

Galardón-Plata-HyperHypeDisco Elysium es, al fin y al cabo, una aventura policíaca, con mucha reflexión, que no teme mencionar temas adultos, serios y que pongan al jugador entre la espada y la pared a la hora de decidir y juzgar. Tenemos incluso un registro en nuestra libreta de tareas de las veces que hemos optado por soluciones e ideas de corte más izquierdista o de corte más liberal, para ver cómo solemos comportarnos. Si esto lo mezclamos con la personalidad de nuestro protagonista, única en cada partida, nos da como resultado una experiencia rolera impresionante, cargada de referencias a la cultura pop, sobre todo en lo relacionado con lo “disco” un género musical que se asocia dentro de este universo con una forma de ver la vida, como bien podría ser para nosotros el punk.

Disco Elysium es un título grande, que fácilmente supera las 20 horas y se acerca a las 30 o más si queremos comprobar todo lo que nos tiene que ofrecer. Para muchos, la pega está en su complejidad comprensiva, dado que actualmente lo tenemos en inglés y, dado que se basa en textos enrevesados y literarios, puede hacerse cuesta arriba para el que no tenga conocimientos básicos. Aún así, si conseguimos inmergirnos en el universo, se convierte en una experiencia divertidísima de la que es difícil despegarse. La gente de ZA/UM, un estudio que se conformó en sus inicios como movimiento cultural que juntaba a artistas, activistas y escritores, ha hecho un trabajo excelente en un proyecto con el que llevan ya varios años y que, tras muchas vueltas, se ha convertido en uno de los mejores RPG de todos los tiempos.


Este análisis se ha realizado con un código de descarga para PC cedido por ZA/UM.