Marcando el camino a seguir por el musou actual

Con permiso de la simulación, el tower defense y la novela visual, hay pocos géneros que generen más rechazo y desinterés por parte del mainstream europeo y americano que el musou; tampoco se me ocurren muchas licencias más asentadas en oriente pero a su vez más repudiadas mediáticamente en occidente que Fate/stay night. Es por ello que la llegada de un producto como Fate/Samurai Remnant a nuestras tierras, más aún en forma física gracias a la presumiblemente reducida tirada física que se ha aventurado a traer PLAION, ha de verse como un hecho insólito, casi milagroso, pero también como un acto de temeridad. Intentar colar una obra como esta en un país como España es difícil, y requiere de una inversión aún más ardua de recuperar si solo se atiende al nicho de público que tiende a apoyar esta clase de producciones. Hay valor ahí, puede que algo de irresponsabilidad, pero hay algo que destaca sobre lo demás: confianza.

La antigua Koch Media sabe muy bien lo que está haciendo, y demuestra estar segura de aquello que tienen entre manos. De que es capaz de romper algún que otro molde, entrar por más de un ojo. Y, honestamente, yo tampoco pienso que sea para menos. La nueva aventura de Omega Force y Koei Tecmo Games, supervisada por supuesto por el equipo original de TYPE-MOON, se aprovecha de la licencia de la que hereda su nombre para traer algo realmente novedoso a la mesa; una mesa que no se aleja mucho de lo que se llevaba haciendo con la saga hasta el momento (véase aquel desenfrenado Fate/Extella: The Umbral Star), pero que sin embargo se encuentra bastante más cerca de los pesos pesados del género, y especialmente de aquellos que mejor entienden la contemporaneidad del género.

Puede que aquellos amantes del musou más clásico chirrien los dientes ante esta afirmación, pero como persona que defende la hibridación y la experimentación como formas de evolución, pienso honestamente que Samurai Remnant entiende su modo de juego mucho mejor que la gran mayoría de los títulos de este tipo que han llegado a nuestras tiendas en la última década. Y lo hace mediante su estructura, mucho más abierta e incluso ligeramente orientada hacia la exploración, pero también mediante un combate muy virado hacia el hack ‘n’ slash que entiende ahora de esquivas, de parrys y de búsqueda de apertura, algo muy agradecido por el propio sistema de juego, que tarda más en resentirse y que explota mejor su profundidad. Mis bandazos por Yoshiwara, Kanda y otras localizaciones reseñables del Período Edo me han recordado en una primera instancia a los que di por las tierras de Hyrule durante La era de la calamidad, pues he encontrado diversión instantánea y un control responsivo desde el primer momento, pero también me han dejado muy satisfecho en las distancias largas gracias a su amplia variedad de posturas y de posibilidades en el combate, incluyendo un sistema de órdenes hacia nuestros acompañantes o sirvientes y ataques combinados con los susodichos.

Pese a todo lo comentado, hay algo que innegablemente se ha conservado como parte del ADN de la franquicia, y no es otra cosa que el estilazo. Sin haber presumido nunca de una factura técnica espectacular, los anteriores capítulos de la franquicia consiguieron atrapar a los fans del anime y de la animación japonesa gracias a una magnífica puesta en escena, un más que correcto diseño de personajes y una ambientación atrayente, que si bien aquí cambia completamente de tercio al trasportarnos a la Era de la paz ininterrumpida, sigue funcionando como un marco perfecto para la historia que el título tiene que contar. Los personajes, por su parte, tienen un carisma suficiente como para interesarnos con el devenir de las horas (un servidor ha de admitir que le sorprendió gratamente su construcción y desarrollo), y ni siquiera el lastre que puede suponer su lento arranque consigue alzarse como un problema destacable.

Un musou para el fan del ARPG… y del videojuego contemporáneo

A caballo entre el musou y el hack ‘n’ slash y manteniendo intactas las grandes virtudes de la serie, Omega Force y Koei Tecmo Games firman el Fate más rupturista hasta la fecha, pero también uno de los mejores. Samurai Remnant es una obra de artesanía sorprendente; sorprende por su nuevo acercamiento a la acción, por su inesperada libertad, pero también por sus personajes y su sensación a los mandos. Por supuesto, la saga todavía tiene mucho camino que recorrer en su conquista de occidente; hay trabajo por hacer en una banda sonora sin demasiada personal o en un apartado técnico quizás demasiado discreto, pero es un paso de gigante hacia una expansión que, queda patente, se está luchando ahora más y mejor que nunca. Y se logrará.


Este análisis ha sido realizado mediante una copia física para PlayStation 5 cedida por PLAION España.