¡Trabajadores del mundo, uníos!

La frase “I predict a riot” se repetía en boca de Ricky Wilson de Kaiser Chiefs en la canción homónima de su disco debut Employment (B-Unique, 2005), un tema tan enérgico como divertido que podría servir perfectamente como acompañamiento al juego del que hoy voy a hablar, un juego con el que comparte energía, aunque es cierto que en la obra de Pixel Pushers Union 512 no hay mucho que predecir, pues desde el título ya se nos avisa de la que se avecina, y es que esta noche toca revuelta, y aquí se sirve en forma de beat’em up.

Tonight We Riot adopta una fórmula tan clásica como conocida, pero le aplica un barniz artístico e ideológico que al final es lo que hace de él un título al que cogeremos cariño y no uno de esos que pasa a la lista de olvidados nada más terminarlo, y es que si hace unas semanas escribía sobre como muchas desarrolladoras intentan negar que sus juegos encierran una ideología este título no engaña en ningún momento, es puro mensaje y un mensaje que no puede estar más de actualidad dada la situación global que vivimos, en una rampante escalada de la desigualdad en los últimos años que esta dejando a mucha gente por el camino y con protestas por todo Estados Unidos contra un racismo sistémico del que muchos ya se han cansado.

Ladrillos y cócteles molotov serán nuestras principales armas contra una vorágine capitalista píxel art en la que todos los estamentos huelen a corrupción, desde los medios de comunicación hasta una militarizada policía. Las condiciones de semi esclavitud y pobreza han llevado a los trabajadores a tomar acción, pero recuperar los medios de producción no será ni debe ser una tarea solitaria, y en todo momento nos seguirá un grupo de camaradas, algunos de los cuales iremos liberando por el camino y a los que iremos guiando en cierta manera desde el mando de control para atacar objetivos o para protegerlos de las múltiples trampas que el capital ira poniendo en nuestra ruta. Cuantos más mejor.

No es un asunto menor ya que el juego podría optar por el tan usado recurso del “ejército de un solo hombre”, muy común de hecho en los juegos de golpear y avanzar, pero aquí la ayuda de nuestros compañeros es de mucha importancia y el conseguir que lleguen con vida al final de la misión se verá reflejado en la puntuación obtenida, que va desde uno a tres engranajes, lo que aumenta el valor de rejugabilidad, pero sobre todo nos traslada la idea de que la revolución no es posible sino en comunidad, y que cada miembro de la misma importa tanto como el primero. La puntuación aquí no se consigue a base de combos o de destruir sino de salvar y este es el mensaje más importante que el juego nos manda, y de hecho lo refuerza como digo a base de puntos y también a base de armas que vamos desbloqueando y mejoras que iremos obteniendo al hacerlo bien.

Para sumar aún más fuerza podemos jugar la aventura en cooperativo, con cada jugador controlando un líder y un grupo de compañeros trabajadores, otro pequeño añadido que viene a mejorar al conjunto y que hace la experiencia más disfrutable.

Toda la carga social que encierra se nos traslada desde un manejo muy sencillo en el que nos limitamos a un botón de acción, otro para seleccionar el arma a usar y un tercero para dirigir a nuestros camaradas, ni más ni menos, y aunque es cierto que no goza de la profundidad jugable de grandes del género ya que no contamos con la posibilidad de hacer combos o ataques especiales podríamos decir que tiene un toque mas estratégico y ahí reside su gracia, en elegir que objetivo atacamos primero, lo cual será muy importante para salir airosos. Dado esto sigue siendo un título sencillo, pero tampoco tiene mayores pretensiones en este aspecto, y lo cierto es dentro de esa sencillez la mezcla de acción con un punto de estrategia funciona y consigue su objetivo de que las misiones sean variadas y entretenidas.

La ¿distopía? que nos presenta viene en un envoltorio píxel art con claras referencias al diseño propagandístico comunista, tan icónico aunque tan usado para fines muchas veces tan alejados de su origen que ya no es algo que sorprenda, pero es cierto que al juego le sienta como un guante y aquí su uso si que es justificado pues va de la mano del mensaje y de la historia que se nos cuenta, que no es otra que la de un mundo dominado por un capitalismo extremo, en el que el trabajador decide cambiar las tornas a base de violencia. El envoltorio casa con el mensaje y es un envoltorio realmente bello; los diversos escenarios que recorreremos y su colorido crean estampas dignas de mención que mejoran cuantos más personajes se juntan en pantalla, todo ello rodeado de una buena banda sonora que nos puede recordar a la de Hotline Miami (Dennaton games, 2012).

En cuanto a la violencia aún siendo bastante explicito en lo referente a las situaciones que presenta no deja de ser píxel art y esta estética y el humor que rodea todo hace que pierda puntos en cuanto a crudeza, con una crueldad escénica que acaba resultando bastante inocua, pero es que Tonight We Riot no busca impactar por lo violento sino por su contenido, y para transmitirlo utiliza el humor como una parte importante del conjunto pero sin restar seriedad al mensaje. Desde las escuetas portadas de periódico que sirven de preludio de cada fase (no tienen desperdicio) hasta los enemigos, conformados por policías antidisturbios, drones o mutaciones fruto de la contaminación, todo aquí tiene su porqué y su razón de ser, incluso los más estrambóticos jefes finales.

La unión hace la fuerza y Tonight We Riot se encarga de hacérnoslo saber

Al final nos quedamos con un todo preciosista dentro de su estética, divertido en lo jugable y algo corto, aunque a la vez frenético y muy desenvuelto en el caos que nos presenta en pantalla, pero si quiero destacar algo es que no tiene miedo de significarse políticamente, en un medio en el que las declaraciones de intenciones suelen brillar por su ausencia. Es cierto que la premisa que nos mueve, aún siendo una realidad que podemos ver tan próxima, se nos presenta de una manera un tanto exagerada, mostrando un entorno en el que la represión policial es letal y además se nos pone en la piel de unos trabajadores que se ven avocados a la revuelta como medida desesperada de supervivencia, quizá todo esto en un intento de atemperar las imágenes de violencia y cócteles molotov que podrían poner en pie de guerra a ciertos sectores, pero no cabe duda de que estamos ante un juego valiente y que deja claro lo que quiere transmitir.

Vistas las polémicas relacionadas con lanzamientos recientes y las ideologías habrá muchos que vean en este pequeño lanzamiento otro más que viene a meterse donde no le llaman y a contaminar “su hobby” con ideas. No hay que preocuparse, siempre se puede volver a esos juegos de invadir países extranjeros a tiros, que son mucho mas asépticos.


Este análisis se ha realizado con una copia adquirida por la propia redacción.