Plataformas, roguelite y detallismo puro

Nunca me cansaré de decir que cuando un videojuego busca imitar estilos o formatos clásicos se enfrenta a un ejercicio de equilibrio casi tan complicado como la búsqueda de innovación. Un título que recurra a un estilo visual, artístico e incluso mecánico de generaciones pasadas camina en una cuerda floja entre la belleza de la nostalgia o una mediocridad que lo haga parecer carente de recursos, y el resultado final puede inclinarse hacia cualquiera de ambos lados. Sin embargo, cuando se ejecuta de manera equilibrada, bien medida y combinando el carácter propio con la herencia de sus influencias el resultado puede ser maravilloso. Desde mi punto de vista este es el caso de Eagle Island, un roguelite de corte plataformero diseñado en un precioso estilo 16 bits.

Para empezar toca hablar del mundo y la historia que plantea este título desarrollado por Pixelnicks. La secuencia inicial nos cuenta la historia de un joven viajero llamado Quill, que surca los mares en una pequeña embarcación, acompañado de sus fieles búhos Koji e Ichiro. Sin embargo, una tormenta les sorprende en mitad del mar y acaba destruyendo su barco. Quill y sus dos compañeros emplumados se despiertan en una isla desconocida, donde un gigantesco águila les ataca y captura a Ichiro, separándolo de Quill. Así se nos presenta el objetivo inicial de nuestra historia; recuperar a nuestro amigo volador, Ichiro.

Pese a lo simpática e incluso simple que puede parecer su trama en un primer momento, la historia se guarda algunos giros de guión, y es capaz de sorprendernos al contener un mensaje tan claro en un título de estas características, normalmente enfocados únicamente al plano jugable o al reto que suponen. A partir de este momento comienza nuestro viaje en Eagle Island, un viaje que nos llevará a través de los rincones inexplorados de la isla, descubriendo su cultura, su historia y el gran problema que la amenaza. Sin entrar en el terreno de los spoilers, Eagle Island desarrolla un mensaje claro de amor y respeto por la naturaleza, que puede recordar a títulos como Okami. El mundo de Eagle Island se encuentra en un agonizante estado en el que se ha perdido el equilibrio natural de las cosas, y en el que las influencias externas a la isla y las intromisiones de terceros han destruido lo que la tradición y el respeto por la naturaleza hicieron funcionar durante cientos de años. Esta situación hace que su ambientación, parcialmente inspirada en la América precolombina y en las ruinas Aztecas o Mayas, le venga como anillo al dedo. Nuestro objetivo será recuperar ese equilibrio, en un proceso que nos llevará a aprender a respetar y comprender la herencia cultural. Es curioso como para recuperar a nuestro búho capturado de las garras del gran águila tengamos que ayudar a una cultura casi extinta a recuperar su vida pasada. 

Saltamos al terreno de la jugabilidad y los aspectos mecánicos, donde esta aventura pisa fuerte con una mezcla de tradición e innovación. Nos enfrentamos a una aventura basada en la exploración de mazmorras, a las que accedemos desde un mundo exterior que representa la totalidad de la isla. Dicho mundo exterior puede recordarnos, por ejemplo, al que vimos en Metroid Prime. No solo por su estructura de presentar un “mundo raíz” desde el que acceder al resto de niveles, cosa que hemos visto en muchos títulos, sino por combinar esta característica con un entorno que nos muestra todo tipo de paisajes y climas, al igual que ocurre en Talon IV, el planeta que visitamos en Metroid Prime. Desde montañas heladas hasta espesas junglas, pasando por profundidades marinas, desiertos o cuevas repletas de lava. 

El mundo exterior es fijo y preestablecido, sin embargo, como es habitual en el género, las mazmorras se generarán de manera procedural y aleatoria, tanto en morfología y longitud, como en la distribución de estancias, enemigos y objetos. Este funcionamiento típico en los roguelite aporta esencialmente dos valores al juego; por un lado ese componente de incertidumbre de no saber nunca a lo que nos vamos a enfrentar exactamente, y por otra parte ayuda a mantener la dificultad, haciendo que la repetición de un nivel no asegure el triunfo por medio de anticiparnos a las cosas. Aun así, el ensayo y error serán claves para superar los distintos retos, pues la dificultad es uno de los principales rasgos de esta aventura. Al igual que en el mundo exterior, estas mazmorras representarán entornos muy diferenciados entre sí, evitando de esta forma caer en la monotonía. En total nos muestra casi una veintena de mazmorras, lo que se traduce en muchas horas de juego, que dependen en gran medida de nuestro nivel de habilidad, pero en cualquier caso no es una experiencia corta.

El avance a través de los niveles se verá condicionado por la accesibilidad a las distintas estancias y la búsqueda de un objetivo primordial: encontrar y derrotar al jefe final. El avance hacia muchas de las estancias estará limitado por puertas, que se abrirán bien al eliminar a un número concreto de enemigos o mediante llaves, que normalmente están situadas en lugares muy alejados de dicha puerta. Derrotar a los jefes finales será esencial para conseguir diversos power ups, que no servirán sólo para ayudarnos en el combate, sino para desbloquear nuevas mazmorras y seguir avanzando. Estos poderes van desde imbuir a nuestro amigo alado en distinto elementos, capacidades de salto mejoradas, buceo y un largo etc. Hablar de power ups nos lleva a hablar de las mecánicas de combate, dónde Eagle Island muestra uno de sus rasgos más originales.

Al inicio del juego recibimos un guante de cetrería, la disciplina para entrenar aves rapaces, con dicho guante podremos controlar a nuestro búho para ordenarle atacar, convirtiéndolo, a efectos jugables, en un arma arrojadiza. La mecánica para atacar será lanzar a Koji hacia nuestros enemigos, para ello al pulsar el botón de ataque podremos elegir entre ocho direcciones para lanzar a nuestro búho (arriba, abajo, izquierda, derecha y ángulos diagonales). Aunque inicialmente pueda parecer simple, este método de combate puede dar para crear algunas estrategias interesantes, y más sin los combinamos con los power ups. Además, podemos saltar y pulsar el botón de ataque en el aire, lo que nos permitirá quedarnos unos segundos suspendidos en el aire para poder apuntar a enemigos inalcanzables de otro modo, o estar lejos de sus ataques mientras los eliminamos. Los power ups elementales que conseguimos añaden aún más posibilidades; la pluma de fuego o explosiva causa un efecto de daño en área, la pluma de rayo hace que Koji vuele mucho más rápido y lejos, y que atraviese a varios enemigos en un mismo ataque, y la pluma de hielo congela a los enemigos para poder eliminarlos con tranquilidad, e incluso es capaz de destruir enemigos que son inmunes a los ataques convencionales. A estos power ups principales se suman algunas mejoras temporales, como la de crear explosiones más grandes con la pluma de fuego o la de cubrir a Koji con una esfera de eléctrica con la pluma de rayos. Como resultado, Eagle Island luce un sistema de combate completo y rico, pero sobre todo satisfactorio y muy divertido de jugar. 

A lo largo de los niveles tendremos que recolectar monedas, concretamente dos tipos de ellas. Las monedas plateadas, más escasas, nos permitirán comprar en la tienda que aparece en puntos concretos de las mazmorras. En ellas podemos comprar vida y maná, así como mejoras temporales, que van desde mejorar los ataques elementales de Koji hasta desvelarnos el mapa de la mazmorra y la localización del jefe y los objetos, o mejorar la capacidad de salto. Las otras monedas, las doradas, nos servirán para abrir cofres que nos encontramos por el camino, y que contienen mejoras temporales como las que encontramos en la tienda. También tendremos cofres que se abren de manera gratuita, y que nos ofrecen más monedas para abrir los otros. Las monedas se pueden obtener tanto de estos cofres como al derrotar enemigos.

Hablando de enemigos pasamos a tratar la dificultad del juego, uno de sus aspectos clave al tratarse un roguelite. Tenemos la posibilidad de elegir dos niveles de dificultad al inicio de la partida, y podremos cambiarlo en cualquier punto de la aventura. El nivel de dificultad determinará la cantidad de vida de nuestro personaje, así como los objetos que nos dejarán los enemigos al morir y el contenido de los cofres. En el nivel fácil tendremos seis vidas al inicio de cada nivel y los cofres nos darán dos puntos de vida además de las monedas. En nivel normal tendremos tres puntos de vida, y la única forma de recuperarla será en las tiendas. Además de esto, el juego incluye una opción de autoapuntado, para que los jugadores más novatos puedan disfrutar de la experiencia sin frustraciones que emborronen el juego. Alternativas para todos los jugadores. En su nivel normal, Eagle Island, es un título exigente que no perdona errores. Sus enemigos son muy variados y sus ataques también, desde simples embestidas fáciles de prevenir hasta movimientos aéreos erráticos, nubes de gas o lagartos con lenguas venenosas que describen ángulos imposibles. Los enemigos aprovecharán el escenario en nuestra contra, tendremos que tener cuidado con los pasadizos estrechos o las plataformas pequeñas con poco espacio para maniobrar. Además, los jefes finales presentan una gama de ataques con los que tendremos que familiarizarnos a base de ensayo y error, además de intentar llegar a ellos con la mayor cantidad posible de vidas y power ups. En conjunto, tenemos ante nosotros un reto exigente pero con herramientas para adaptarse a la habilidad de cualquier jugador.

Un reto exigente pero con herramientas para adaptarse a la habilidad de cualquier jugador

A nivel de diseño Eagle Island muestra un estilo visual 16 bits tremendamente rico y cuidado, con detalles como briznas de hierba que se mueven a nuestro paso, dientes de león que se elevan en el aire e incluso ondas en el agua que responden al movimiento de los objetos. Respondiendo a la variedad paisajística que muestra nos ofrece un abanico de escenarios tan amplio como la paleta de colores que luce, colores vivos que hacen justicia por igual a selvas, montañas o cuevas. Todo esto acompañado por un estilo artístico exquisito para los fondos del escenario, en los que vemos, por ejemplo, grandes acantilados perfectamente definidos, con sus grietas y salientes, o ruinas antiguas repletas de musgo y vegetación.

También cabe destacar el amplísimo despliegue de enemigos que nos encontraremos, enormemente variado. Desde lagartos y ranas, hasta estatuas encantadas, pasando por plantas carnívoras, cangrejos serpientes voladoras o jabalís furiosos, entre muchos otros. Todos muestran unos sprites muy mimados, con todo lujo de detalles. Pero más allá de esto, Eagle Island guarda la artillería pesada para el diseño de sus numerosos jefes finales que hacen un uso de escándalo del estilo 16 bits, mostrándonos bestias enormes llenas de detalle y muy variadas. Entre muchos otros podremos encontrar dragones gemelos, tiburones gigantes, híbridos entre dinosaurio y planta o escorpiones ígneos. En definitiva, un diseño tremendamente imaginativo y pulido para rematar esta obra a la que sinceramente no le encuentro pegas.

En una valoración general Eagle Island es un título que hace gala de estar pulido y cuidado hasta el Galardón-Plata-HyperHypeúltimo detalle, tanto a nivel mecánico como visual. Además, sus opciones en materia de dificultad lo hacen accesible a todos los jugadores, haciendo más ameno un género habitualmente complicado. La variedad de sus escenarios y diseños lo convierte en un espectáculo visual para los amantes de lo retro y evita que caiga en la mononotía. Hace bien todo aquello que propone y no deja que se le escape ningún fallo destacable. Diseño excelente, mecánicas claras, variedad y un mensaje precioso confluyen en este excepcional roguelite.


Este análisis ha sido realizado con un código de descarga para Nintendo Switch cedido por Screenwave Media.