¿Por qué no puedes disfrutar de la vida por un segundo?

Desde pequeñito, el género que más me ha atraído siempre ha sido el de los FPS, mejor conocidos como first person shooters. No voy a detenerme en elaborar una masterclass sobre esta clase de títulos, pues conforman un género especialmente popular en la cultura contemporánea; en gran parte, por la ingente cantidad de tecnología disponible para elaborarlos y lo preparados que se encuentran muchos desarrolladores para su diseño, dando lugar a proyectos inmersivos, muy entretenidos y curiosos, con miles de detalles, misiones, objetivos, logros, objetos y un sinfín de cosas que podría seguir enumerando hasta la saciedad. Antaño, hace más o menos treinta años, los first person shooters que existían se limitaban a darte un arma o dos y a vaciar mapas llenos de enemigos. Los tiempos nos han permitido evolucionar, y el medio, que ha optado por una vertiente especialmente narrativa, lo ha hecho con ellos.

Pero no nos estanquemos, ya que aquí venimos a lo que venimos. Iba a soltar una adivinanza sobre el juego que iba a analizar pero creo que no tiene sentido ya que vosotros… Bueno, veis el título del artículo y… En fin, pasemos al análisis de hoy para que veáis un poquito de qué va el juego, qué características brinda a las partidas y si es recomendable o no, claro. Partamos de la base de que las producciones de Wolfenstein modernas se mantienen fenomenalmente en los mercados y siempre tienen consumidores dadas las hordas de fans que arrastran desde su origen. Es, definitivamente, ese clásico que nunca muere (con permiso de Doom) y que siempre hizo las cosas de tal forma que el pequeño porcentaje de haters que existe siempre se ha visto eclipsado por esos fans y personas que aprecian objetivamente el título. Sin más demora, entremos en materia.

Youngblood

Cachondeo constante

Primero veamos un poco por encima de qué trata el hilo argumental del título. Básicamente, nos adentramos en la Europa nazi de los años ochenta, donde todo rinconcito y toda callejuela es protegida por robots y super-soldados que no van a dudar ni un segundo en intentar hacer desaparecernos de la faz de la tierra. Al fin y al cabo somos Jessica y Sophia, nuevas integrantes de la Resistencia Global e hijas de Blaskowicz, el hombre que se la lió bien parda a los alemanes en las entregas anteriores de la saga. Es por ello que en esta ocasión la acción se desarrolla casi veinte años después de los acontecimientos del capítulo anterior, The New Colossus, debiendo de resolver la desaparición misteriosa de nuestro padre. Dicho evento empuja a la esposa de B.J. a contactar con una agente de FBI, Grace, que junto con su hija Abby, hará grupo con la familia del ex-militar.

Sophia y Jessica rápidamente entablarán amistad con Abby, la cual es una especialista en dispositivos electrónicos y todo tipo de juguetes que ayudarán a combatir el régimen nazi. Lo bueno de tener amigos en FBI es que también podremos “coger prestados” sus helicópteros y, con estos, todos los gadgets que transportan como los trajes potenciadores, que harán que nuestra aventura se haga más divertida, y que detallaremos más adelante. Lo cierto es que, si bien en la trama acaba habiendo lugar para todo tipo de giros argumentales, aquellos que lo hemos disfrutado creo que ya podemos estar de acuerdo en que no se trata de una historia especialmente elaborada, si bien resulta divertida y curiosa, en gran parte por la “inexperiencia” por parte de las chicas, las cuales se tomaban muchas cosas a la ligera.

Una jugabilidad como toca

En este apartado veremos algunas cosillas sobre el título de MachineGames y Arkane Studios, que irán desde características de partida hasta los pequeños detalles y elementos con la más pura esencia “arcade”, capaces de sazonar hasta el extremo nuestra experiencia de juego, aunque bien es cierto que hay algunos puzles y otras partes del juego donde tienes que darle al coco (relativamente hablando, ya que ni esos retos son tan complicados de lograr). Antes que nada me gustaría remarcar que las primeras misiones del título he podido jugarlas acompañado por mi pareja y he de recalcar lo obvio: que en cooperativo se disfruta bastante más las cosas. Por ejemplo, buscar secretos, pegar brincos por encima de los “cabroncetes con combustible en la espalda” (los llamo así porque tienen un nombre en alemán que hace que mi lengua se disloque en cuatro lugares diferentes al intentar pronunciarlo, y eso que soy polaco), o en general, pegar tiros, sin mayores pretensiones.

Wolfenstein: Youngblood

El cooperativo le da salsa “sandbox” al juego, en gran parte gracias a las acciones, como abrir ciertos cofres o levantar fachadas metálicas, que se deben hacer entre las dos.

Pues bien, volviendo al tema de qué es lo que nos ofrece el juego. Lo primero y lo más remarcable, fue el elemento RPG del título. La posibilidad de efectuar diferentes mejoras en nuestras armas, hace que queramos seguir buscando ese dinerito por todo el nivel con tal de poder adquirir un cargador más amplio o una culata que ablande las patadas de ese fusil que tanto queremos. Obviamente el hecho de poder mejorar nuestros “utensilios de guerra” ya existía en las entregas anteriores, pero en este caso se trata de un maldito mercado de mejoras donde podremos comprar de todo, en el momento que queramos, siempre y cuando tengamos fondos suficientes. Lo curioso es que no solo se trata de mejoras físicas, si no las estadísticas de las armas podrán disminuir o cambiar con estas. Y no olvidéis equipar vuestra “mata-nazis” favorita con mejoras del mismo fabricante, ¡recibiréis un bonus por ello!

Ahora pasemos al rinconcito de mejoras que va orientado a nuestras guerreras y sus trajes. Jess y Soph pueden ser mejoradas en tres categorías (habilidades) diferentes: Inteligencia, Músculo y Poder. Cada habilidad dentro tiene unos árboles de habilidades que podremos ir desarrollando con puntos los cuales en este caso serán esos engranajes que pueden verse en la parte superior derecha de la pantalla. Desde la posibilidad de llevar armas dobles, hasta volvernos invisibles pasando por mejoras de salud o blindaje. Pero eso no es todo. En esta entrega, podemos elegir lo guapas que iremos por el mundo. Podremos desbloquear y adquirir diferentes modelos de trajes y casco. La verdad es que es un detalle se agradece aunque los cambios visuales no es que sean los más impactantes del mundo. Y finalmente entre esas mejores de personaje, también podremos cambiar, por ejemplo nuestra forma de dar saludo o blindaje. Es decir, cada jugador del dúo, tendrá una habilidad. Una que al activarse, recarga un parcialmente el escudo y la otra igual, pero recargando salud. Sencillo, fácil y rápido, así trabajan dos hermanas que se quieren mucho.

Youngblood

Y tal como había mencionado anteriormente, también tenemos coleccionables que alargarán bastante la duración de nuestras partidas. Entre cintas, disquetes, escritos, gafas 3D, etc… Nos tiraremos horas y horas si queremos tener el juego finalizado al cien por cien. Aunque a mí realmente con tal de encontrar disquetes, descifrarlos y averiguar donde se encuentra el botín, me sobra, si bien he reconocer que “la tontería” de las gafas 3D es bastante curiosa, pues nos permiten en el menú ver algunos modelos de objeto del juego con sumo detalle, pudiendo rotarlos, acercarlos o alejarlos. A mí, ciertamente, me llamaron la atención, y mira que no soy de esas cosas. Me alegra saber que se toman su tiempo en darle vidilla de esa forma al título. Que no se trate todo el rato de ir siguiendo un argumento y eliminando decenas de enemigos “sin sentido” alguno.

Una curiosidad más que me gustaría añadir a todo esto, es que por todos los niveles hay mesas, bandejas y otros tipos de inmobiliario donde podremos encontrar comida como sushi, cerveza, bretzels que regenerarán nuestra salud conforme vayamos zampándola. Se podría decir que son como los “botiquines lowcost”, igualmente heredados de los capítulos anteriores.

Gráficamente impecable (para ser Wolfenstein)

Todos sabemos perfectamente que cuando se trata de un shooter como Wolfenstein, los detalles que realmente importan son, en base, la iluminación, las animaciones y las físicas, especialmente aquellas relativas a la sangre o a los casquillos. Aunque pueda parecer una tontería, una vez se llega a balancear de forma decente todos esos detalles, el jugador queda inmergido en la acción gracias a los efectos visuales que estos le producen. Hay muchísimos elementos, por no decir todos, que están modelados con muchísima precisión y cierto realismo que le da un toque muy propio al título. Siempre me ha gustado el universo de Wolfenstein por esa sensación que transmite con sus gráficos, ya que creo que nunca han intentado ser demasiado realistas, pero tampoco querían apostar por “ lo simple”. Además hay tantos detalles y tantos objetos, tan bien detallados y animados que a veces resulta difícil creer que para una cosa tan secundaria, hayan sacrificado tanto tiempo.

Youngblood ofrece todo lo que debería ofrecer un título de la saga: disparos, nazis y una ambientación a la altura

Galardón-Plata-HyperHypeSuperficialmente, la nueva aventura de la familia Blaskowicz prácticamente carece de fallos o negatividades. Ofrece acción desenfrenada, muchos disparos y un argumento sencillo pero entretenido, encontrándose, desde mi perspectiva, a la altura de las demás producciones modernas de la franquicia. Y remarco, modernas, ya que las producciones más antiguas (2010 hacía atrás) se podría decir que eran mucho más simples y esas, personalmente, las consideraría como un andar y matar prácticamente sin objetivo. Sea como fuere, Wolfenstein fue, es y será esa típica saga que suele hacer las cosas a su manera y bien, permaneciendo entre esas producciones que siempre tendrán “su propio” éxito. Esta entrega, pese a las críticas recibidas, no creo que haya sufrido un destino diferente.


Este análisis ha sido realizado con una copia digital para Steam cedida por Bethesda.