El antihéroe y la incómoda verdad del receptor

NOTA: Este artículo da por hecho que has jugado a Final Fantasy VII y a su precuela, Crisis Core, o que conoces su historia lo suficiente como para realizar un análisis exhaustivo de sus personajes.

Pocas obras en el mundo del videojuego tuvieron la relevancia e impacto en la historia del medio como lo tuvo Final Fantasy VII. Y no solo lo digo por sus inherentes cualidades como videojuego, que le sitúan como uno de los mejores de todos los tiempos; una gran historia, un salto gráfico abismal ante su antecesor, un estilo artístico interesante e innovador, una ingente cantidad de contenido secundario, personajes carismáticos y profundos, una banda sonora impresionante. Todo eso está muy bien, pero lo que impacta más de esta obra – y que pasó por alto mucha gente – viene dado por el trasfondo de su historia, y sobre todo de su protagonista, Cloud Strife.

Entre 1995 y principios de siglo, vivimos una época en la que las obras que trataban la búsqueda de la identidad y de aquello que nos define como humanos estaban a la orden del día. En el cine, por ejemplo, tuvimos algunas obras maestras como Matrix, Blade Runner o Ghost in the Shell, que indagaban en esto a través de la relación entre tecnología y ser humano, en un momento en que internet apenas estaba empezando a cambiar nuestro mundo.

Ghost in the Shell, de Mamoru Oshii, fue una obra muy relevante por su reflexión acerca de la identidad humana ante el avance tecnológico y la idea de una red global que nos une a todos como es internet.

Si nos situamos en nuestro medio, podemos encontrar títulos como por ejemplo Chrono Trigger, en que los distintos personajes entienden su identidad de múltiples formas dependiendo de su pasado o la época en la que viven, u otra gran saga como Metal Gear Solid, que también ha tratado en en tantas ocasiones estos temas a partir de la guerra, las armas nucleares y la ingeniería genética.

Otro aspecto interesante en el que indagar para comprender mejor Final Fantasy VII es ver cómo el público general suele criticar a personajes como su protagonista, tal vez porque estos encarnan muchas de las características que crean rechazo – no solo hacia otras personas, sino también hacia nosotros mismos -. Rasgos como la apatía, la falta de confianza, una personalidad antisocial o la cobardía; son solo algunos de los más frecuentes. Un claro ejemplo en la cultura popular de un personaje de este tipo es Shinji Ikari, de la influyente Neon Genesis Evangelion. Un chico que reúne todas las características que hemos mencionado, y que, por ello, no suele ser del agrado de una gran parte de la audiencia.

Estamos muy acostumbrados a ver personajes que encajan más en el arquetipo de héroe, una figura idealizada. Capaces de afrontar todos los obstáculos que se les presentan con valor y coraje, los héroes siempre encuentran motivos para volverse a levantar y seguir luchando. Son cualidades que todos aspiramos a tener para lidiar con los problemas que se nos presentan en nuestras vidas cotidianasPor eso, cuando nos topamos con un personaje que representa todo aquello que precisamente rechazamos de nuestra persona, nos sentimos incómodos e incluso atacados, ya que es difícil no compararnos de forma subconsciente con todo aquello que se nos presenta de forma explícita. Pero es ahí donde hallamos los protagonistas más interesantes, y sobre todo, a los más reales. Sufrir, dudar, odiar partes de de nuestra personalidad  o decepcionarnos continuamente a pesar de haber intentado cientos de veces hacer algo que sabemos que es bueno para nosotros; son solo algunas de las experiencias que todos hemos sentido en algún momento de nuestras vidas, pero que pocas veces nos gusta reconocer.

Admitir todo esto también es importante porque es la única forma de construir nuestra identidad y mejorar como personas. Aceptar nuestros fallos e imperfecciones, o reconocer aquellos atributos que nos hacen únicos, conforman un proceso necesario y esencial para crear nuestro propio ideal en base al cual construir quienes somos. Pero eso es algo incómodo y duro de hacer, y todos lo sabemos.

Get in the fucking robot Shinji” es un meme que alude muy bien a lo que intento explicar. Cuando vemos a ese chico vulnerable y aparentemente cobarde, lo único que queremos hacer es gritarle desde el otro lado de la pantalla ‘¡No seas cobarde! ¿Por qué no lo haces?’ . Pero, en realidad, lo que deberíamos de preguntarnos de forma honesta es, ¿qué haríamos nosotros en su lugar?

Shinji Robot meme

El protagonista de Final Fantasy VII es Cloud Strife, un personaje que desde el mismo comienzo del juego denota su aciago pasado. A pesar de que se nos presenta como alguien apático, creído y egoísta, en realidad es un joven inseguro y tímido que no fue suficientemente bueno para unirse a SOLDADO, un grupo especial de militares que trabajan para la gran corporación de Shinra. Se marchó de su pueblo natal para llegar a alcanzar su propio ideal de héroe a través de ese grupo de guerreros sobrehumanos, pero acabó siendo uno más; alguien mediocre que no pudo cumplir la promesa que hizo a la chica de la que estaba enamorado desde su infancia, Tifa.

Teniendo todo esto en cuenta, debemos prestar mucha atención a cómo es Cloud al inicio y al final de la aventura si queremos entender de qué se nos está hablando. Porque, al fin y al cabo, Final Fantasy VII nos está mostrando la construcción del yo, de nuestra propia identidad. Este proceso es un continuo conflicto interno por el que pasamos todos nosotros a lo largo de la vida, y que se debe resolver a través de un diálogo de aquello que nos define como individuos, y el mundo exterior. El viaje de Cloud es la representación física de ese mismo concepto, y analizarlo os ayudará a entender mejor esta idea. Pero antes de indagar en eso, debo explicaros qué sucede antes del inicio de este título, algo que ya se contó en su precuela de PSP.

Crisis Core: Final Fantasy VII
Crisis CoreSin explayarnos en demasía, podemos situar en primer lugar a Shin-Ra, Inc., una gran compañía que se nutre de una energía llamada Mako que procede del interior del planeta, y que es la base y origen de toda forma de vida. Esta gran corporación tiene un cuerpo especial formado por miembros con habilidades extraordinarias y a los que se les ha inyectado parte de esa energía, con el objetivo de aumentar sus capacidades, de ahí que también adquieran ese color azulado en los ojos.

En una misión especial, se envía a Sefirot y a Zack, dos SOLDADO, junto a Cloud, un simple soldado raso, para investigar un reactor de Mako en Nibelheim, el pueblo natal del protagonista en el que también está Tifa, su amiga de la infancia. En esta inspección, Sefirot averigua que él mismo fue creado a partir de las células de una criatura llamada Jénova, un alienígena llegado hace cientos de años a Gaia, el planeta en el que transcurre la historia.

De forma errónea, él interpreta que en realidad Jénova formaba parte de los Cetra, una antigua civilización que vivía en armonía con la naturaleza y que poseía grandes poderes mágicos. A partir de aquí, pasa a creer que él es el único superviviente de esa raza ancestral y que la humanidad es la causante de la desaparición de su gente y que por eso debe exterminarla. Prende fuego al pueblo y hiere tanto a Zack y Tifa, como a Cloud, quien después de ser empalado por su katana consigue tirarlo a “La corriente vital”, una especie de océano de energía Mako que existe en el interior del planeta.

Sephiroth

Días más tarde, un equipo de la propia corporación de Shin-Ra, Inc. liderada por el investigador que creó a Sefirot, encuentra a Cloud y Zack, con quienes deciden experimentar. Les inyectan más energía Mako y células de Jénova, que los conecta mentalmente con Sefirot (de ahí que durante todo el juego Cloud tenga visiones de este personaje). Este experimento afecta más a Cloud ya que es más joven y no había sido expuesto anteriormente a la energía Mako.

Pasan años en coma hasta que Zack se despierta y consigue liberar a Cloud. Carga con él y consiguen escapar juntos de Nibelheim. Poco más tarde, Cloud recupera su conciencia y ve como Zack muere en sus brazos. Antes de fallecer, este le pide que mantenga su legado y le deja la Buster Sword, esa espada gigante tan característica del personaje. A causa de todo este trauma y la energía Mako circulando por su cerebro, Cloud acaba por asumir la personalidad de Zack como propia, rechazando la suya que durante tanto tiempo había renegado. Básicamente podemos decir que coge el ideal que siempre había querido ser y lo suple por su propia identidad.

Después de todo esto es cuando realmente da inicio Final Fantasy VII. Como podéis ver, el título opta por omitir toda esta información, y cualquiera que juegue por primera vez puede creer que realmente Cloud es así, y que todas esas visiones que experimenta en las que se entremezcla su vida con la de Zack carecen de todo sentido lógico. Pero la verdad es que no podemos comprender nada de esto hasta prácticamente la mitad del juego, donde se nos explica el porqué de lo que le sucede. No nos vamos a parar a explicar todo el argumento del juego, pero lo que sí que podemos hacer es reflexionar sobre las ideas presentadas, y por qué el título aún es relevante a día de hoy.

Cloud no es el único que ha perdido muchas cosas en su vida. Prácticamente todos los compañeros que le acompañan durante su viaje han experimentado la muerte en sus pieles, y es que la pérdida de los seres queridos es el otro tema pilar de esta entrega. El propio director, Yoshinori Kitase, dijo que con este videojuego se pretendía crear un impacto similar al que tenemos cuando perdemos a alguien cercano en la vida real, y esto se traduce en la polémica y recordada muerte de Aeris, última superviviente de los Cetra que, en un último intento por salvar al planeta ante Sefirot, es asesinada por el mismo.

Para Cloud, Aeris es una figura ideal, protectora y maternal que ya tuvo relación con Zack, pero que le comprende y acepta por lo que es, con compasión y sin ningún tipo de juicio.

La muerte de este personaje supone un punto de inflexión vital para el protagonista. Es a partir de ese momento que él decide salvar al planeta y derrotar a Sefirot, que no es más que la contrapartida de todo aquello que representa Aeris. Si esta simboliza el equilibrio, la protección y la bondad, Sefirot es la parte devastadora y caótica de la madre naturaleza (de alguna forma falsamente representada por Jénova). Decidido a averiguar la verdad, vemos cómo Cloud y su falsa identidad se van desmoronando, hasta llegar al punto clave de la historia. En un cráter al norte del planeta, Sefirot revela a Cloud quién es realmente, desmontando toda esa falsa persona que había construido en base a Zack. También cuestiona su propia realidad, haciéndole creer que él también es un clon de Jénova. Cloud acaba por colapsar y cae a la corriente vital del interior del planeta.

En su interior, sufre una especie de trance que cambia totalmente la dirección de la aventura. Junto a Tifa, repasan todo lo ocurrido para que finalmente, no solo él sino el propio jugador, vea qué clase de persona es realmente Strife. Por fin ella consigue ver su verdadera personalidad; comprenderlo, aceptarlo, y hacerle entender que quiere que sea él mismo, no otra persona.

La muerte de Aeris es uno de los eventos más icónicos de la entrega y que más polémica causó al ser algo totalmente inesperado.

En este momento, Cloud finalmente llega a estar en paz consigo mismo, consiguiendo implementar a su persona las enseñanzas de Zack, en lugar de fingir que es alguien que no es. A esto también hizo referencia el psicoanalista Carl Jung con el proceso de individuación, necesario para adquirir nuestra propia identidad separada del resto del mundo.

Creo que el viaje por el que pasa Cloud y el propio planeta es algo con lo que el humano moderno aún se puede identificar de forma muy directa. La constante inestabilidad por la que pasa el mundo actual, el conflicto entre el humano y la natura que está poniendo en peligro nuestra propia humanidad y al planeta entero (algo así como lo que representa Shinra para Gaia), o los peligros que supone la manipulación genética y una tecnología para que la que no estamos preparados, son algunas de las preocupaciones del hombre moderno. Y creo que Final Fantasy VII, además de todo esto, reflexiona sobre otra cuestión que tal vez forma parte intrínseca e inmutable de lo que somos. El individuo y la búsqueda de la identidad, irónicamente es algo que aún arrastramos a día de hoy a pesar de estar viviendo en el punto más avanzado tecnológicamente de nuestra especie.

Hemos escuchado muchas veces la frase “sé tú mismo”, pero en realidad poca gente llega a aceptar realmente lo que es. Construímos nuestro yo en base a personas cercanas o arquetipos de la cultura popular, en lugar de mostrarnos al mundo tal y como somos. Constantemente nos ponemos una especie de máscara para encajar en la sociedad, muchas veces porque estamos inseguros de exponer nuestra vulnerabilidad al mundo, o tal vez porque vivimos muy alejados o desconectados de nuestra propia naturaleza. Esto es algo que también se ha acentuado con la tecnología y las redes sociales. La necesidad de aprobación y los tan adorados “likes” muchas veces pasan por construir una persona de aquello que creemos que gustará más a la gente, pero que en la mayoría de casos dista mucho de la persona que realmente somos.

Tyler Durden, interpretado por Brad Pitt, no es más que el ideal del protagonista, de la misma forma que Zack es para Cloud todo aquello que aspira ser.

Esta idea también se describe de forma muy acertada en una frase que menciona el álter ego de Tyler Durden, interpretado por Brad Pitt en El Club de la Lucha (1999). Curiosamente, en esta película el protagonista también pasa por un proceso muy similar al que hemos relatado.

La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados.

De la misma forma que Cloud consigue heredar el legado de Zack, no como un falso ideal, sino como un verdadero héroe, finalmente reuniendo el valor para ser él mismo, tal vez cada uno de nosotros debería parar de preocuparse de quién se supone que debemos ser, y pasar a aceptarnos por quiénes somos realmente. Sin dejar de lado los arquetipos, unas figuras necesarias para saber hacia donde dirigirnos y como mejorar como individuos, todos seguimos siendo seres imperfectos, llenos de inseguridades y cosas que nos desagradan, pero al fin y al cabo, únicos e irreemplazables.