¡Fotografíalos a todos!

Ni que me apuntaran con una pistola en la cabeza y me preguntaran cuál es el elemento que separa un juego memorable de uno olvidable podría dar con una respuesta específica. Dentro de mi top de juegos favoritos hay algunos que resaltan por la historia, otros por su jugabilidad, otros por su estética e incluso algunos por el mero espectáculo que ofrecen. No digo que TOEM haya llegado a mi top personal, pues para hacerlo, como con todos los otros, han de pasar al menos unos buenos meses en los que cada título en “el podio” crezca en mi inconsciente hasta cimentarse con un lugar en la cima.

TOEMPero lo que sí he de decir de TOEM es que sí cuenta con uno de esos elementos que hacen que un juego sea memorable y lo maneja tan a la perfección que te hace preguntarte por qué no hay más juegos que tengan dicha característica. De lo que estoy hablando, es del carisma. La obra creada por Something We Made rebosa carisma desde la pantalla de título hasta los créditos. Diría que esta elusiva cualidad que veo en tan pocos juegos es creada a partes iguales por su estilo visual que se presenta como diversos dioramas en blanco y negro, su suave y relajante banda sonora que se entremezcla a la perfección con lo que ocurre minuto a minuto en el transcurso del juego y su premisa, que es a partes iguales sencilla y efectiva.

He visto muchas reviews que se refieren a TOEM como un juego de sacar fotografías y sí, de eso va, pero, a la vez, es una manera muy reduccionista de referirse al juego. Es como si habláramos de que Pokémon va de atrapar criaturas, obviando toda la aventura que es el grueso del juego. Y me refiero conscientemente a la franquicia de Game Freak pues en un comienzo es a lo que más me recordó TOEM. Apenas empieza el juego, eres llamado al comedor por tu madre, quien te da una cámara y te dice que es hora que comiences tu propia aventura para descubrir el TOEM, sin especificar a qué realmente nos atenemos, partimos en la aventura; solo un niño con su cámara, el equivalente al protagonista de cualquier Pokémon con su monstruo de bolsillo inicial.

Lo que nos espera, sin embargo, es una cruzada a través de varios poblados, en los que deberemos ayudar a cierta cantidad de gente a cambio de un sello y, al juntar una cantidad determinada, se nos dará un pase de bus gratuito para continuar a la siguiente ciudad. En este sentido me recuerda a juegos collectathon a lo Mario 64 o A Hat in Time, solo que en vez de superar desafíos de plataformas debemos resolver misterios, ayudar a gente, fotografiar a tipos y criaturas misteriosas escondidas y mandar a un trabajador de una planta de energía al agua. Ejem. El sacar fotografías no es más que el medio por el cual vivimos la mayoría de estas mini aventuras y desafíos, así como lo es el salto en uno de los plataformeros mencionados anteriormente. Aunque la utilidad de la cámara irá más allá de solo sacar fotografías, pero eso dejaremos que lo descubran cuando jueguen a TOEM ustedes mismos. Que, sin duda, es una experiencia que no se pueden perder.

Recuerdos que perduran, por Alejandro Reinosa

El terreno donde se desarrolla TOEM es bastante similar a los patios de juego que encontramos en otros títulos como The Ramp o Wattam, alejados de los discursos épicos y grandiosos para de esta manera centrarse específicamente en disfrutar, de manera sencilla, de la jugabilidad que traen estos juegos. Como bien ha mencionado mi compañero Jaime, la mecánica principal se enfoca en hacer fotos con nuestra cámara y ayudar a los residentes de las diferentes zonas a donde vayamos, en un viaje por descubrir qué es Toem. Las interaccionas con los nativos serán cuanto menos peculiares, pues desbordan carisma por los cuatro lados, todos y cada uno de ellos, aportando siempre algún dato curioso o simplemente hablándonos de sus vidas, una conversación que disfrutar sin tener que buscar dobles sentidos o tener la cabeza en alguna misión en concreto. Estas última también gozan de un gran detalle, pues sí que notaremos que conforme avancemos encontramos algunas cuya dificultad podríamos considerar mayor, aunque no sea así, pues lo único que tendremos que hacer será reducir nuestro pensamiento a lo abstracto y dejarnos llevar de emplazamiento en emplazamiento, atentos a los detalles eso sí.

Junto a lo hablado, otro de los puntos más importantes de esta historia no pasa solo por su comienzo de viaje, sino por la recta final, el descubrimiento de aquel lugar que se nos mencionó al principio y que, para mal o para bien (me quedo con lo segundo), se nos olvidó, y solo recordábamos cuando habíamos ayudado a todos los habitantes de la zona y no nos quedaban más cosas que hacer. En este aspecto la similitud con A Short Hike es de celebrar, pues para mí, a título individual, lo verdaderamente importante de los mundos abiertos es su capacidad de exploración sin necesidad de tener mil misiones pendientes y frentes abiertos en la campaña principal. Un mundo abierto pasa por que este te deje las puertas abiertas, sin grandes pretensiones o ataduras que te liguen a misiones de horas y horas, que muchas veces se desentienden del mundo en sí y se centran en cosas como, por ejemplo, jugar a un juego de cartas. En este punto es donde quiero rescatar la similitud entre los dos juegos que he hecho, pues ambos tienen un punto de inicio, donde se nos señala un lugar y a partir de ahí poco a poco nos vamos adentrando en el mundo, sin tiempos que obedecer ni misiones que nos aten excesivamente, listos para disfrutar de la experiencia, listos para tener un lugar al que volver.

Vida y color en la heliografía

Galardón-Plata-HyperHypeEn las historias épicas donde el héroe recorre el camino y una merecida recompensa le espera al final no encontraremos a este pequeño juego, lo hallaremos en el hogar, ese sitio al que siempre podemos volver, sentarnos y encender la tele, donde no hay obligaciones enormes que moralmente echen cadenas encima nuestra y que no nos liberarán hasta que tomemos nuestro papel de héroe, pues no lo hay. TOEM lo encontramos en las fotos a los lugareños, en las aventuras de algunos de sus personajes, en la montaña, en el bosque o en la ciudad, o en lo alto de una montaña desde la que contemplaremos nuestro viaje, uno apacible y que disfrutamos enormemente. Un viaje que no nos hace ni más ni menos que nadie, que ahora forma parte de nuestra vida mediante una foto en blanco y negro.


Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para PS5 cedido por popagenda PR.