Yo esto lo he vivido ya

La campaña navideña en la industria del videojuego no solo trae lanzamientos potentes, packs interesantes y las ofertas con el stock sobrante del Black Friday y demás imaginaciones colectivas para reforzar el consumismo hasta niveles nunca vistos. Para bien o para mal, incluye también una máquina del tiempo que nos traslada a uno de los mayores eventos de la misma, pero que a la vez resulta ser uno de los más ofensivos hacia la misma, y que es inevitable no poder tomárselo en serio. Sí, lectores, hemos entrado en ese bucle espaciotemporal conocido como la época de los The Game Awards (edición de 2022 en esta ocasión).

¿Y los premios?

El próximo 8 de diciembre estamos convocados a la gala presentada por el cada vez más presente y polifacético Geoff Keighley, en un formato que en principio debería ser más corto, pero en el que la cantidad de anuncios, primicias y exclusivas aparentemente será muy similar a lo visto en años previos. Menos mal que esta gala gira en torno a premiar a lo mejor del año en la industria del videojuego, ¿verdad? Me descuido un poco más y parece que estamos en una estafa (piramidal o no lo dejo a vuestro juicio) camuflada como campaña publicitaria.

Tenemos algunos juegos ya anunciados que mostrarán contenido nuevo, y también tenemos muchos juegos nuevos que revelar. Ya hay muchas especulaciones en internet sobre lo que habrá o no habrá. Estoy seguro de que algunos rumores no son correctos, y sólo se intensificarán en las próximas semanas

¿Y los premios?

Bueno, venga, vale, voy a intentar no ser tan negativo y verle el lado bueno a The Game Awards 2022. El bueno de Geoff parece haber tomado nota de las críticas del público de otros años, y podría verse reflejado por lo pronto en el cambio de formato, pero… Lo que sabemos de manera certera hasta ahora son las categorías y títulos nominados que se han presentado, y bueno, como todos los años, dan que hablar. Pero no necesariamente en un buen sentido. Y no quiero entrar en debates vacíos como la inclusión de Stray en los candidatos a Game of the Year. Lo que sí merece mención aparte (y aprovecho para pelotear) es Endling, juego en el que para nada ha participado el respetable señor director de HyperHype, las categorías “complementarias” ya dicen mucho del enfoque del evento. Algunas, como la ya mencionada Games for Impact, sí pueden tener sentido, aunque sea simbólico, pero casos como el de Content Creator of the Year, o Best Community Support, o toda la parte relacionada con Esports (no porque no lo entienda, sino porque para eso podrían tener su propio evento, dado que suponen una industria por sí mismos) sobra en algo que debería ser una celebración para el medio.

¿Y los premios?

No por mencionarlos más veces van a pasar a tener de repente una mayor importancia en una gala que se supone que deberían protagonizar, pero la tendencia cultural y social (y que se ve reflejada de manera inevitable en la industria del videojuego y sus maneras de actuar) es la inmediatez y la novedad. No teníamos suficiente con el E3, que ahora tenemos Nintendo Direct y State of Play de manera regular para una mayor cantidad de anuncios. The Game Awards es, en esencia, una gala de premios cuyo reclamo de cara a los espectadores es la cantidad de anucios que va a incluir. Bombardeenme con algo más de información, por favor. En lo que respecta a los premios, esos grandes olvidados, supongo que siempre quedarán los BAFTA y otros certámenes prestigiosos que sí respeten un poco más aquello que premian.