Revisitando Cyrodiil

Imagina regresar a la escena veinte años después, con poco más que un lavado de cara, y seguir siendo relevante. Seguir siendo interesante y generar conversación y entusiasmo. Sin necesidad de cambiar o de reinventarte. The Elder Scrolls IV: Oblivion ya fue un referente en los RPG de mundo abierto en 2006, una piedra angular del género que marcó cientos de comparaciones posteriores, y que catapultó la popularidad de una saga a niveles estratosféricos. Una popularidad que luego sellaría Skyrim en 2011. Y desde entonces, hace ya casi 14 años, los fans de The Elder Scrolls veníamos sobreviviendo a base de relanzamientos de Skyrim.

Ahora, aún a la espera de una fecha para la llegada de The Elder Scrolls VI, podemos volver a Cyrodiil con The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered. Con un lavado de cara mucho más notable que el de cualquiera de los relanzamientos del ya citado Skyrim, esta nueva versión de Oblivion sí que se siente lo suficientemente diferente como para revalorizar la experiencia, y al mismo tiempo tan familiar como siempre. Y es que, de la mano de Virtuos, este remaster toma su motor original y “lo viste” con las mejores galas del Unreal Engine 5 para darle un aspecto mucho más realista y detallado, y que va más allá de las texturas.

Inmersión gráfica

Más allá del deseo de volver a revivir una aventura que ya es legendaria, de volver a recorrer un mundo que es sinónimo de fantasía, lo primero que me cautivó en The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered fue su atmósfera enormemente inmersiva. No es una cuestión de músculo gráfico, ni de la dichosa tasa de frames, ni tampoco del número de píxeles por centímetro. Es una cuestión de “sensaciones” visuales, de cómo se aprovecha ese músculo gráfico que ofrece Unreal Engine 5. Porque no valdría de nada si no se apoyara sobre una dirección de arte y un mundo ya construido con maestría. Así que esa “capa de Unreal 5” es como darle a un modelo excepcional las prendas que siempre necesitó para lucir como se merecía en la pasarela.

Detalles como los rayos de luz a través de cortinillas de niebla, los reflejos de un amanecer sobre una armadura, la escarcha que cubre progresivamente nuestra ropa o el vapor de agua, casi intangible, que se genera alrededor de una cascada. Son “pequeños” detalles que contribuyen a que nos sumerjamos en Cyrodiil de lleno, que nos creamos más su mundo y, por tanto, que lo disfrutemos más. Y en este asunto entran en juego algunos detalles que vienen relacionados más con el detallismo y el mimo que con la potencia técnica. Por ejemplo, que ahora la mayoría de armas dropeadas por los enemigos incluyan su vaina propia, con todo lujo de detalles, o que en muchas cuevas y mazmorras veamos hojas resecas revoloteando, y al mirar hacia el techo veamos que provienen de un agujero por el que también se cuela un rayo de luz. Pueden parecer nimiedades, pero en suma, es lo que suele distinguir un mundo aburrido y “frío” de uno creíble.

El gusto está en los pequeños detalles

Y este detallismo inmersivo no se limita únicamente a lo visual, la atmósfera también se trabaja enormemente en el apartado auditivo, y es que el diseño de sonido es exquisito (fallos de diálogos aparte). La calidad, claridad y diferenciación del sonido de las pisadas en según qué superficies es exquisito. Pasar de guijarros a tierra mojada o a madera, jugando con unos buenos auriculares, se siente tremendamente realista. Y lo mismo se aplica a los sonidos ambientales de la naturaleza, como el murmullo de una cascada, truenos en la distancia o lluvia intensa a nuestro alrededor.

En cuanto a aspectos más mecánicos, es cierto que este remaster no incluye demasiadas mejoras de calidad de vida o novedades de contenido como tal. Respecto a lo primero, destaca la rueda de selección de equipo, objetos o hechizos asignados, que nos permite acceder a ellos sin necesidad de abrir el menú tradicional. También se ha implementado la posibilidad de esprintar (aunque la animación del personaje deja bastante que desear) y ahora los impactos de golpes en los enemigos generan un feedback tanto visual como sonoro que elimina la antigua sensación de estar golpeando el aire.

La mejor versión para jugar a Oblivion

Por otro lado, en lo referente a contenido nuevo, se han añadido dos breves misiones secundarias que nos dan acceso a nuevos sets de armaduras y armas. Sin embargo, se debe mencionar que únicamente la versión deluxe incluye dicho contenido. De resto, la esencia del juego original permanece intacta, para lo bueno y para lo malo, ya que aunque Unreal Engine 5 se encarga de mejorar visualmente al juego, el corazón que hay debajo sigue siendo Gamebryo.

A grandes rasgos esa son las diferencias entre el juego original y este remaster: Mejoras visuales más que notables, mejoras en calidad y diseño de sonido, líneas de diálogos regrabadas (aunque permanecen algunos errores), menú de acceso rápido y algunas misiones nuevas, entre otras cosas. Ahora bien, si nunca has jugado a la obra original y te gusta el rol de fantasía pura no puedes dejar pasar esta oportunidad de jugarlo, porque nunca nunca ha habido un mejor momento para hacerlo

¿Piss filter? ¿O “nostalgia filter“?

Sí, se ha hablado mucho del supuesto piss filter y la “la falta de colorido” respecto al original, pero sinceramente creo que el único problemático aquí es el “filtro de la nostalgia”. Considero que pensar que el original se ve mejor que este remaster es síntoma de no haber jugado al original. O al menos de no recordarlo del todo bien. Sí, es menos colorido en comparación, pero por dos motivos clave: en primer lugar, el Oblivion original estaba sobresaturado, y ahora parece que este es “gris” en comparación. Cuando ni mucho menos es así. Puede que en su momento no descuadrada, pero ahora, con un apartado gráfico más detallado y realista, esos colores chillones y tan saturados desentonarían por completo.

Fantasía de corte “medieval”, ¿para qué más?

Si nunca antes has jugado Oblivion te vas a encontrar un título que muy probablemente te parecerá tosco y rudimentario, especialmente en lo relativo al combate. Sin embargo, es un juego de rol extenso y profundo, especialmente para su época. Aunque ahora pueda parecer simple en comparación con otros títulos más actuales, se trata de un título que sentó bases del género.

Oblivion nos propone una aventura de corte clásico en lo relativo a lo argumental: un fin del mundo catastrófico a la vuelta de la esquina, un héroe elegido salido de la nada y empujado de lleno al conflicto, y un mundo de fantasía lleno de problemáticas menores. Se trata de un mundo abierto, que nada más completar el prólogo nos da total libertad para explorar, y en el que el contenido más interesante es precisamente ese de tipo “secundario”. Desde crear nuestro personaje eligiendo de entre un puñado de razas y clases, (incluso con la posibilidad de crear nuestra propia clase customizada) a unirnos a diferentes gremios o hermandades en las que realizar misiones y ascender a través de una jerarquía.

Cuando lo secundario se convierte en principal

Como es habitual en el género, Oblivion está plagado de misiones secundarias de todo tipo, desde resolver el misterio de un pueblo invisible hasta subsanar un conato de corrupción comercial. Sin embargo, el modelo para presentar estas misiones al jugador no sigue los patrones más habituales y repetidos de los mundos abiertos de la última década. No tenemos un mapa plagado de interrogantes y exclamaciones que nos agobian con todo lo que tenemos por hacer y no hemos hecho.

En el caso de Oblivion las misiones surgen de manera más natural: escuchando una conversación entre dos npc’s, leyendo un libro o preguntando por los rumores recientes al tabernero local. Sin mirar una guía no hay forma de saber qué nos estamos dejando, o qué índice de misiones hemos completado. Y sinceramente, a la hora de sumergirte en un juego y disfrutar de su mundo eso genera una tranquilidad increíble. Cada partida que hagamos puede sorprendernos con sucesos y líneas de misiones diferentes, todo en función de qué sitios del mapa recorramos y en qué momento.

Al final, gracias a todas estas posibilidades, el contenido “secundario” de Oblivion acaba por convertirse en su mayor atractivo. Porque es amplio, variado y da al jugador una libertad inmensa. Esa libertad que debería tener todo juego de rol, esa de convertir a tu personaje en lo que quieras.

Oblivion es, ante todo, un juego de posibilidades y aventuras que te permite afrontarlo de mil y una maneras distintas. Puedes ser un maestro del diálogo y la elocuencia, o puedes optar por dominar el arte de la alquimia, entre otras muchas aptitudes, y todo eso combinarlo con el estilo de combate que prefieras. Es más, no existen barreras reales, porque o bien puedes ceñirse a un estilo de clase y “rolear” con tu personaje, o bien puedes acabar por dominar todas las habilidades y ser capaz de maximizar el daño de las espadas sin renunciar a los hechizos más poderosos.

A veces, una remasterización sí vale la pena

No voy a desgranar el contenido de Oblivion en 2025, porque a estas alturas es más que conocido y sobran los lugares donde consultarlo. Basta con destacar que es un referente del rol en los videojuegos, una piedra angular del género. Tiene sus flaquezas claro, como el ya mencionado sistema de combate plano y tosco, menús de inventario no demasiado amenos y bugs relativamente habituales. Sin embargo, la experiencia general es la de una aventura con mayúsculas que materializa la mayor parte de los rasgos definitorios de la fantasía de corte medieval.

Para finalizar con el ejemplo más gráfico que se me ha ocurrido, que Oblivion regrese casi 20 años después y siga siendo tan “mágico” tiene el mismo mérito que si Messi volviera al Barcelona en 2035, y volviera a brillar en medio de una plantilla de chavales frescos y talentosos.


Esta crítica ha sido realizada mediante una clave de descarga digital para PlayStation 5 facilitada por Bethesda España.