You'll Be Under My Wheels

Sin noticia alguna sobre una posible disolución, lo cierto es que hemos estado muchos años sin saber absolutamente nada sobre los chicos de Team6. El humilde equipo holandés, que antaño nos sorprendió con el interesante FlatOut de Wii, ha estado los últimos cinco años, al parecer, trabajando muy duro en propuestas claramente enfocadas al juego móvil, conformando un letargo consolero que, no obstante, llegó a su final durante el pasado mes de septiembre. En colaboración con los chicos de Rebel Games, Lion Castle Entertainment y Meridiem Games, la compañía llevaba a nuestras tiendas físicas y digitales Super Street: The Game, una apuesta por la conducción arcade que en todo momento trata de alejarse de la simulación y del realismo que ofrecen competidores como Assetto Corsa o Project Cars, y a la que no le importa reconocer explícitamente las fuentes de inspiración de las bases sobre las que se sustenta.

Se trata de una apuesta arriesgada, al fin y al cabo, pues, ante una temporada navideña conquistada por entregas como Forza Horizon 4, entiendo que puede llegar a resultar muy difícil, para un estudio independiente, posicionar su videojuego como un producto llamativo y diferente. Los costes de producción, comparados con los del titán de Microsoft y Playground Games, son mínimos, y por ello el acabado jugable y visual es muchísimo más discreto, lo cual es comprensible. No obstante, el estudio ha querido jugar en su misma liga vendiendo su título a precio completo, por lo que no me queda otra que juzgarlo por lo que aspira a ser, y no por lo que realmente es: un proyecto con buenas ideas que, tratado de otra manera, podría haber sido ampliamente recomendable incluso para los menos acérrimos al género.

Al no contar con el susodicho presupuesto, Super Street no puede evitar dejar claras sus carencias desde el minuto uno. Una vez iniciemos el juego, tras algunos tutoriales, engorrosos menús y pantallas de carga, podremos ponernos a los mandos de un vehículo inicial considerablemente tosco que podremos seleccionar entre una gran variedad de chatarras. Dicho coche nos acompañará hasta el final, teniendo nosotros que ponerlo a punto de manera constante en lugar de comprar uno nuevo cada vez que tengamos la necesidad de dar un salto en lo que a rendimiento o estética se refiere. No obstante, sin importar el estado de nuestro vehículo, lo cierto es que el control nunca responde todo lo bien que nos gustaría, siendo algo farragoso por momentos y forzando la aparición de mecánicas como el turbo o el derrape que acaban haciendo, usualmente, un flaco favor al usuario que las intenta usar. La sensación de velocidad no está demasiado lograda, y ello hace que las carreras disponibles, que podemos afrontar en un orden considerablemente lineal (que sigue el modelo de juegos como Driveclub), se antojen entretenidas, pero en ningún momento emocionantes.

Todo lo comentado da vida, así, a un conjunto bastante exigente, en el que los fallos se penalizan muchísimo – resulta extremadamente difícil recuperar la posición tras un accidente -, y en el que usualmente deberemos de repetir las pruebas decenas de veces antes de hacernos con los puntos que conlleva su oro. Esto es completamente incompatible con el sistema de progresión de la aventura, que parece estar desconectado de todo lo demás, y que únicamente incrementará nuestro marcador de puntos al finalizar la carrera – obligándonos, por ende, a llegar a la meta incluso en nuestras peores carreras -. De la misma manera, nuestro deseo de conducir bien, suave y fino, con tal de no cometer fallos y por ende llegar a la meta en primer lugar se verá constantemente frustrado por una inteligencia artificial incompetente y extremadamente belicosa, que usualmente tratará de embestirnos reiteradas veces para sacarnos de la carrera. Una agresividad injustificada e incomprensible, que en ningún momento es recompensada cuando se lleva a cabo por el jugador, y que se nota implementada en un conjunto que no está preparado para ello; un juego sucio que resta enteros al título, y que, de una manera u otra, termina por chafar casi todas las pruebas que el juego pone a nuestra disposición (que no son pocas).

Super Street The Game

Ante este panorama pesimista, me resulta muy fácil quedarme con la filosofía que presenta la entrega; con ese discurso propio de Herbie en el que el usuario debe de llegar hasta el final con su propio coche y con ninguno más, mejorándolo progresivamente y equiparando el vínculo forjado, así, a la relación que un jinete puede tener con su caballo. Si bien dicho desarrollo sentimental no está siquiera mínimamente planteado de manera narrativa, sí que puede sentirse a través de las mecánicas jugables relacionadas con el tunning y con la personalización (en parte, gracias a lo sumamente difícil que resulta, en un inicio, construir un vehículo con el que nos sintamos a gusto).

Bien es cierto que las opciones presentes – que precisamente no brillan por su ausencia – no están especialmente diferenciadas entre sí, limitándose la mayoría de estas a jugar con los parámetros del coche y poco más. Sin embargo, creo que debemos de reconocer que se trata de un sistema correcto, que sabe funcionar y que aporta al jugador la suficiente cantidad de opciones como para mantenerlo entretenido durante un buen rato. Un sistema que, de hecho, podríamos tildar de ‘bueno’ de no ser por la ausencia de coches licenciados y por el denigrante uso que se realiza de la figura de la mujer, que una vez más se encuentra extremadamente sexualizada a través del escuadrón de mecánicas que podremos contratar con tal de que nos ayuden a mejorar nuestro coche. Una mala práctica que, claro está, no emborrona el resto de apartados de la entrega, pero contra la que, sin duda, hay que tener mano dura, y más en esta clase de circunstancias.

Debates socioculturales aparte, por la otra cara de la moneda podemos plantar cara a un sistema de colisiones ampliamente mejorable, que resulta llamativo en contados momentos (como cuando la destrucción ocasionada en mitad de una carrera se ve reflejada en el estado de nuestro coche) pero que se ve aderezado por una buena tanda de bugs y errores de programación que no acaban de dejarnos un buen sabor de boca. Dicha sensación se extiende al resto del apartado técnico, que no llega a despuntar y que, de hecho tiene determinados efectos dignos de la generación anterior. Afortunadamente, el apartado artístico está mucho mejor, permitiéndonos disfrutar de unos escenarios, cuanto menos, potables, y de unos diseños de personajes y vehículos que se notan trabajados. Ojalá ese gran trabajo se hubiese realizado también en la localización del título (repleta de fallos ortográficos) y en la optimización del mismo, pues, habiendo sido jugado en PS4, he podido contemplar unos cuantos bajones en la tasa de frames bastante preocupantes.

Acabo con esta montaña rusa de emociones hablando de la banda sonora, que, al igual que ocurría con el arte del videojuego, está simplemente a otro nivel. Obviamente, no llega al exquisito nivel de licencias del que sacan pecho grandes sagas del género, pero la selección, sin ser excesivamente amplia, es muy acertada, encontrándose repleta de temas electrónicos que saben ambientar con tino y buen gusto prácticamente todas las pruebas a completar. Una guinda final que difícilmente resarcirá, a muchos, por sus problemas técnicos y jugables, pero que desde luego se agradece, haciendo brillar un acabado audiovisual que, de otra forma, se las habría visto negras para destacar por sí mismo.

Días de trueno

Sin llegar a poder ser catalogado como un mal juego, Super Street: The Game cumple muy justito su cometido de entretener e impresionar al público casual dada su puesta en escena y su enmarañado sistema de control. El trágico resultado, lógico y predecible, de querer apuntar demasiado alto, y de aspirar a competir en una liga que claramente no está pensada para esta clase de humildes producciones. Una propuesta construida, quiero suponer, a base de mimo y buenas ideas, pero que, por determinados detalles algo vergonzosos y por lo incoherente que resulta como conjunto, únicamente recomendaría a los fans de la conducción, sedientos de adrenalina, que no hayan tenido suficiente con los auténticos juegazos de los que hemos podido disfrutar a lo largo de este 2018.


Este análisis se ha realizado con una clave para PS4 cedida por Meridiem Games