Ya se nota el veranito

Out Run es un juegazo, en eso estamos todos de acuerdo. Con un apartado artístico casi sin precedentes, un estilo de juego minimalista y a la vez exigente y una banda sonora tremenda, es imposible no enamorarse de él y querer recorres la costa en un descapotable. Por desgracia, es una saga que Sega tiene completamente abandonada, y que se mantiene mínimamente latente gracias a Sega Ages y proyectos de fans como Cannonball. Nuestro compi José Miguel González le hizo una disección maravillosa hace un par de años por estas fechas, pero lo que no se suele mencionar mucho es la secuela que tuvo para PSP, Out Run 2006, que es el título del que también bebe nuestro Slipstream.

Hacer un juego como Out Run es mínimamente sencillo desde una perspectiva de diseño, y por eso Slipstream quiere darle la vuelta al concepto, centrándose no solo en la experiencia de que cada ruta se sienta distinta, sino que cada maniobra conlleve un riesgo que merezca ser afrontado. Al igual que en el clásico de arcade, tendremos que recorrer cinco etapas y, al final de las cuatro primeras, elegir un camino u otro. Sin embargo, contamos con tres añadidos extraídos de su secuela, que son los rivales, los derrapes y el rebufo (o slipstream). A cambio, se eliminan las marchas, y se agradece teniendo en cuenta lo difícil que es mantenerse en la carretera simplemente derrapando y esquivando a los otros coches.

Por último, contamos con un botón de rebobinado que nos permite volver hasta cinco segundos en el pasado, perfecto para retomar curvas puñeteras y para los que no estén acostumbrados a la fórmula. Con estos elementos, Slipstream sabe mantenerte tenso a cada giro y penalizarte cuando vas de sobrado, una colleja amable para centrate en lo que tienes que estar. Más allá de ahí, el resto son añadidos. Muchos añadidos.

Slipstream derrape

Todas y cada una de las etapas son preciosas

Si algo ha clavado ansdor casi a la perfección es la personalización. Puedes cambiar prácticamente de todo para ajustar cada carrera a tus necesidades. Desde el Grand Tour, que serían las cinco etapas y un rival en cada una, hasta competiciones en las que personalizas tu coche, carreras en uno de los distintos mapas o con una ruta ya fija, modo contrarreloj y otro Battle Royale; y que si rivales, que si tráfico, que si mapas inversos, que si filtros, cambiar las canciones (temazos, por cierto), ajustes de accesibilidad como ralentizar la velocidad de las carreras, que si los coches pesan más pero son balas… Hay una cantidad aberrante de personalización para que elijas tu estilo de juego favorito, y si lo juntas con los distintos trofeos y logros vas a querer probarlo absolutamente todo.

Slipstream es muy divertido y satisfactorio, con la misma filosofía de Yu Suzuki de pasártelo bien, pero picarte lo suficiente como para querer ser el mejor. Es un juego que se adapta a las necesidades que pueda tener cualquier jugador que entienda que lo primordial es el puro entretenimiento. Estoy buscando formas de conectarle un volante con pedales que tengo por casa para ver cómo se siente, hasta ese punto me tiene calado.

slipstream rebobinar

Gotta Go Fast

Por supuesto, nada es perfecto. Slipstream salió hace 4 años en Steam y recientemente en consola, y pese a seguir teniendo un soporte continuado aún le faltan cosillas. Es un juego que pide a gritos, al igual que su comunidad, que se puedan crear tus propias pistas, meter más coches y tu playlist de canciones personales (lo que viene siendo una workshop). ansdor está trabajando en ello y dijo que publicaría las herramientas y su documentación para marzo, así que en algún momento cercano acabará llegando. Aparte, aunque puedes toquetear todo lo que quieras del juego, no hay forma de deshabilitar las carreras por completo y dejar solo al tráfico, lo que sería una partida de Out Run de toda la vida, y me llama la atención teniendo en cuenta la cantidad de modos de juego que hay disponibles.

Hablando de las carreras: la IA a veces es un poco extraña. Slipstream es un juego exigente y que requiere que te estampes muy poco si quieres llegar a tiempo a la siguiente etapa, razón por la cual tenemos el rebobinado. Sin embargo, la IA es más justa cuando hay tráfico que si te enfrentas a ella a pelo, y se nota en el modo Battle Royale, en el que mi mejor marca es quedar penúltimo. Tienes que hacerlo absurdamente bien, sin salirte de la carretera en ningún momento, y roza casi lo ridículo. Es un modo que se vuelve virtualmente injugable.

Por otro lado, los filtros para la pantalla están bastante chulos, pero si lo que quieres es ver la carretera es mejor desactivarlos. Intentan ajustar la imagen para que se vea pixel-perfect, pero provoca que algunas curvas sean imposibles de prever si no has pasado por allí veinte veces. Por último, la música mola mucho, pero puede llegar a cansar al no ser la misma canción durante todo el viaje. Tampoco hay opción para elegirlas antes de la carrera, por lo que si suena una que no te mola a mitad del recorrido tienes que ir al menú, buscar la que te gusta y seguir. No es algo que rompa la experiencia ni mucho menos, pero molesta un poquito.

No copies, homenajea

Galardón-Plata-HyperHypeSlipstream es genial, y eso ha hecho que me lo pille para consola, concretamente la Switch. El juego es exactamente el mismo, por supuesto, pero tiene un añadido que es maravilloso: la vibración HD. Los juegos de carreras ganan un montón gracias a la vibración, y no, no llega a los niveles de Gran Turismo 7 porque el DualSense está a universos de distancia, pero está muy bien integrado igualmente. Lo único malo es que, si se juega en modo portátil, los filtros obstaculizan aún más la visión, cosa que es completamente normal debido a la resolución de la consola pero que no deja de estar ahí. A cambio, tiene el punto bueno de que puedes jugar el modo multijugador en cualquier momento gracias a los Joy Con, así que ni tan mal. El rendimiento es excelente, se controla que da gusto y no sé qué más deciros para que os lo pilléis.

Es un juego chiquitito que sabe abrazar sus más que claras inspiraciones y desarrollar una personalidad propia más que atractiva, y si no fuera porque tiene un modo de juego directamente roto y esas pequeñas tonterías, le daba el más alto galardón. Una carta de amor al género y un paso adelante a una evolución mayor.


Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para Steam cedido por Blitworks y una copia de Nintendo Switch adquirida por el redactor.