Back to the 2000s

El pasado domingo disfruté, al fin, de una de mis asignaturas pendientes del pasado 2017, Doctor Strange. El lunes, de Avengers: Infinity War. Fenómeno a parte, lo cierto es que lo que Marvel ha conseguido con este nuevo canon está cerca de ser literalmente increíble, encontrándose lejos de la genialidad, pero satisfaciendo, en mayor o menor medida, hasta al fan más excéptico.  Dicho éxito, que se ha traducido rápidamente en unas cifras nada deleznables para la compañía estadounidense, me ha hecho darle vueltas al coco. Pensar, casi de forma involuntaria, en el pasado de la empresa en el mundo del entretenimiento interactivo, así como en el indescifrable momento en el que las cosas se torcieron.

Aún a día de hoy, recuerdo con plena nitidez cómo, años atrás, todo estreno de acción que se preciase debía de contar, casia modo de máxima, con su respectivo videojuego. Quedándonos en el universo Marvel, puedo destacar propuestas como las dos aventuras numeradas de Iron-Man para PlayStation 2, o como los sobresalientes juegos protagonizados por el Hombre Araña, que tantísimas horas de diversión nos otorgaron allá por 2004. Puede que, al igual que las películas, se tratasen de obras carentes de genialidad, diseñadas para la diversión más directa, y para complementar, de una forma u otra, el estreno en la gran pantalla. Pero eran productos entretenidos al fin y al cabo, y, más allá de cumplir sus funciones de marketing y complementación, solían generar buenos números en lo que a ventas respectaba. Adaptaciones directas del film que, en la gran mayoría de los casos, nos narraban exactamente los mismos hechos que habíamos podido descubrir en el cine, con la peculiaridad de que ahora al fin podíamos gozar de un mayor grado de profundidad e inmersión; de una perspectiva alternativa que nos permitía disfrutar todavía más de esa película que tanto había desencajado nuestra mandíbula.

Spiderman logo

El cese de este tipo de producciones, no obstante, creo que se puede encontrar de forma más o menos visible en las últimas entregas lanzadas, cuya calidad ha ido mermando claramente con el paso del tiempo. Si antes era yo mismo el que idolatraba el paso de Tony Stark por PlayStation 2, ahora me toca darle un buen tirón de orejas a los chicos de Beenox, responsables del último paseo de nuestro amigo y vecino Spidey por nuestras pantallas. La dejadez hace mucho, y cuando una propuesta deja de estar desarrollada como videojuego para concebirse como un mero producto publicitario, el entretenimiento pasa a un segundo plano, priorizándose los costes de desarrollo durante el proceso. El resultado no puede ser más claro: decenas de aventuras que, pudiendo haber ganado un valor individual, han quedado relegadas de forma exclusiva al divertimento del fan más masoquista, cosechando por el camino cifras mucho menos optimistas que las del inicio, y acabando con un subgénero al que, teniendo en cuenta la tecnología actual, realmente me gustaría volver.

PlayStation 4, Xbox One y PC forman parte, actualmente, de un ecosistema único, preparado para mover auténticos portentos gráficos. Las posibilidades jugables a las que a día de hoy podrían dar lugar las citadas adaptaciones se me antojan inimaginables. Es por ello que, siempre que me toca especular sobre el nuevo juego de Los Vengadores que están preparando Square Enix, Eidos Montreal y Crystal Dynamics, o sobre ese proyecto relacionado con la Liga de la Justicia que tienen entre manos los chicos de Warner Bros. y DC. se me hace la boca agua. Pero ya no hablo solo de superhéroes; creo firmemente que muchas películas del panorama actual podrían ser muy bien explotadas como videojuego. Qué coño, ya me conocéis. Si, desde mi punto de vista, hasta Breaking Bad tenía este potencial.

The-Warriors

El videojuego se me antoja un medio idóneo para narrar aventuras de todo tipo, pero, en especial, aquellas cuyas mecánicas ya parecen predefinidas por el propio corte de la película. Por más que me gustaría verlo, no voy a pedirle a nadie una adaptación de El Club de la Lucha, pues ni siquiera un servidor tiene la menor idea de cómo la obra de Chuck Palahniuk podría adaptarse a nuestro medio sin perder ni un ápice de magia – sé que dicha conversión existe, pero, por el bien de todos, voy a hacer como si no lo hiciera. Sin embargo, cintas como 007, Blade Runner, El Señor de los Anillos, o Harry Potter, que cuentan con un gran potencial interactivo, se han visto representadas en el pasado con propuestas a la altura de sus respectivas leyendas. ¿Acaso Blade Runner 2049 no habría podido gozar de un protagonismo similar a día de hoy, con un mercado muchísimo mas masificado que en 1997, si hubiese contado con un tratamiento a la altura, y con un enfoque correcto?

A veces todo es cuestión de dejar volar la imaginación. Imaginar un Blade Runner 2049 como “un The Order: 1886 bien” está guay Y, de haber sido una realidad, reconozco que, yo el primero, me habría lanzado a por el título de cabeza junto a mucha otra gente tras la epilepsia inducida por el largometraje. Así era en el pasado, y así espero que algún día vuelva a ser: un proceso retroactivo en el que los grandes estrenos cinematográficos, sin importar su género o naturaleza, tuvieran una determinada repercusión en nuestro mundillo de forma casi simultánea.

Dicho esto, me dispongo a desempolvar mi PlayStation 2, y a buscar una televisión en la que poder enchufar el euroconector. Me ha entrado mono de Madagascar.