De griegos a vikingos y tiro porque me toca

Assassin’s Creed ha sido una de esas longevas franquicias de videojuegos que ha necesitado evolucionar para no quedarse estancada en su fórmula. Una que pasó a ser una de las mejores dentro del género de sigilo a una especie de batiburrillo de ideas que se han ido implementando poco a poco en cada una de sus entregas. No es algo malo, per se. Los dos últimos Assassin’s Creed, Origins y Odyssey, han sido grandes videojuegos impulsados por una Ubisoft que necesitaba tomar un poco de aire con su franquicia estrella para pensar en qué quería hacer a continuación y cómo quería hacerlo. A nivel empresarial, el hecho de plantar cada año uno de esos juegos que venden millones en apenas unas semanas es una idea perfecta, pero a la larga esta estrategia le ha sentado bastante mal a la saga, con títulos mediocres y olvidados que no hacían honor al nombre que llevaban en el título.

Tocaba pues, un descanso. Uno que dio como resultado un Origins que traería nuevas buenas ideas a la franquicia, para luego culminar con un Odyssey que cogía todo lo anterior para mejorarlo y darnos uno de los juegos de mundo abierto más interesantes y bellos de esta generación de consolas. Pero, de nuevo, se nos viene a la cabeza la misma pregunta, ¿hacia dónde vamos a partir de ahora? Odyssey salió a la venta en 2018, justo un año después de Origins, lo que volvió a poner encima de la mesa las mismas críticas que la compañía estaba sufriendo años atrás con sus lanzamientos anuales. Y es que el juego basado en Grecia mejoraba muchas cosas de las vistas en Egipto, pero dejaba claro que la vieja Ubisoft había vuelto a las andadas con un reciclaje más que evidente con respecto a la entrega protagonizada por Bayek. Ahora, casi dos años después y con un nuevo pequeño descanso de por medio, se ha anunciado Assassin’s Creed Valhalla, ambientado en la cultura Vikinga durante su invasión a Inglaterra.

La estrategia por parte de Ubisoft esta vez parece bastante clara: necesitan un lanzamiento potente para empezar con buen pie la nueva generación, aunque sea un juego intergeneracional. Aún no hemos visto más que un espectacular tráiler cinemático del juego, pero los primeros detallen que nos llegan sobre Valhalla, su mundo y su jugabilidad, nos dicen que Odyssey será la base en la que se apoyen para esta nueva aventura. Sistema de diálogos y decisiones como introdujo el juego de Kassandra y Alexios, poder elegir entre un personaje masculino o femenino, personalización y progresión con un sistema de loot y pequeños toques RPG, junto a todo lo que esperamos de un juego de Assassin’s Creed. Todo suena entonces muy familiar, pero si Ubisoft quiere seguir la buena senda que empezó con Origins debe hacer algo más que acomodarse en lo que le salió bien con sus últimos lanzamientos.

Odyssey conseguía coger la propuesta de Origins para traer nuevas y mejores ideas, pero aún así seguía arrastrando los problemas típicos de un juego de mundo abierto de estas características, con una gran selección de misiones de recadero siendo todas exactamente iguales sin ningún tipo de gracia. Y, aunque el sistema de decisiones era interesante y daba lugar a cambios en la historia, no llegaba a ser demasiado extenso. Por ejemplo, al principio de Odyssey tenemos una misión secundaria en la que debemos decidir si salvar o no a una familia que ha sido afectada por una epidemia; si lo hacemos toda la isla se verá infectada y cambiará por completo su paisaje. Sin embargo, este aspecto se veía bastante diluido a medida que pasaban las horas. Por otro lado, aunque la exploración del mapa se mejoró con pequeñas indicaciones que te daban los npcs de cada misión, dejando un poco de lado los mil y un puntos en el minimapa, esto se quedaba en la superficie a las pocas horas de juego, y acababa siendo un más de lo mismo. Una pena, porque creo que el fomentar una exploración mucho más inmersiva para el jugador con un mapa tan lleno de detalles como los que nos tiene acostumbrados la franquicia, le sienta como anillo al dedo. Perderse por la Antigua Grecia era un gustazo para los sentidos, y aquí Valhalla tiene una de las más importantes tareas a mejorar.

Con todo esto lo único que quiero decir es que Valhalla necesita mucho más que ser un Odyssey de Vikingos con un mapa dos veces más grandes y con siete veces más de contenido. Si quiere ser una entrega digna dentro de la franquicia debe mejorar lo visto hasta ahora, presentar nuevas reglas al juego y, en definitiva, llenar de calidad una marca que se ha visto afectada por el síndrome del pez globo. Cada juego siempre es más que el anterior, y se nos llena la boca al decir que este mapa es no se cuantas veces mayor al de este otro juego, pero esto no es más que una fachada, una ilusión que no nos deja ver el contenido real que estos tienen. Más no siempre es mejor, y a Assassin’s Creed Valhalla ahora mismo necesita ser mejor.