Una valoración de lo que ha supuesto este último año para Sony, Microsoft y Nintendo

Antes de nada, me presento. Soy Asier Jimeno y llevo muchos años hablando de videojuegos en diferentes partes de la Internet. Pero como se me da muy mal hablar de mí mismo, para que me conozcáis un poco más y veáis mi forma de pensar en estas cosas, os traigo mi propia valoración de lo que ha supuesto 2021 en el mundo de los videojuegos. Porque muchas veces hablar de las empresas que hacen los juegos, nos ayuda mucho más a entender después el porqué de algunos de ellos.

Para mí hay un tema que ha marcado sobre todos los demás este año que dejamos atrás. Uno, obviando por supuesto, todos los litigios legales, tanto el que se ha dado entre Epic y Apple como, sobre todo, entre Activision y sus trabajadoras. Temas que quizás tienen menos que ver con videojuegos y más con el dinero o, en el caso del segundo, con la simple ética.

El tema del que os hablo es el curioso cambio de estrategias que se está dando en la industria. Y cómo, pese al claro liderazgo de PlayStation frente a Xbox y el adelantamiento por el terreno portátil de Switch, que no tiene freno, es Microsoft la que está marcando el camino a seguir de todo el sector. Fue en el E3 de 2018 cuando se anunciaba a bombo y platillo la compra de Ninja Theory y otros cuantos estudios por parte de la marca Xbox. Desde entonces, no paramos de escuchar nuevos de estos anuncios hasta el que fue el colofón final: la adquisición de nada menos que Bethesda (ZeniMax Media).

Pero ha sido durante este año que, con diseño de plantilla para los posts de Twitter incluido, Sony se ha propuesto crear un clima similar alrededor de su marca. Anunciando poco a poco la inclusión de diferentes estudios a la familia PlayStation. Hablo de “clima”, por supuesto, porque por lo que se ha visto, estos movimientos, al menos por el momento, han sido menores en número y en tamaño. Aunque estratégicamente muy pensados.

Hemos visto por ejemplo que, tras la buena recepción de Returnal, sobre todo de crítica, PlayStation ha buscado en Housemarque un revulsivo para contrarrestar las noticias sobre el supuesto cambio de enfoque de Jim Ryan. Que según decían iba a dar prioridad a proyectos “blockbuster” sobre otros con un perfil mediano o más creativo. Para muestra la reestructuración del mítico Japan Studio y el posterior rebranding a simplemente Team Asobi. Después, Sony fue publicando nuevos logos que se añadirían a PlayStation Studios con un perfil más específico. Como Nixxes, expertos en ports para PC, que decía mucho de otro gran cambio de estrategia en la empresa: la llegada paulatina de los exclusivos a la “master race”.

El caso de Firesprite, el siguiente en la lista, también nos dice mucho del rumbo de PlayStation. Son un estudio formado por, curiosamente, exempleados de Sony con experiencia en IPs como Wipeout. Pero que, de un tiempo a esta parte, han destacado por su trabajo con la VR. Estudio que parece que lleva tiempo ya trabajando mano a mano con Guerrilla en Horizon Call of the Mountain, el que parece que será el cabeza de cartel de las PlayStation VR2 que conocimos hace unos días. Fue sin duda Bluepoint la adquisición que más ruido hizo, aunque también la más evidente. Filtraciones a parte, después de tantos proyectos colaborando, cada vez más exitosos, la compra del estudio experto en remakes se sentía algo orgánico. Lo que no era tan evidente era que, para sorpresa de todo el mundo, su primer proyecto no sería un relanzamiento de un juego ya conocido con mejores gráficos, sino algo nuevo. Y hace unas semanas, ha sido Hermen Hulse el encargado de anunciar el último estudio que comprarían en 2021: Valkyrie Entertainment. Una adquisición que no dará grandes titulares, pero que probablemente sí alegrías. Este estudio ha llevado gran parte del peso de desarrollos como el del God of War de 2018 y Ragnarok o Forza Motorsport. Y apunta a funcionar como equipo de apoyo para Sony Santa Monica, lo que presumiblemente permitirá a estos últimos tener capacidad para llevar dos proyectos de forma simultánea.

Todo esto, son movimientos empresariales de los que todavía no hemos visto realmente nada. Pero a la vista de las últimas imágenes de Starfield, Redfall o Hellblade 2, Microsoft puede estar más que contenta con los suyos. No ha sido solo en la ampliación de equipo en lo que Xbox ha tomado la delantera, sino que hay movimientos mucho más profundos en la industria que todavía no sabemos si quiera cómo afectarán a largo plazo. Sí, toca hablar de Game Pass.

El servicio de suscripción no ha hecho más que crecer durante este año. Y este parece ser el camino de la industria. Irónicamente Nintendo, la empresa que en su y lo ha ampliado con su propio “pase de expansión”. Y si me permitís, comunicado de forma bastante torpe. Pero al final es ahí a donde apunta, a ir poco a poco creando un catálogo de “clásicos Nintendo” dentro de su propio servicio de suscripción. Y según dicen las filtraciones, Sony no se quedaría atrás. Poniendo por delante que nada de esto está confirmado, es cierto que ya son varias fuentes las que hablan de una reorganización de los servicios online de PlayStation, bajo el nombre en clave “Spartacus”. La idea parece que sería unificarlos todos bajo una misma suscripción en tres tiers: La más baja sería lo que a día de hoy ofrece PS Plus. Después tendríamos un segundo nivel con una PS Plus Collection ampliada (PS4 y PS5 en el futuro). Y por último un nivel premium que incluiría un catálogo de clásicos, juego en la nube y demos ampliadas (muy similar, como veis, a Game Pass Ultimate).

Pero lo que no esperábamos de estos servicios es el efecto que causaría en lanzamientos concretos. Es muy curioso ver cómo la plataforma de Xbox ha hecho destacar a proyectos que a priori quedarían en un segundo plano. Hablo de Outriders, de Psychonauts 2 o del propio Forza Horizon 5, que aun siendo un gran triple A, nunca había llegado a cifras como los 10 millones de jugadores que publicaba Phil Spencer. Juegos que han encontrado aquí un impulso y que dibujan un horizonte muy chulo con hueco para dobles A y cosas que quizás a priori no son tan populares.

Como veis, parece que estamos en un momento de transición, con una generación que no acaba de arrancar por la crisis de componentes y con los desarrollos ralentizados por el COVID. Pero se siente más como una guerra fría (odio utilizar símiles bélicos para hablar de consolas) en la que todos están colocando sus cartas boca abajo en el tablero, esperando su turno en una nueva ronda.

A ojos de muchos, 2021 ha sido un año en el que todo se ha parado un poco en el mundo del videojuego. Pero ha sido todo lo contrario. Todo se ha movido, solo que todavía no lo hemos visto.