La dilución narrativa no será el mayor problema de una secuela que aún tiene muchos cabos por atar

Desde que Final Fantasy VII Remake llegó a nuestras tiendas el pasado viernes 10 de abril no parece haber medio, red o usuario empeñado en opacar su existencia, encontrándose en una primera plana mediática y social que ocupa la boca de todos; sorprendentemente, para bien. La nueva obra de Square Enix, dirigida por el eternamente polémico Tetsuya Nomura y producida por el más que mítico Yoshinori Kitase, revisita el clásico de 1997 – al parecer – con gran acierto, habiendo logrado silenciar aquellos comentarios que meses ha se hacían fuertes a base de criticar su naturaleza pseudo-episódica. No por ello las misivas de aquellos que entonces se cuestionaban el futuro del que probablemente sea el mayor remake que se haya hecho que se está haciendo jamás en nuestro medio dejan de tener sentido, resonando hoy en las cabezas de unos fans que, aunque ilusionados, todavía cuentan con una ancha lista de preguntas que deberán de ser respondidas en los meses venideros. La mayoría de ellas, relacionadas con su propio progreso; con el tratamiento que deben de recibir como aficionados a la franquicia.

Nada hay escrito y nada hay dicho sobre Final Fantasy VII Remake 2 (o Final Fantasy VII: Remake Parte II; tan siquiera su nombre se ha especificado). Si bien es lógico esperar una ventana de lanzamiento que abarque desde el año próximo hasta el fin del año fiscal 2022, aún no hay noticias sobre su estreno aproximado ni sobre las plataformas en las que aterrizará; mucho menos sobre los acontecimientos narrativos que se encargará de tratar y expandir – dejando siempre hueco a, al menos, un muy presumible Final Fantasy VII Remake 3 -. Todo lo que lo rodea, todo lo que nos concierne de momento, es, por tanto, un misterio, y poco sentido tiene tratar de ahondar en la poca luz arrojada al respecto si no se quiere caer en burdas hipótesis o conjeturas. Es necesario, sin embargo, empezar a plantear desde ya – y reivindicar, en el caso de que sea necesario – un tratamiento justo de la información y de los avances del entusiasta acérrimo, así como de aquel novicio que entre sin quererlo ni beberlo en las puertas de esta secuela y ante el que debemos de evitar a toda costa que 40 horas de juego se resuman en un anecdótico vídeo resumen de un par de minutos.

Dividir la historia de Final Fantasy VII en varias partes no es arriesgado por sus repercusiones narrativas, sino por las implicaciones que esto tiene en el progreso del jugador (veterano o no).

La cosa es que – sin que esto sea una crítica a su más que suficiente duración; nada más lejos de la realidad – en Final Fantasy VII Remake cuando uno finiquita la campaña de cabo a rabo y lleva una cantidad indecente de misiones secundarias completadas a sus espaldas, el juego sorprendentemente se acaba. No hay más. En ese momento, tal y como ocurre en la gran mayoría de títulos, todo nuestro progreso cae en un vacío absoluto; ya no es divertido jugar. La diferencia es que en la epopeya de Cloud, como si de un Mass Effect se tratase, el viaje continuará. Quizás no ahora, pero lo hará. Seguirá girando. Obviar todos los sacrificios que un entusiasta aguerrido haya podido conseguir en su peregrinaje de cara a dicha perpetuación directa, ya sea en forma de recursos, niveles o equipamiento, sería, ante todo, una falta de educación hacia su tiempo y vida personal.

Entiendo que la implementación de estos avances en futuros capítulos no debe de ser moco de pavo. Si lo fuera, significaría que todo el tiempo invertido en el producto original se habría visto resumido en un selector de dificultad o, en el mejor de los casos, en un algoritmo de dificultad dinámica. No obstante, tampoco creo que la privación de estos tuviese sentido de cara a elementos como un inevitable endgame clásico que, tarde o temprano, tiene que hacer acto de aparición (expandiéndose, además), y al que el usuario, de seguir el modelo predecible, deberá de enfrentarse con palos y piedras. De la misma manera que los tres discos del juego original compusieron un mismo viaje orquestado, no debemos de dejar que las dilataciones temporales presentes entre los lanzamientos de los diferentes episodios nos rompan esa ansiada sensación de progreso; ese periplo que durante tantísimos años hemos esperado revivir. Está en mano de Square Enix perpetuarla, pero también en la nuestra el hacer visibles nuestras necesidades como jugadores. Cuando toque luchar, espero que sepamos estar a la altura.