(Pero del que todos hablan)

Hay licencias que son casi un fetiche. Alguien que ha crecido con Pokémon sabrá que, por mucho que quieras a la saga, tienes que saltar unos cuantos aros (sobre todo en lo técnico) para llegar a justificar una compra más allá del “es que me gusta”. La barrera psicológica en ocasiones es muy alta, y eso no es malo de por sí. Los gustos tiran mucho, muchísimo, tanto para llegar a comprarte siempre la consola de una misma marca. De lo que quiero hablar hoy no es tanto de fanatismo como de ética de consumo, de qué se considera lícito y qué merece que te comparen con una de las peores personas que han existido sobre la faz de la tierra. También me voy a centrar únicamente en videojuegos principalmente porque comprarlos no son necesarios para vivir y porque es de lo que va la polémica de los últimos años y que ayer se fue de las manos.

 

 

 

Estos días he estado con dos juegos maravillosos, Metroid Dread y LEGO Star Wars: TSS. Ambos tienen varias cosas en común: son de dos de mis sagas favoritas, procuran reinventarse dentro de una fórmula muy manida y ambos me han incomodado. Tanto en MercurySteam como en Traveller’s Tales se parieron estos juegos con unas políticas de trabajo no muy recomendables. Desde el desprecio absoluto a exempleados hasta horas extra inhumanas, ambos juegos han requerido sangre, sudor y lágrimas, y en mis decenas de horas de juego no he podido sacarme ese pensamiento intrusivo de la cabeza. Sé que es algo personal y que a la mayoría de gente le va a dar igual porque no están dentro de la burbuja mediática que es esta industria, y no voy a enfadarme con mis amigos por regalarme un juego hecho con condiciones de semiesclavitud sin saberlo. Al mismo tiempo, la industria de la animación (sobre todo oriental) está llenita de historias así, pero esperamos al último capítulo del anime de temporada. La industria del entretenimiento está cimentada sobre los creadores para lucrar a los de arriba, pero la diferencia que percibo es que casi nunca hay un nombre propio detrás.

La gente mala existe. Esa es una realidad que a veces cuesta asimilar, pero la gente mala existe. Por lo general no son villanos de película que disfrutan viendo sufrir a todos los que le rodean, sino gente con unas ideas moralmente cuestionables. Veo el mundo de esta forma, por tanto creo que no deberías existir a menos que sea para sacar partido de ello. El odio se alimenta de aquellos que odian más que tú y se justifica por los que te atacan por odiar; se puede dejar de odiar, pero lleva mucho más tiempo y la marca que habrás dejado estará presente más de lo que te gustaría. El chaval mágico presentó un mundo en el que muchísimas personas querían meterse, y con el paso del tiempo bastantes han abandonado el barco, ya sea por las implicaciones del mismo, por las ideas de su autora o por ambas. Esta señora apoya de forma activa a gente que piensa que las personas transgénero no deberían existir; no me refiero a que no casen con la ideología, sino que no quieren que esas personas directamente existan. Aquí llegamos al punto en el que entra el debate de separar obra y autor, en el cual cada uno tiene una idea y no hay una solución perfecta. Es eso, un debate, con sus peros y sus condiciones, pero es que muchos ni siquiera han llegado a profundizar porque no es algo para ellos de vida o muerte, como parece que es para internet.

Si algo nos ha enseñado internet es que las personas no existen. Todo son nombres raros y un png para supuestamente representar a un ser humano, por lo que si hago una página web en la que puedes buscar si un streamer ha jugado a cierto juego o no es lícito. Sin embargo, no es la primera vez que se hace, ya que se hizo algo muy parecido cuando salió Celeste: Farewell. Ahí la movida fue que había 5 píxeles representando una bandera LGTBQ y una trans, y por ello se decidió hacer un Google Docs con todas las cuentas de Twitter y medios que cubrían el juego. Ya no es un tema de que una opinión sea mejor que la otra, es que la forma de actuar es exactamente la misma, y eso supone un problema. La gente que opine distinto verá justificado su punto, y los que estén aún reflexionando y analizando sus propias ideas se verán rechazados ante una respuesta tan ridículamente desproporcionada. De nada sirve intentar asentar un debate (porque es un debate) si nos negamos directamente a que este surja, declaro que el que no piense como yo es mi enemigo y encima le comparo con un nazi.

 

 

Si bien no podemos quedarnos en que “no hay consumo ético bajo el capitalismo” como si fuera un comodín, la superioridad moral queda fuera de lugar cuando somos hipócritas, y aplicamos dicho discurso para lo que me gusta y el resto lo dejamos de lado, ya sea el niño mago, Overwatch 2 o el mundial de Qatar. Todos tenemos un punto de debilidad en el que nuestra balanza mental se rompe y preferimos jugar y dar pasta a la empresa que abusa de empleados. Dicho así suena bruto, pero la realidad es la que es: somos débiles. The Last of Us: Parte 2 es un pepino de juego, se habló de lo mal que lo pasaron los empleados de Naughty Dog, pero el remake del primero ha vendido como churros (y las prácticas en la empresa y los responsables siguen ahí). Sí, es cierto, no hay consumo ético bajo el capitalismo, pero las consecuencias siguen estando ahí, sobre todo si eres una figura pública. Si bien muchos encuentran en los medios de comunicación e influencers una fuente de información muy valiosa para entender y saber qué esperar de la industria, para otros muchos son una lista de recomendaciones continua para añadir juegos a la lista de deseados, y eso no está mal. Todas las industrias del entretenimiento funcionan así, porque si no se habla de Bruno, Bruno no existe.

A esto se le suma que, si tu ves a un creador de contenido concreto, es porque reconoces su trabajo y tienes cierta afinidad a su forma de expresarse, y es más que entendible la decepción de una persona transgénero si su streamer favorito apoya de forma indirecta a otra persona que no le quiere con vida. Surge una responsabilidad extra acerca del contenido que fomentas de cara al resto del mundo en tanto en cuanto dicho contenido tiene repercusión en el éxito de ese producto. Por supuesto, puedes tratar de evadir dicha responsabilidad y hacer lo que quieras si valoras que tu disfrute está por encima de ello y es perfectamente lícito, pero las consecuencias van a seguir existiendo por mucho que las ignores. Otro caso distinto es que necesites comer y, siendo sinceros, más de una redacción se va a ver beneficiada de toda la polémica que envuelve al título. Otras tantas se van a apoyar en que la clave recibida es de prensa, y aunque no están dando dinero a esta señora sí que alimentan al monstruo con la publicidad. Decir siquiera que estás jugando a un título, aunque no hagas un stream o escribas un artículo, es llamar la atención sobre aquello que se quiere evadir. Mientras nos tiramos mierda por querer jugar a un jueguito, el verdadero malo de la película recibe publicidad gratis para su producto. No odies al jugador, odia al juego.

Siento que he hablado de todo y he hablado de nada, pero es un debate tan amplio que toca tantos palos distintos que profundizar bien en ellos requiere un esfuerzo mental que a estas horas no le voy a dedicar. Por ello, he querido dejaros a personas con opiniones que considero relevantes para limpiar el espacio de conversación. Este tipo de lucha encarnizada por ver qué bando puede anteponerse se ha hecho otras veces, pero esta vez se ha ido completamente de madre. Atacar a medios que trabajan activamente por reflejar a personas del colectivo o que les han apoyado económicamente es desproporcionado. No he venido a sentar cátedra porque, de nuevo, es mi más que humilde opinión, pero no creo que insultarse y tirarse las cuentas los unos a los otros sea la solución correcta. Juzgar a una persona como lo peor por darle diez duros a una señora que nos puede enterrar en pasta dice más del ambiente en el que se generan estos debates que de la persona en sí. Por si no ha quedado claro: no voy a comprar este juego porque no quiero que mi dinero vaya a financiar campañas de odio. No compro juegos de ABK ni de Ubisoft por la misma razón, ya que seguir engrasando una maquinaria que antepone un chute de serotonina a la vida de sus creadores no me parece ético. Solo decirte que, tanto si quieres donar para sentirte mejor contigo mismo o no sabes qué hacer con el dinero que ibas a destinar para el mago, tienes miles de causas a las que apoyar, ya sea donaciones a bancos de alimentos locales, catástrofes internacionales o asociaciones de tu ciudad.

Por cierto, cuando salga el Atomic Heart volvemos a abrir el melón de las financiaciones y a dónde va el dinero, que va a ser muy divertido.