Calidad cuantificada y guerras interminables

Este texto llega unas horas tarde. Principalmente, porque el lanzamiento de Biomutant fue ayer y, en líneas generales, parece que todo el mundo ha soltado su opinión, porque de esto iba la cosa ¿no? Bueno, tal vez la demora sea lo mejor, así puedo dedicar mi esfuerzo a escribir estas líneas sin pensar en los cientos comentarios que vendrían en formato acoso-derribo si, por vicisitudes de la vida, alguien con cierta influencia decidiera exponerme. Además, como suele suceder, más pronto que tarde estaremos con otro tema y, en líneas generales, la polémica con Biomutant pasará, sin más. Sobre todo si pensamos en los meses venideros, caldo de cultivo para anuncios, coberturas de prensa y posteriores arremetidas contra el que “no hace/dice lo que me gustaría”.

Mientras termino de contar los innumerables beneficios de los maletines que recibo en subterfugio — lo cierto es que me fascina confabular contra empresas milmillonarias yo solito — intentaré bocetar lo sucedido. Biomutant es un título del que nunca tuvimos las ideas especialmente claras desde su aparición en escena, allá por 2017, tal vez por lo rocambolesco de su fórmula, que parecía aunar algo de Rol con Hack and Slash en un mundo abierto de mapachejos (y otros bichos, al parecer) molones y coloridos. Todo aderezado con vehículos, monturas, disparos, magia, jefazos, facciones, y un estilo cartoon que se hace presente en el uso de onomatopeyas extraídas de cómic. En general, un batiburrillo de ideas que, aun fascinándome, no terminaba de estructurar en conjunto, como si de una falta de concreción se tratase. La acumulación de ciertos retrasos tuvo que lidiarse en su momento con declaraciones para justificar que, si bien el juego era ambiciosamente grande, el equipo de desarrollo de Experiment 101 se compone de unas 20 personas y, tal vez, las expectativas frente a un concepto triple A deberían diluirse.

Biomutant

¿Cuál ha sido, entonces, el problema? Bueno, tras años de espera, resulta que Biomutant ha acabado siendo un título ciertamente usual, sin nada extremadamente increíble más allá de lo peculiar de su concepto. Ciertas carencias en lo narrativo y poca espectacularidad en otros apartados hacen que los análisis de prensa hayan sentenciado de forma dispar, reflejando todo un abanico de opiniones entre las que destacan tanto las más halagüeñas como las más desalentadoras. Sorprendentemente, aunque acostumbremos a presenciar un review bombing o un flujo de amenazas y críticas constantes cuando la prensa “se pasa” poniendo notas altas, esta vez ha sido al contrario. 

Destaca la reseña realizada por Vandal, posiblemente la más crítica con el título, al menos de habla hispana. Por mi parte, y creo que muchos lectores de la misma podrán coincidir conmigo, creo que el tono empleado, al menos en varias de las ocasiones del texto, no es ni mucho menos el adecuado. Por una parte hay que entender que este tipo de análisis es plenamente subjetivo, de ahí la diversidad de opiniones con respecto al título. El analista no es un ente omnipotente que, con una visión trascendental, desestructura cada bit de la obra para elaborar una escala numérica que la represente. Por otro lado, es precisamente esa subjetividad la que debería medir las palabras empleadas y, tal vez, reducir el ensañamiento con una obra a la que ridiculizar, tendiendo más bien hacia la reflexión y justificación de opiniones. Es posible criticar algo, ver lo bueno, lo malo, argumentar acerca de todo y construir un texto que, al menos, no deje al estudio en una posición tan vulnerable y tan “malévola” pero, eso sí, esto mismo era aplicable también en la época de No Man’s Sky y Hello Games.

Es difícil tener en mente la capacidad de difusión de nuestras palabras. Tal vez el analista deba repensar su forma de comunicar descontento, pero a su trabajo se han sumado cientos de usuarios que lo critican, lo amenazan, lo tildan de sonyer, vendido y conspirador contra Microsoft. He llegado a ver que su problema es psicomotriz, por no saber jugar a videojuegos y tener que emplear el “modo periodista”, por lo que es obvio que le pareciera aburrido y repetitivo. En definitiva, una constante escalada en la crispación que, para muchos, no deja de ser su pan de cada día, deseosos del más mínimo error en la prensa, en el desarrollo del videojuego de la competencia o de algún individuo influyente para, sin temor alguno, ensañarse en obtener un respaldo para sus gustos, una necesidad de aprobación. Y para ello hay que señalar a un contrario. Sobre esto, los compañeros de Navigames publicaron su opinión ayer y, dada la polémica que rezuma estos días, no puedo sino recomendaros su lectura que, como estas mismas líneas pretenden, pone en pausa la guerra para encontrar la paz.

El asunto de las notas numéricas es, y será, un problema. La necesidad de emplear cifras para categorizar obras, así como sucede en el cine, solo incrementa la sensación de objetividad porque hay algo cuantitativo a lo que agarrarnos. Al final, es lo más común del mundo encontrarnos con películas cuya crítica la colocaba en posiciones mediocres y que, sin embargo, nos fascinaban. O sucesivos filmes premiados que, al final, eclipsan a muchos otros que podían ser incluso mejores para nosotros. Si, a juicio del analista de turno, algo está mal, es lógico que su planteamiento sea mostrarlo. Al fin y al cabo, es su trabajo. Ahora que Biomutant está a la venta y más gente ha podido jugarlo, más de uno se ha encontrado con que, efectivamente, el juego no es lo que esperaba, mientras que otros han disfrutado de lo lindo. Como es ya costumbre, no somos capaces de relativizar.

Desear la muerte a alguien por opinar diferente a nosotros sobre un producto cultural está difícilmente justificado. Si bien las palabras del analista pueden ser desafortunadas, pensar en tumbar su carrera en una industria que, si abrimos un poco los ojos, vemos que no es ni mucho menos un ideal en cuanto a estructura laboral eficiente y enriquecimiento. Tanto los desarrolladores, periodistas, representantes y demás colectivos del medio viven en situación incierta (al menos en gran parte de los casos) y donde el debate podría ser sano y tendente hacia la concordia, se concibe como lo contrario. Además, largos años de reservas desastrosas y lanzamientos problemáticos no parecen bastar para concienciar sobre el buen uso del dinero. No, la prensa no sirve como un justificante de compra. No es conveniente emplear los análisis de forma exclusiva para que alguien nos diga: “sí, tranquilo, cómpralo”. Debemos ser nosotros quien, tras leer opiniones diversas, análisis variados y, en definitiva, habiendo formado una idea real de lo que puede implicar para nosotros, decidamos comprarlo. ¿Es inútil el análisis entonces? Ni mucho menos, puede servirnos para afianzar esas ideas previas o incluso para reflexionar a posteriori, pero nunca debemos tomarlo como una verdad absoluta pues, nuevamente, la subjetividad está presente.

Sin duda, Biomutant no ha sido el lanzamiento esperado. ¿Es justificable todo dado el tamaño del estudio y las circunstancias? Bueno, sobre eso existen opiniones dispares. A mi juicio, la crítica debe ser lo más representativa posible de la realidad. Para ello, entender las limitaciones del estudio es una condición indispensable, pero no sin dejar de resaltar los aspectos negativos. Es un asunto complejo, pues no todos los videojuegos tienen las mismas aspiraciones, no pueden cortarse por el mismo patrón medible, ni pueden valorarse sin tener en cuenta determinadas condiciones. Ahora bien, el debate, en lugar de plantearse sobre si la crítica es acertada o no, vira hacia lo destructivo, hacia el ataque y la conspiración constante. ¿No nos parece adecuada la opinión sobre el título? Bueno, siempre tenemos la opción de jugarlo y, entonces, nuestro argumento tendrá el peso suficiente para debatir con el analista sobre su opinión.