Review de DalasReview

Una de las razones por las que prefiero evitar la experiencia social digital de los videojuegos, es porque es un medio tremendamente reaccionario. No soporto esta suerte de inmadurez colectiva, y entiendo que muchas personas permanecen alejadas del mismo por esa razón. En realidad, queremos que nos tomen en serio, pero seguimos actuando como criaturas mononeuronales, que a la primera de cambio, a la primera desviación del curso oficial, encendemos todas las alarmas y alzamos el grito al cielo. Soy optimista respecto a la salud y el desarrollo de los videojuegos, pero si me preguntasen qué es lo que podría lastrarlos hasta frenar en seco su evolución, diría que es la vomitiva infantilidad de su público.

Hace algunas horas, el camarada Antonio Molina publicó un artículo en donde habla sobre la polémica review de la PS5 que Ian Walker escribió para Kotaku, y defiende su postura respecto al entramado político y económico que hace de la compra de la consola de Sony algo propio de personas privilegiadas. Ya lo adivinaste, ¿no es así? Muchos lectores perdieron la cabeza. Y a pesar de que no negaré que es algo muy disfrutable ver a estas criaturas llorando porque en el último fragmento de la review le han metido una perspectiva distinta, no técnica, del juguete de Sony, lo cierto es que sigue hablando bastante mal sobre hacia dónde nos estamos dirigiendo. Es la review de un juguete, de un pedazo de metal que correrá los juegos (que es lo que en verdad importa), y la gente no puede parar de llorar porque le han dicho palabras con una connotación ajena a ese porno estético con el que se entretienen, viendo a cuántos frames por segundo puede moverse la capa de ese personaje secundario. Honestamente, tuve que verlo con mis propios ojos para creerlo.

Son días bastante extraños. Es obvio que traen transiciones, fundidos a negro, conclusiones…pero también retornos, debates que se vuelven a abrir y otros que se abren por vez primera. Al día siguiente de aquella ideológica y políticamente alienante review, el personaje más querido por la comunidad de internet, DalasReview, anuncia que busca a alguien, como él, polifacético, un programador que también sepa de animación y modelaje. Y lo busca porque pretende revivir uno de los mejores memes que nos dejó el 2017, la sucesión de basuras videolúdicas denominadas FurFun.

Esto me parece interesante, porque creo que, aunque es un tema que nos ha pasado de cerca, no nos ha encontrado del todo. ¿Hay que separar a la obra del autor? Es un debate que ha tocado al resto de artes y que recientemente, en México, tuvimos la oportunidad de discutir. Un director de cine, llamado Michel Franco, lanzó una película con una subyacente ideología de ultra-derecha; un despropósito cinematográfico que retrata las pesadillas más profundas de la clase burguesa mexicana, y que criminaliza, a su vez, los levantamientos que buscan acabar con las hegemonías que oprimen a la gente. Nadie separó a la obra del artista, y aunque hubo algunos críticos que apoyaron el mensaje, el consenso fue general: que la obra refleja, inevitablemente, una visión del mundo, una forma de descomponer la realidad. Pero esa película y ese director fueron una excepción, porque para el resto de películas, libros y pinturas, insistimos en el divorcio entre arte y artistas. Se da que, en ocasiones, la obra no refleje explícitamente una visión, una ideología política, pero que el autor sigue representando algo, y que por esa representación ajena a la obra, esta cobre un matiz diferente. Tal es el caso, me parece, de FurFun y su “desarrollador” DalasReview.

 

 

 

Además de ser conocido por su apoyo a Donald Trump, su oposición a la exigencia de los derechos civiles, y sus múltiples denuncias y escándalos por acoso sexual hacia menores de edad, también es el autor de un libro bastante horrendo (del cual tienen una excelente review aquí) llamado Fugitivos en el Tiempo. Es precisamente esta obra, el hecho de que haya podido existir y ser comercializada, lo que me lleva a escribir este texto. ¿Por qué puede un YouTuber, que se mofa del trabajo de los escritores reales, venir y pretender que puede hacer lo que ellos? ¿Por qué puede vender y ganar dinero con base en esa pretensión? Sencillamente, porque es famoso. Porque ser famoso anula toda clase de barreras, aunque en el proceso realices un trabajo digno de vergüenza. Este mismo “autor” decidió, un día, que también era desarrollador de videojuegos. Y lo era porque era famoso, ¿quién iba a decirle que no? No sus fans, desde luego, aunque sí mucha más gente. mucho más capacitada para la vida en general. FurFun fue tan horrible que el propio Dalas, siguiendo su estilo farandulero y de puro clickbait, “autocriticó” su propia obra y la borró de Steam un año después de publicado. Y ahora, porque es famoso, regresa al mismo lugar, a alimentarse injustamente de su estatus para ganar dinero.

Dalas no es famoso, a diferencia de otros autores, por tener una visión crítica de la realidad, por retratar de manera compleja sus experiencias vitales o por usar el lenguaje para crear belleza. Dalas es popular por ofrecerle a los adolescente una narrativa maniquea y reduccionista del mundo, y por compartir esa narrativa en forma de videos cargados de clasismo, misoginia y simplificaciones de temas profundos que resultan penosas. FurFun, a nivel diegético, era un juego que contenía chistes racistas y misóginos, pero había una doble comicidad para con esos sistemas, que era el hecho de comprar el juego, de legitimarlo, a través de la transacción, como producto de entretenimiento. El hecho de apoyar a esa clase de personas. Porque siempre, siempre hay una estructura detrás. Igual que detrás de Call of Duty hay contratos multimillonarios que repuntan las ventas de armamento militar real, detrás de FurFun hay una megalomanía, una actitud reaccionaria disfrazada de originalidad, y una persona detestable. El autor es su obra, de una forma u otra. No puede, no pueden ser otra cosa que el otro.

No me sorprendería ver que este tema se convierta en tendencia dentro de poco. Siempre estamos llegando tarde, y siempre tenemos dificultades para continuar más allá de las premisas básicas. Cuando salga FurFun, espero que los consumidores hayamos madurado y entendido el significado de comprar ese tipo de juegos, con ese tipo de autores detrás. También sería genial que el juego fuese tendencia por haber sido descargado masivamente de forma ilegal, y que DalasReview haga un vídeo de dos horas defendiéndose por seguir trayendo basura a la mesa. Claro, también, como niños grandes que somos, podemos simplemente pasar del juego, ignorarlo y que muera deliciosamente en el olvido. Tampoco me molestaría analizarlo una vez estrenado, descargado de algún foro ilegal y despotricando en un análisis paródico. Quién sabe. Son días extraños, siempre hay un nuevo meme a la vuelta de cada día.