Una realidad incómoda

La inminente llegada de PlayStation 5 este 12 de noviembre ha inundado las redes de análisis o reviews de la consola, destripando cada una de sus características en extensos artículos que alimentan el hype que precede al lanzamiento de una nueva generación. Un evento que solo tiene lugar cada 6 ó 7 años y que es muy esperado por todo el mundo, incluida latinoamérica unida. Mientras esperamos que Sony no haya pasado por alto el envío de PlayStation 5 a HyperHype para conocer nuestra estimada review, hablaremos sobre el hype que suscita en todas sus formas. En el hype, somos muchos quienes marcamos el 12 de noviembre en el calendario confiando en que nada malo vaya a ocurrir ese día, alejándonos de todo aquello que sea aciago para nosotros, aunque eso incluya un baño de realidad en una review de PlayStation 5. Es por ello que el youtuber Vito ha puesto el grito en el cielo al encontrarse amargas declaraciones al final de la review de PlayStation 5 de Kotaku, cuestionando si ese debería ser el papel del periodismo de los videojuegos.

La review de Kotaku cuenta con un total de 3281 palabras hablando de forma condensada y precisa sobre: la apariencia, su peso, su forma, el sistema operativo, la interfaz, la memoria SSD, el tiempo de carga, los aspectos más técnicos del hardware, la retrocompatibilidad… etc. Nada objetable hasta el final, donde dedica solo 223 palabras de 3281 a hablar sobre un tema crudo de la realidad. Ian Walker, autor de la review de Kotaku, podría concluir en ciertas razones por las que merecería la pena o no comprar ahora mismo la PlayStation 5, pero añade que sería negligente no considerar la situación por la que está atravesando ahora mismo el mundo. Un mundo sacudido todavía por la pandemia del covid-19 que está afectando severamente a Estados Unidos con un sistema de salud que pondera una vida sobre otra en una balanza económica que rompe, fragmenta y evidencia aún más la brecha existente entre ricos y pobres. En un deje que culpabilidad, Ian Walker confiesa que: “[…] por las razones mencionadas anteriormente y más, mucha gente simplemente no podrán comprar una PlayStation 5, independientemente del suministro. O si pueden, las preocupaciones sobre la creciente austeridad en los Estados Unidos y la creciente amenaza de violencia política generalizada reemplazan cualquier entusiasmo sobre el SSD de la consola o cómo el raytracing hace que los reflejos sean más realistas.” Es un hecho que está ocurriendo ahora mismo pero a diferencia del juego de negar o afirmar que la tierra es plana, negar esta realidad es despreciar las vidas humanas que se cobran con el covid-19. 

Esta constatación de Walker ha generado todo tipo de reacciones en las redes sociales sobre el derecho a la información objetiva, si el periodismo debería limitarse estrictamente a PlayStation 5… etc. El youtuber Vito alude a que su deber como periodista es informar, y no ser un blogger entrando en política o en apreciaciones personales tratándose de un producto destinado a hacer disfrutar a la gente. ¿Y si fuera un mal producto y no fuera divertido estaría faltando a su deber? Si un artículo no cumple lo esperable o las expectativas, no tanto por el análisis, sino por lo que ofrece en sí mismo el producto es fácil encontrar una disyuntiva: ¿el periodista debe ser objetivo o debe atender a lo esperable? La “chorpresa” de todo esto, es que no hay información 100% objetiva. Por descarte queda atender a lo esperable y, si bien, una review de PlayStation 5 no es lugar idóneo para hablar de un tema tan serio con la propiedad y extensión que merece, solo está presente como argumento a favor de que Microsoft y Sony no han elegido el mejor timing o momento para lanzar sus videoconsolas de nueva generación.

Acto I: La sombra de la realidad

Lo que pesa no es la palabra. Tampoco las intenciones del autor, ni tampoco el hecho de estar en una review de PlayStation 5… lo que pesa es una sombra incómoda o un deje sombrío de culpabilidad para quién lo sienta así. Nadie está hablando de ser culpable o de no poder disfrutar del hobby como el que más, pero es una percepción propia que está ahí presente de alguna forma sin que nosotros podamos negarnos. Lo que nos lleva a la siguiente cuestión: los videojuegos están para evadirnos. No queremos que nos recuerden la realidad. No podemos evitar que los juegos estén impregnados de realidad porque la realidad nos conforma como seres humanos y, “chorpresa”, los videojuegos están hechos por desarrolladores de carne y hueso. Y sí, para desgracia de muchos, también son políticos. La política está presente en los videojuegos de una forma sustancial, cuando nos permite interactuar con regímenes de diferente índole a lo largo de una historia o en la narrativa, pero también cuando nosotros como jugadores formamos parte de la estructura social del juego. Desde que negociamos cómo repartirnos el drop de un enemigo o si buscar PvP o PvE, siendo pacíficos y diplomáticos o más combatientes, “chorpresa”, es política. Querer escapar de ello es sumergirse en un mundo multicolor donde también podemos morir por un tropiezo o un enemigo feroz. 

¿Acaso Dark Souls, que muestra un mundo en decadencia, sería menos juego por evocar la propia realidad? Lo sé, he tocado el pozo primigenio del pesimismo, pero el punto es el mismo.

Acto II: La maquinaria bajo la montaña

Desde el punto de vista social, creo que vivimos en una época en la que confluyen dos corrientes de pensamientos egoístas que se alimentan entre sí: el derecho a disfrutar y el derecho al consumo. Motivado principalmente por la publicidad y el capitalismo, que nos alienta a seguir el individualismo como consecuencia directa por conseguir mayor motivación personal y tener más amor propio. YouTube, Twitter, Instagram… están plagados de mensajes que invitan al optimismo por pura creencia, solventando los problemas de autoestima y confianza que afectan a la población. Hace unos años, el libro del “Secreto” animó a muchas personas a creer que si piensan en positivo les ocurrirá cosas positivamente como una especie de karma que equilibra las cosas. Siguiendo esa lógica, a quiénes le ocurren cosas buenas es porque lo merecen por el karma y si estás cerca de ellas, siguiendo su vida de postureo en Instagram por ejemplo, te contagiará de esa buena fortuna.

Lo siguiente resulta escabroso: si lo recibe probablemente lo merezca y por tanto quienes más posean más lo merecen proporcionalmente por encima del resto. Por último, lleva a un funesto balance: si eres escéptico, creerás que si no tienes nada es porque no lo mereces; y si eres realmente creyente, seguirás con la esperanza de lograr esa vida idílica con la que te bombardean en los anuncios. “¿Ves cómo tú también puedes conseguirlo? Te lo mereces. Consíguelo ya. Endéudate si hace falta”. La esperanza se acaba convirtiendo en esa barra de vida de cualquier videojuego a la espera de seguir tu próxima misión principal. Por otro lado, emergen nuevos impulsos en los que la apetencia se ha convertido en una necesidad inmediata, la resiliencia se anula y las prioridades se desvirtúan.Quiérete más. ¿Necesitas sociabilizar? Entra rápido en WhatsApp y lo tienes ya. ¿Necesitas esa nueva lámpara que ilumine tus sueños? Entra rápido en Amazon y lo tienes ya”. Esa es la maquinaria que subyace en el transcurso de los días. Acostumbrados a esa rutina, cabe esperar encontrar gente indignada por no recibir su PlayStation 5 el mismo día de lanzamiento. Gente muy cabreada porque una review ensoñadora de PlayStation 5 no ponga por las nubes sus especificaciones más potentes. O gente muy alterada porque la misma review nos recuerda una realidad de la que hemos estado mirando hacia otro lado. Inspirando y ensanchando el pecho, el youtuber Vito nos recuerda: “Esa no es la labor de un periodista”. 

Acto III: El frío muro del periodismo

HyperHype es una cálida hoguera en medio de la tempestad donde puedo gozar de la compañía de aventureros igual de intrépidos. Con la vista de las grandes montañas siempre presente, hay momentos en los que compartimos historias, otros en los me quedo absorto con el arrullo del viento y el crepitar de las llamas. Pensativo. Preocupado por esas ventiscas de palabras afiladas por el odio o los gólems de hielo que habitan cerca de la cima. Quieren que seamos como esos gólems de hielo, como altos muros de hielo que solo reflejan la cima y no dejan ver nada más. Nos piden ser partícipes de la maquinaria que mueve las redes sociales continuamente. A veces el frío es tan intenso que las facciones de mi cara quedan congeladas, sintiéndome como un falso muñeco. Esa sensación… a veces es inevitable. Sentarse frente al ordenador después de un día duro, ver ese palpitante cursor en la hoja en blanco como la nieve y ponerse la máscara para forzarse a sonreír. Ya sea escribiendo el guión de un vídeo de YouTube con un “hey, ¿qué tal?” o un nuevo artículo, sabiendo que la felicidad vende. Y por supuesto, siendo carbón que alimenta esa maquinaria que antes mencionaba.

La felicidad vende. Solo tenéis que echar un vistazo rápido a los vídeos de YouTube más vistos en las últimas semanas. El reflejo de la felicidad también vende. Que no falte una buena habitación gamer y si es una casa entera, mejor. Y por supuesto, el camino hacia la felicidad también vende. ¿Cómo conseguir… ? e inserte cualquier deseo que querríamos de forma inmediata. YouTube, Twitch… atraen de esa forma porque están hechos para eso, lo vuelven todo aparentemente fácil de conseguir y eso también alude a la creación de videojuegos, el periodismo, la divulgación… etc. Todo el mundo tiene el don de conocer lo que se necesita solo por haber visto un vídeo de 15 minutos. Y en su derecho de expresarse y manifestarse, hay sitio para el odio y un culpable: el autor no hace bien su trabajo. Todo ello ocurre, independientemente de la situación personal de cada uno, por lo que el mundo puede volverse muy gris cuando se añade nuestras propias circunstancias. No hay que vender la felicidad, ni tampoco darla con nula asertividad. Hay que apreciarla cuando llegue y comprender a los demás, aunque no estemos 100% de acuerdo. Llegamos a una sociedad cada vez más polarizada porque alimenta también la maquinaria, a costa de perder la capacidad de ser críticos y empáticos.

Ian Walker no pudo ponerse una máscara para escribir la review de PlayStation 5. No es un desliz, no es un defecto profesional, no es un error grave, simplemente le salió del alma. Sintió que debía decirlo por encima de la ilusión que un comprador de la PlayStation 5 pudiera tener. Nada va a romper su ilusión. La realidad irrompible del videojuego es que no pueden desvincularse de la realidad. Si la consecución de su ilusión es la adquisición de PlayStation 5, nadie se la va a arrebatar y podrá disfrutarla en su totalidad. Pero si de antemano no es suficiente, puede que la sombra de la realidad sea más pesada de lo que cabe esperar. 

En mi opinión, al margen de lo que está sucediendo en todas partes del mundo, no hay motivos reales para la compra de una PlayStation 5 o una Xbox Series X. Son videoconsolas que cumplen sobradamente con lo que se espera de ellas, marcando una nueva generación y siendo actualmente sus interfaces el mejor producto, pero sin videojuegos exclusivos suficientes que motiven, de momento, a su compra.

Quienes quieran comprarlas ahora, estupendo. Quienes prefieran esperar dentro de un año, también y quienes no tengan pensado hacerse con ellas, bienvenido sea. No necesitamos llegar a la cima si lo que nos motiva es simplemente andar y disfrutar de lo mismo: los videojuegos. Tendremos nuestros ratos para evadirnos pero no pretendamos vender a otros nuestra ilusión porque el hype puede compartirse, pero no venderse. Y en HyperHype, somos expertos en ello. Y espero que compartáis vuestros comentarios con la misma ilusión que me hace a mí escribir esta opinión.