Winner, Winner, Chicken Dinner

¿Alguna vez os habéis encontrado con un juego ante el que os mostráis escépticos, pero que finalmente habéis accedido a probar por culpa de algún amigo o familiar? Mucho mejor si es un videojuego free-to-play ya que así no duele tanto si al final el título no nos convence. Hace no demasiados meses, a mí me pasó con Apex Legends. Resulta que estaba con un amigo en una llamada y me propuso probarlo, aunque yo por el momento no me mostraba demasiado a favor de los battle royale. Sin embargo, después de una charlita que tuvimos, me dispuse a descargarlo para ver si realmente era como yo creía. Pasaron algunas horas y yo cada vez quería jugar más y más, en ese momento me dí cuenta que la fastidié: me había medio enganchado a aquello ante lo que me mostraba tan escéptico.

Fue una decisión correcta. Siendo un juego gratuito que aún a día de hoy me divierte y en el cual tengo ya unas 150 horas registradas, creo que hacerle caso a mi amigo fue una de las mejores decisiones que tomé aquella semana… o, bueno, quizás aquel mes. En fin, dejémoslo en que no me salió el tiro por la culata. No obstante, este movimiento se volvió a dar hace algo más de un mes, cuando mi pareja me propuso la adquisición de un juego que a ella le parecía una verdadera pasada. Dicho título se lanzó hace años, por lo tanto su precio tampoco iba a estar por las nubes. En todo caso, como tenía unas perrillas ahorradas, acabé comprándolo por varias razones.

Apex Legends

Al margen de mi inquietud por catarlo desde hace bastante tiempo, se trataba de un pionero battle royale realista (en términos de ambientación, armamento, diseño de personajes, etc), lo cual, en un panorama donde los soldados cartoon y las naves de Star Wars están al día, se agradece, ya que a veces es bueno dejar de lado habilidades especiales como un escáner que detecta a los enemigos a través de las paredes o un dron que te cura con conductos que parecen tentáculos… por no hablar de las posibilidades de levantar torres de madera de 40 metros de altura, algo que personalmente nunca me entretuvo. Para gustos los colores, y en este caso el marrón PlayerUnknown’s Battlegrounds me pareció el matiz más atractivo.

Hacer el seto, gran ‘feature’.

No obstante, el realismo no es el único motivo por el que acabé comprando el famoso PUBG. El título ofrece varios mapas lo suficientemente extensos como para poder recorrerlos con vehículos. A veces todo se ve bastante mejor desde una motocicleta, un buggy e inclusive un blindado anfibio. Las escapatorias tanto de enemigos como de la “radiación” – o como uno prefiera llamarlo – son mucho más excitantes ya que la importancia que se le da a un vehículo en esos casos es extrañamente vital. En cualquier caso, no nos vamos a aburrir en uno de los primeros battle royale, que marcaron un antes y un después en ese género tan explotado por unos y jugado por otros tantos.

Actualmente llevo unas 35 horas registradas en el título y debo decir que, a parte de algunos cabreos, también me he llevado muchas risas. Mi experiencia por estos momentos puedo resumirla como positiva, aunque con una flechita hacia abajo. Es decir, una experiencia buena la cual cojea en algunas ocasiones. Y por ocasiones cojas, me refiero a algunas partes bastante frustrantes del juego que disgustan a más de un novato o veterano. Las primeras partidas que jugué no eran nada malas, no mataba, pero al menos moría después de que otros 70 u 80 jugadores lo hicieran.


La moto nos ha salvado a más de uno del desastre.

Lo cierto es que gráficamente es una pasada…


Tuve que empezar a cambiar el chip de Apex a PUBG, pues en este juego todo es más manual, por definirlo de alguna manera. Cada mira, cada accesorio de arma que cogiese – tenía que montarlo a mano desde el inventario. Algo con lo que se puede vivir, aunque cueste al principio. Sin pasar por alto el hecho de que todas las armas que encontramos tienen el modo de disparo establecido en tiro único (si disponen de varios modos), hecho el cual hará que mueras rápidamente, sin dolor alguno, por no haberte acordado de cambiar el modo nada más recoger el arma.

Por otro lado las partidas comenzaban a alargarse, debido a que ya empezaba a pillarle el truquillo a nuestro amigo PlayerUnknown’s Battlegrounds. Lo cual significa que, no es que mis habilidades para comer pollo aumentasen, sino que ahora podía pegar dos o tres tiros e incluso noquear a algunos jugadores. Todas las veces que jugué, siempre intentaba terminar mi (a veces triste) existencia en la partida con un K/D de 1 o sea, matar a uno y morir una vez. Haciendo esto, sentía que ya cumplía mi misión en el juego y ya podía marcharme en paz a buscar otra partida en la que morir.

Y si de morir se trata aquí viene el punto más doloroso de PUBG para mi. Una de las cosas que más rabia e impotencia me dan es pasarte alrededor de 30 minutos recogiendo objetos y armas, tomándote todo en serio como si de una misión real se tratara; para finalmente perecer de un balazo en el cráneo dado por un jugador escondido a saber dónde. Yo lo llamo injusticias de la vida, pero tal como él puede hacerlo, yo también. Aunque no me gusta demasiado tentar la suerte ya que siempre cuando intento hacerlo durante un rato algo más prolongado de lo normal, o me masacra la radiación o me pegan tres tiros desde, una vez más, a saber dónde.

Gajes del oficio... supongo

La vida, como diría mi padre. Y ahora dejando un poco más de lado el tema de morir y/o matar (aunque a mi se me de mejor lo primero), me gustaría sacar un tema más que me pone los pelos de punta. Las malditas cajas que podemos adquirir después de tres o cuatro horas de juegos son una verdadera burla hacia el jugador. Es incrible la “chusta” que te toca independientemente de las cajas que abras. De las 15-20 cajas que he abierto, solo me han tocado objetos del nivel de rareza más bajo, menos unas deportivas de nivel raro. Me parece de muy mal gusto que te toquen tres o cuatros veces unas chanclas de dominguero (sin ánimo de ofender). Aunque haya cosas que se puedan vender, para el beneficio de un céntimo, creo que ni vale la pena hacerlo por dos razones: la primera, es que ya hay como 3000 unidades a un céntimo de lo que tú quieras vender y la segunda razón es que todo el proceso de poner el objeto en venta, no es rentable en términos de beneficio.

Solo pido algo en condiciones; algo por lo que valga la pena matarse… nunca mejor dicho.

Es cierto que los desarrolladores siguen dándole algo de vida al juego con eventos y retos, entre otros, pero no es todo tan bonito como parece. Bien es cierto que pueden conseguirse objetos bastante chulos con misiones destinadas a la comunidad, pero por otra parte, las recompensas para los jugadores que no adquieren el pase de temporada o season pass me parecen una verdadera bazofia, con todo el respeto. Cada varios niveles te dan una prenda la cual debo decir que es sorprendentemente fea. En cambio con el pase de temporada – de obvio coste adicional – te ofrecen incluso skins de coches, armas, etcétera. Entiendo que los jugadores estén en desventaja estética, pero… ¿era necesaria tanta diferencia? En fin, cosas de facturación, supongo.


Sin más historias y cuentos, no puedo opinar mucho más, pero creo que con todo lo descrito aquí, habrá más de uno que se sentirá identificado conmigo. Y si no, espero que no se haya malinterpretado el contenido de este artículo. Pues PlayerUnknown’s Battlegrounds me parece un muy buen battle royale y en condiciones. Todos tienen las mismas posibilidades y a no ser que tengas lag, no estarás en desventaja alguna y por supuesto – acuérdate de tener algo de suerte para no aterrizar en un lugar donde hay cuatro casas y todas sin una maldita pistola. El título de Brendan Greene ha sido y aún es todo un éxito el cual no morirá en los próximos años, pero el trato hacia el jugador debería mejorar ofreciendo más posibilidades para conseguir contenido del juego.

Descubrimientos post mortem – VOL I Dead by Daylight