A bote pronto, lo que diga el publisher

Hace unas semanas os hablé de las virtudes de salir de nuestra zona de confort cuando toca enfrentar un análisis. Si siempre te estancas en aquello que te gusta, es imposible que llegues a crecer como crítico. Hoy, con los Game Awards a escasas horas de celebrarse y después de mucho tiempo reflexionando tras un tweet de Davinia (o la Dawi, depende de vuestro nivel de confianza), me gustaría hablaros del valor real de los videojuegos. Porque sí, porque yo, como ese muchachito que sale de la cueva de Platón y ve la realidad, sé más que tú que estás leyendo esto. Es obvio, pero condiciones contractuales con HyperHype me obligan a aclarar que estoy bromeando y que yo no sé más que tú (aunque los dos sabemos que es así).

Mira la etiqueta y ya está

Para saber cuánto vale un videojuego es necesario mirar la etiqueta correspondiente. Por ejemplo, si tú quieres comprar The Legend of Zelda: Breath of the Wild de lanzamiento y vas a una cadena estándar, tendrás que pagar 59,99€. Si vas un año después, tendrás que pagar 59,99€. Y si, por un casual, esperas más de 4 años y al fin te decides – como mi grupo de amigos en el cumpleaños de Jon – tendrás que pagar 59,99€. Esa es la forma correcta de saber lo que vale un videojuego. Espero haberte ayudado, para más artículos doble SEO verde con la keyword “cuánto vale un videojuego” tenéis mis redes sociales un par de líneas más abajo.

Bromas a parte, es difícil conocer el valor de un juego más allá de su precio estipulado. Para muchos, la enésima entrega del Call of Duty o FIFA de turno es un acontecimiento único, un evento anual que renueva todos los aspectos jugables y da a la comunidad de cada título contenido hasta ahora desconocido. Para otros, es solo otro juego de “tiros” o “fútbol” que, a fin de cuentas, repite la premisa del anterior (y el anterior, y el anterior, y el anterior…). Otro grupo valora esos juegos independientes en los que, a través de la visión de un solitario pixel perdido en los oscuros páramos del bajo presupuesto de estudios indies, aprendes el verdadero significado de la vida. De hecho, además de esto, consigues elevar tu conciencia a un nuevo nivel, a un lugar entre el cielo y el infierno en el que, con tu dedo acusador, dictaminas qué es bueno y qué es “una mierda”. Y, pese a esto, pese a esta falsa humildad disfrazada de verdad absoluta, existe otro grupo de personas que, además de no entender a ese pixel solitario, consideran que este no es un lugar para perder tiempo o dinero.

Yo, como buen hipócrita, me encuentro entre los dos bandos. Si quedar bien fuera una asignatura, estoy seguro que es de las pocas que no suspendería (debería echarle ganas y terminar la carrera de una vez). Saber cuánto vale un videojuego es, además de imposible, inviable. Para mí, dos títulos tan dispares como Uncharted 4 y RiME tienen el mismo valor. El primero es tan espectacular a nivel técnico que, más de un lustro después, pocos juegos alcanzan ese nivel de detalle. El segundo, más intimista y personal, apuesta por la exploración total para descubrir su premisa. Y los dos, por haber llegado a mi vida en el momento perfecto, tienen el mismo valor, más allá de lo que las tiendas físicas o digitales de turno dictaminen. Otros ejemplos podrían ser Shadow of the Colossus y Tetris, probablemente los dos mejores juegos de la historia (y sin el probablemente).

El valor real de un juego es el que tú quieras darle

Este texto existe porque hay una corriente que, por un motivo que no logro entender, ha empezado a desvirtuar el valor real de muchas obras potentes. Nunca creí que tuviera que escribir esto, pero vivimos en una sociedad – esto tenía que ponerlo en negritas sí o sí – que ha dejado de creer en los AAA. O en los AAAA, depende de a qué estudio le preguntes. Y yo, como ese fan del Real Madrid o del Barça que viene a defender el honor después de ganar 32 de 40 partidos, me he puesto la capa de “presupuesto multimillonario” y vengo a afirmar que Ratchet & Clank: Rift Apart no me aportó nada y es uno de mis juegos del año. De hecho, esto lo puedo decir también de Resident Evil VIII o Returnal, productos que son una apuesta tan segura por la diversión que su público objetivo no buscamos mucho más allá. Sí, lo admito, #yoveosálvame (esto ya no, la Isla de las Tentaciones sí, pero Sálvame hace mucho que dejé de verlo).

Tras muchos años de peleas absurdas y batallas sin sentido, la guerra de consolas ha llegado a un punto muerto. La excelencia de Game Pass, los exclusivos de Nintendo y las virtudes del ecosistema PlayStation hacen que el paso lógico sea apostar por un tándem de dos o más sistemas. Yo, como soy millonario, los tengo todos. Con ese conflicto ya extinguiéndose, la horda que necesita defender causas justas (o ilógicas) y debates sin sentido ha buscado un nuevo foco con el que iluminarse. Y este es, como dije unas líneas más atrás, ensalzar lo indie en detrimento de las grandes producciones. Por eso, al final del día hay un grupo grandes de personas que afirmarán que Daymare 1998 es mejor que Resident Evil 2 Remake porque, además de ser “más fiel a la idea original”, es más puro y no está manchado con la máquina que imprime billetes de Capcom. Y yo, como buen chad, he viciado a los dos desde mi silla gamer y lo he pasado como un enano (sudores fríos a parte).


Mi reivindicación final es clara: juega y deja jugar. Es absurdo que para engrandar o dar más valor a un título pequeño tengas que tirar piedras al AAA de turno. Ídem cuando pasa al revés. Obviamente, tu Fortnite va a ser muchísimo mejor que la copia que hagan tres estudiantes en sus ratos libres, pero no por ello tienes que ir a decirles que lo que hacen es una mierda. O una puta mierda, porque si pongo dos palabrotas queda más intenso y así puedo sumarme a esa corriente. Juega a lo que quieras, mira lo que te dé la gana y, al final del día, si tu opinión puede herir a alguien métetela por el culo, porque nunca sabes qué juego, y da igual su valor real, ha salvado a quién de según qué circunstancias. Sin Uncharted 4 o sin RiME, yo nunca me habría dado cuenta de que hay actos que pueden cansar a las personas que te importan.

Ah, y jugad a Fortnite, que han metido a Spider-Man y va mejor que en el de Avengers. Y además es gratis. Win-win.