Misterios más allá de lo virtual

Crear videojuegos nunca ha sido tarea fácil. Centrarse en construir obras que, además, están inmersas dentro de subgéneros específicos, tiene también su dificultad añadida. Sí, tenemos unas bases de las que partir para orientar lo que queremos hacer, pero ahora toca medir cuánto queremos repetir y cuánto queremos distanciarnos de los tropos. Si este género, encima, está bastante machacado en la escena jugable como sucede con el cyberpunk, la cosa se complica más aún.

En esta línea tenemos al juego de hoy, ANNO: Mutationem, desarrollado por Thinking Stars. La premisa apuesta por una serie de escenarios abiertos en los que explorar este intrigante y detallado mundo cyberpunk. Eso sí, no debemos esperar las profundas declaraciones que emiten juegos como NORCO, por lo que la parte crítica queda relegada a un segundo plano y da prioridad al apartado estético y al esquema del mundo que nos rodea. Esto suele ser recurrente. Al final, la estética y los neones pueden sobre el mensaje y preferimos obviar la subversión y el análisis. Esto es algo de lo que hablamos en la crítica a Cloudpunk, por lo que no entraremos demasiado en la cuestión. Basta con recordar que, en cierto modo, estaría bien que nos dejáramos llevar menos a menudo por lo atractivo de la estética de un género que, en realidad, se sustenta sobre pilares más profundos que pasan por, precisamente, criticar la tecnología de la que hace gala. Sobre todo porque, normalmente, esta no se aprovecha para “el bien común” tanto como nos gustaría, sino que se somete al servicio del crecimiento económico de ciertos sectores de la población. El resto, bueno… sigue pasando hambre.

Con todo, ANNO: Mutationem hace un buen uso de su atmósfera. Visualmente, como puede apreciarse en las imágenes que acompañan este artículo, luce espectacular. Donde otros apuestan por un hiperrealismo exacerbado, Thinking Stars se centra en esta mezcla de escenarios 3D que combinan con personajes en 2D. Estos personajes planos y pixelados proporcionan un gran toque estético y funcionan muy bien en su entorno. Además, su apariencia casi sacada de una serie de animación japonesa casa estupendamente con el tono y las influencias que se aprecian en la obra.

Encarnamos a Ann Flores, una chica experta en combates que ejerce resolviendo problemas. En ocasiones colabora con la policía, pero sufre de cierto trastorno físico que le produce desmayos recurrentes, así como una pérdida de control. Este misterio lo tendremos que ir resolviendo a medida que avanzamos en la trama, centrada en buscar y seguir los pasos de nuestro hermano, que parece estar buscando una cura para nuestro problema. Pronto acabaremos metidos hasta el fondo en una dinámica algo clásica: corporaciones, experimentos ilegales y otros planteamientos ya manidos del género. Lo cierto es que ANNO: Mutationem pierde un poco, sobre todo si recordamos sus primeros vídeos y lo interesante que se antojaban. Posiblemente, su necesidad de extender su abrazo más allá de los tópicos del cyberpunk y el sci-fi más clásico han dificultado el asentar unas ideas sólidas, por lo que nos queda un resultado algo difuso, pero funcional.

Tenemos un mundo relativamente abierto. Varias ciudades representadas con escenarios pequeños están abiertas para nuestra total exploración. Podemos hablar con los diferentes personajes y entrar en las tiendas para equiparnos lo mejor posible, hackear puertas para entrar en habitaciones que estaban cerradas, utilizar puntos de experiencia para subir nuestras habilidades de nivel, etcétera. También hay una serie de recados y misiones secundarias que pueden ofrecernos beneficios para afrontar la trama principal con más soltura. Eso sí, aunque tengamos por delante un mundo con idols virtuales, implantes tecnológicos y coches voladores, acabaremos pasando la mayor parte del tiempo en un recorrido lineal dentro de la zona de la misión.

La exploración viene fomentada por la inspiración policíaca. Así, cuando tenemos que investigar huellas o intentar deducir de dónde ha venido nuestro objetivo, acabamos más inmersos en el mundo que nos rodea, casi como si se tratase de un immersive sim. Sin embargo, el combate, que debería ser su punto fuerte ya que apuesta por un estilo hack and slash, puede echar para atrás a muchos. No quiero confundir: el combate es divertido. Simplemente, acaba por hacerse algo repetitivo y los movimientos más útiles serán los que empleemos sin cesar. En lugar de desplazarnos por todo el escenario, los instantes de combate serán en puro 2D con movimientos laterales. Alternamos entre un arma ligera, un arma pesada y nuestro arma a distancia para afrontarlos, pero no siempre serán las mismas y tendremos que habituarnos a las nuevas. Ya sea comprándolas o fabricándolas al desmontar objetos, podremos ir consiguiendo mejores armas y chips, útiles para alterar el rendimiento de las mismas.

Lo más importante es salir airososos de los combates sin demasiados daños, ya que curarnos depende de una serie de botiquines y elementos de sanación que no abundan a partir de la mitad del juego. Tendremos, pues, que ser precavidos en un entorno hostil cuyos enemigos no dudarán en golpearnos repetidamente, ya sean sintéticos o seres vivos con ansia de sangre. A veces, el combate se combina con algo de plataformeo, pero este suele quedar relegado a un segundo plano. Eso sí, aunque parecen simples, los enfrentamientos pueden complicarse más de la cuenta y tenemos que ir mejorando nuestro equipamiento todo lo que podamos para así hacer frente a los jefazos, algunos de los cuáles nos costarán varios intentos.

La influencia anime se nota mucho, no solo en los jefazos que parecen sacados de clásicos japoneses, sino en el desarrollo de la trama y el estilo de los personajes. Se notan influencias de obras como Evangelion (sí, aunque no lo parezca) a la hora de mezclar ciencia con cierto componente fantasioso. La protagonista, por su parte, se basa en el típico tropo de personaje frío y seco, en contraposición con Ayane, su amiga hacker extravagante y divertida. No entraremos en muchos detalles para no destripar la trama, como es obvio, pero a nada que seáis consumidores habituales de ficción asiática sentiréis ANNO: Mutationem como algo cercano.

Sobrevivir entre corporaciones y corrupción: un cyberpunk no tan punk

En Thinking Stars han construido un buen juego y un interesantísimo universo que puede explorarse más allá de una simple obra. Tal vez, esto mismo, era la justificación necesaria para no pretender abarcar tanto con ANNO: Mutationem y dividir los esfuerzos en futuras obras que amplíen contenidos. Y no, no es un mal juego en absoluto, pero a menudo, al menos tras varias horas, sentimos que querían hacer demasiado. Aparecen elementos RPG, pero no van mucho más allá. El combate es interesante, pero se queda algo cojo. Los escenarios son bestiales, pero no terminan de tener contenidos interesantes más allá de algunas conversaciones y escasas misiones secundarias.

En definitiva, una aglomeración de ideas que podrían ser geniales en solitario, sobre todo combinadas con el estilo artístico, pero que acaban tropezando entre sí para dar como resultado un buen título que podría haber sido excelente.