Osadía, riesgo y absolución

Bethesda es una de las empresas más importantes de la industria, y no es casualidad, pues es la desarrolladora madre (o distribuidora/productora, en su defecto) de sagas inolvidables como The Elder Scrolls, Rage, Dishonored y Fallout. Siempre se ha caracterizado por crear juegos de un solo jugador, y por realizar fuertes apuestas hacia la narrativa capaces de cautivar a cualquier jugador con solo un par de horas de juego. Desde luego, podríamos estar hablando de cada uno de sus juegos durante muchos artículos, ya que la amplia mayoría de ellos dan para ello. No obstante, hoy nos centraremos en Fallout, y concretamente en Fallout 76, el último capítulo de la saga superventas que salió el pasado 14 de noviembre. Así, dejaremos de lado muchas de las cosas de las que hablamos en el avance de su beta cerrada para poder centrarnos en todas las cosas que, durante estos días de juego, hemos podido ver, para así poder tocar todos aquellos aspectos que casi no pudimos dislumbrar en su beta cerrada.

Fallout 76First things first: Fallout 76 es un juego muy irregular. Casi tanto como una de esas gráficas de la bolsa que está en todo momento mostrando picos de subidas y bajadas. Una gráfica que iremos analizando con más detalle a lo largo del presente artículo, pero en la que, ya os adelanto, hay apartados que están muy por debajo de lo normal, así como otros tantos (quizás, menos de los que nos gustaría) que están más arriba. Por ejemplo, en lo que se refiere a su apartado técnico nos encontraríamos ante un claro punto bajo de la gráfica, en cuanto a su apartado artístico en un punto medio, siguiendo los pasos de sus predecesores, y en cuanto a todas aquellas inclusiones que se han introducido para reforzar la ambientación post-apocalíptica, en un punto alto. Para ir abriendo poca, empecemos desglosando estos apartados, con tal de ver qué se esconde dentro de este juego.

Como he adelantado antes, en lo que se refiere a su apartado técnico, Fallout 76 deja mucho que desear. Nos llega a hacer pensar que es un juego que ha salido del cascarón de forma prematura, y que, por ende, no está listo para dislumbrar al mundo. Hablo, sobre todo, de la presencia de bugs por doquier, y de mala optimización que detallaré mas abajo.

Jugando a Fallout 76 he podido encontrar desde objetos que desaparecen como si de un truco de magia se tratase, hasta otros que parecen levitar cual sujeto de Iker Jiménez, pasando por objetos que nos atrapan o que directamente bloquean nuestro paso, y por enemigos que desaparecen y aparecen repetidamente con una facilidad pasmosa. Sin buscar recrearme mucho más en el tema, puedo dar buena fe de que el producto hace gala de una serie de bugs que son cuanto menos inaceptables para un juego que lleva recibiendo cuantiosas actualizaciones y parches desde el primer día, pero que, sin embargo, aún se encuentra muy, muy verde. Bethesda, aunque suele sorprendernos con hilarantes bugs en prácticamente todas sus propuestas, no suele cometer tantos errores como los que hay concentrados en Fallout 76, lo que nos quiere decir, definitivamente, que nos encontramos ante una aventura que ha tirado de malas prácticas y que ha acabado acelerando su desarrollo de manera exacerbada con tal de llegar a la campaña navideña. Y ya lo dice el refranero español: vísteme despacio que tengo prisa.

Ahora bien, pasemos a hablar de lo magro, del núcleo sobre el que se sustentan el resto de pilares del conjunto: la vertiente multijugador. Desde prácticamente su presentación oficial, muchos jugadores sintieron un escalofrío que recorría todo su cuerpo, como si de una premonición se tratase. No es para menos, ya que el salto del rol individual al rol en línea es algo muy arriesgado, sobre todo tratándose de una saga que tradicionalmente ha sido de un solo jugador, y de una compañía cuya especialidad nunca han sido, precisamente, los juegos en línea. Fallout 76 ha optado por eliminar completamente los NPCs y los pueblos habitados por estos ya que, en un principio, dicha carencia puede (y debe) ser suplida por los jugadores; que estos sean los que nos hagan compañía durante nuestras aventuras por Appalachia. Con lo que posiblemente no contaba Bethesda es que sus jugadores prefieren jugar en soledad a sus juegos, ya que, al estar acostumbrados a encontrar otras formas de vida no hostiles en los juegos, nunca ha sido necesaria una interacción así, lo cual acaba provocando, por culpa de la propia comunidad, que la principal característica del juego se vuelva en contra de él mismo. Al no existir humanos ni asentamientos habitados, el juego se siente vacío, y es que tampoco es precisamente fácil encontrarse con otros jugadores durante la partida al encontrarse cada uno a su libre albedrío. Y lo más triste y preocupante de todo ello es que la aventura no hace nada para remediarlo.

El mapa es otra de las principales características de las que presume la aventura, y, tal y como ocurre con el resto del conjunto, presenta luces y sombras. Por un lado, el mapa es enorme, y esto es algo que a los jugadores más acérrimos del sandbox les encanta: perderse en un vasto escenario y explorarlo de arriba abajo es uno de los mayores placeres de cualquier videojuego, especialmente cuando se encuentra bien construído y repleto de quehaceres, y, en este sentido, Fallout 76 no es una excepción. Puedes estar durante horas explorando el mapa que seguramente no lograrás ver ni el 50% de lo que este esconde, lo que lo convierte en un aspecto muy favorable para el juego… hasta que nos damos cuenta de lo que personalmente llamo ‘el mapa de Schrödinger‘: un escenario que está vacío y lleno a la vez. Me explico: la localidad de Appalachia se encuentra repleta de localizaciones que tienen algo oculto, y que son explorables casi al 100%. No obstante, hablando en términos globales, realmente no hay nada que incite dicha exploración.

La mayoría de las localizaciones, ya sean edificios, fábricas o ciudades, son iguales en cuanto a contenido, aportándonos más bien poco como jugador. O bien entras, te enfrentas a unos cuantos calcinados o necrófagos y sales con un poco de munición extra y algún arma, o bien te pateas cada habitación y cada sótano esperando encontrarte con una caja de llena de artículos valiosos, escapando del lugar con algo de munición extra y algún arma épica. Como digo, estoy hablando en términos muy generales, pues bien es cierto que existen diversas localizaciones que sí que te invitan a entrar a descubrir que hay en su interior – ya sea por su fachada, o porque en el menú de misiones aparece sutilmente que entres a investigar la localización, que vale la pena -. En este sentido, sí creo que está bien resuelto, pues, independientemente de lo parco que resulta recorrer las tierras de Virginia, si algo es de interés se te hará saber. Al César lo que es del César.

La ingente cantidad de bugs existente resta protagonismo a las buenas ideas, igualmente presentes, que acaban pasando desafortunadamente desapercibidas.

Ahora bien, volviendo a uno de los aspectos más controvertidos del juego – el apartado gráfico -, he de comentar, fallos de programación aparte, que Fallout 76, aunque presente algunas novedades como el sistema de V.A.T.S en tiempo real o el menú de extras con cartas equipables que dotan de habilidades extra al jugador, también tiene algo le viene muy de lejos, como es el tema puramente técnico. El juego, que se mueve sobre el mismo motor gráfico que Fallout 4 (que ya en su día fue justamente criticado, siendo atrasado para su tiempo), ha intentado salvarse con un mundo puntualmente precioso, que está lleno de colores (la paleta es más amplia de lo que cabría esperar), y que en un primer instante puede hacernos pensar que nos encontramos ante una notable mejora. Nada más lejos de la realidad, pues, a la hora de la verdad, se nota que nos encontramos ante un Fallout 4.5. Entiendo que este no es, ni por asomo, el apartado más importante a considerar en la compra de un título de estas características, pero siempre es influyente y, por tanto, merecedor de una mención (o de un tirón de orejas, como es el caso).

El verdadero problema del apartado gráfico es que, a pesar de ser el mismo que en Fallout 4, esta vez está especialmente mal optimizado. Unos modelados, texturas y animaciones que deberían ir a la perfección en sistemas con especificaciones normales acaban ralentizándolo tantísimo que obligan a bajar el nivel de los mismos con tal de rascar 30 imágenes por segundo estables… y aún así, siguen provocando agobiantes bajadas puntuales. Es por esto que, haciendo referencia al inicio del artículo, estamos en un punto medio de la gráfica: tiene algo muy negativo como es la pésima optimización, aunque lo compensa con algo bueno como es la belleza del juego, que destaca por sus entornos naturales e incluso por aquellas zonas que no deberían destacar, pero que aún así lo hacen, como las grises ciudades.



Por último, en lo que a supervivencia se refiere, Fallout 76 destaca notablemente sobre los demás juegos de la saga. En Fallout 4, ya teníamos un nivel de dificultan en el que se nos obligaba a beber y comer para seguir con vida, lo que llevaba al juego un buen punto de supervivencia. Fallout 76 obliga a todos los jugadores por igual, sin sistema de dificultad, a beber y comer para mantenerse con vida lo que hace que la experiencia de supervivencia sea mucho más realista de lo que sería sin nada de esto. Además de esto, podemos construir nuestro propio refugio y trasladarlo a cualquier parte de Appalachia, lo que hace aumentar el nivel de satisfacción con la supervivencia en Fallout 76 ya que nos obliga a buscar recursos como madera, tela, acero etc. para construirnos nuestro refugio, aunque también podemos usar estos recursos para arreglar nuestras armas y armaduras o para construirlas. Estas tres cosas juntas hacen que tengamos un buen juego de supervivencia post-apocalíptica, no obstante, está eclipsadas por la exploración de mundo y las misiones, que no tienen ningún interés por estar asignadas mediante holocintas, pero que son necesarias para obtener experiencia.

“La guerra nunca cambia”

En resumen, Fallout 76 es un juego con muchos altibajos, que se antoja difícil de recomendar a los fans del rol más clásico para un jugador. En muchos aspectos deja mucho que desear, ya sea por problemas técnicos o por errores de planteamiento – como en lo relativo a las dichosas holocintas y a los inexistentes NPCs -, pero, al final del día, no deja de ser un Fallout, pudiendo ser jugado de buena manera durante algunas horas sin prestar demasiado caso a los bugs, a la nefasta optimización, o al sentimiento de soledad. Si somos capaces de perdonar estos problemas, la arriesgada apuesta por el multijugador, en buena compañía, puede acabar dándonos muy buenos ratos. No obstante, eso nunca hará que (al menos, en el estado actual del juego), podamos considerar a 76 como un título digno de la franquicia, o como uno mínimamente merecedor de la marca Bethesda – hasta ahora, sinónimo de calidad -.


Este análisis ha sido realizado con un código de descarga para PC cedido por Ziran.