Carretera y música

El videojuego ha dejado de lado arcaicas definiciones para abrir las puertas a nuevas narrativas. Es el caso de Wheels of Aurelia, donde la jugabilidad se reduce a la selección de diálogos y el control de nuestro vehículo. Pero no necesitamos más. Aquí lo importante es lo que alguien quiere contarnos. 

Ese alguien es el estudio Santa Ragione, nacido en 2010 y que, como podemos apreciar en sus diferentes obras, se trata de un pequeño grupo que busca encarecidamente la respuesta en el jugador. Wheels of Aurelia nos plantea una introspección personal que ahonde en las diferentes polémicas que nos deja por delante. Su fuerte carga artística es capaz de evocar como pocos estudios consiguen, llegando a trasladarnos sin apenas esfuerzo a una convulsa Italia de los setenta. Estáis a tiempo de acompañar esta lectura con la mejor ambientación posible dándole al play.

Wheels of Aurelia es una obra profusamente narrativa. Los controles son lo justo y necesario para mantenernos atentos a la pantalla y evitar así el convertirse en una experiencia cinemática. La idea es conducir hasta nuestro destino, tomando ligeras decisiones que, cuando se acumulan entre sí, nos permiten alcanzar uno de los dieciséis finales distintos. Parece exagerado, pero lo cierto es que cada final nos ocupará menos de media horita y, una vez terminado por primera vez, seleccionar el capítulo será mucho más sencillo, en busca de las líneas de diálogo que no hemos podido conocer de primeras. Se trata de un título corto y ligero en forma, que no en fondo, muy agradecido de jugar si disponemos de poco tiempo en nuestro día a día.

Cada vez parecemos agradecer más pequeños títulos que, por un reducido precio, nos permitan disfrutar de unas horas de pura evasión mental del quehacer diario. Al igual que sucede con Wheels of Aurelia, disfrutar de recorrer los caminos en A Short Hike, con unos paisajes tan cuidados y un estilo artístico que nos animará a completarlo en los primeros instantes, es una de las mejores experiencias para aclarar nuestra mente en las épocas de estrés que por la forma en la que funcionan las cosas, cada vez parecen mayores para todos. Los creadores de estos títulos los desarrollan con varias ideas en mente, pero si debemos agradecerles algo es la posibilidad de no solo deleitarnos con historias increíbles, sino de abrirnos la puerta a instantes en los que lo único importante es lo que sucede en nuestra pantalla.

La segunda mitad del siglo XX fue una época de cambios complejos que trastocaron el tejido social hasta construir la estructura actual. La posguerra y las exaltaciones de diferentes agrupaciones tras la caída de los regímenes dieron pie a momentos de elevada tensión, confusión y, como aún podemos ver a día de hoy, una sociedad cada vez más enrevesada. Sin ánimo de entrar en la crítica política —para eso dejaré que el juego hable por sí mismo— lo cierto es que la Italia de los setenta no dista demasiado de la situación que hemos vivido en otros países tan cercanos culturalmente. Por ello, desplazarnos a la época que proponen desde Santa Ragione es tarea fácil, más aún cuando nos acompaña una banda sonora y un trabajo artístico tan conseguido. Recorrer la Vía Aurelia en nuestro vehículo es una sensación que parece sacada de algún clásico del cine italiano.

Pese a asemejarse a los clásicos videojuegos de carreras en perspectiva isométrica, el control se resiente en ocasiones dando lugar a ciertas situaciones un poco pobres que debemos ignorar si no queremos fastidiarnos la experiencia. Algún choque involuntario o vehículos que se atraviesan sin consecuencias son ejemplos de estos pequeños fallos que, pese a ser algo menor, son difícilmente eludibles. Por ello, asumirlos nos permitirá disfrutar de la narración y la ambientación, que es lo verdaderamente relevante en este título.

Lella, nuestra protagonista, se desplaza en el coche que hayamos elegido para buscar cigarrillos en la noche, con el objetivo de llegar a la disco. La idea será entonces, una vez finalizado el prólogo, llevar a autoestopistas y demás personajes por varias rutas y carreteras italianas, parando en los pueblos que necesitemos y con el afán de descubrir más sobre el trasfondo de cada uno de los personajes. Variar en la ruta escogida y en las líneas de diálogo dará pie a la selección de los diferentes finales. Lo ideal es, sin duda, hacer una primera partida en base a nuestras convicciones y luego seguir rejugando cambiando las diferentes acciones realizadas, en busca de lo que otros tengan que decir. Llegaremos a encontrarnos con algunos personajes que quizás no hayamos visto en ninguna sesión anterior.

Desde carreras ilegales de coches, fanatismo futbolero, inclinaciones religiosas y reivindicaciones políticas, Wheels of Aurelia quiere mostrarnos la situación del país en una época tan compleja. Y ninguna región sería representable sin sus habitantes, sin las personas. Estas son las protagonistas de una alocada aventura en carretera que, lejos de ser un paseo, nos plantea dilemas morales y, como cualquier título profundamente narrativo que se precie, requiere de una introspección en busca de nuestras reflexiones. Es imposible jugar a un título así e ignorar lo que nos quiere decir. La narración se basa en simples conversaciones de carretera con personajes tan diferentes como excéntricos, que se preocupan por los diferentes temas que eran la comidilla de los ciudadanos de la época, mostrando sus complicadas relaciones sociales en un entorno nada fácil para muchos. Si hay algo que tiene esta obra es identidad y nos la muestra desde sus primeros compases.

Quizás, la principal pega se oriente hacia su particular carácter que, pese a convertirlo en algo único, también hace difícil el acceso a un público generalista que busque solo la diversión en el medio videolúdico. Pero como hemos comentado al principio, el videojuego ha superado las definiciones clásicas de entretenimiento puro, llevándonos a experiencias que pueden alcanzar nuevas cotas. Por ello, pese a que el formato de Wheels of Aurelia lo acerca a una experiencia de “interacción” más que de “juego”, se hace enormemente disfrutable, sobre todo si nos animamos a completarlo al cien por cien y encontrar todo lo que ofrece. Las sinuosas carreteras de las costas y pueblos de Italia nos esperan para recorrerlas en busca de historias y, como buenos amantes del medio, deberíamos acudir a su llamada.