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El videojuego ha visto al cine como su hermano mayor desde prácticamente su nacimiento; el uso de narrativas convencionales para contar una historia, las cinemáticas, los cuadros de texto y eventualmente los diálogos de personajes no han sido sino una forma de acercar al medio al séptimo arte. Ya sea por la falta de una identidad propia o la inseguridad del medio de ser arte por sí mismo o bien la influencia que ha tenido el cine en los creadores de videojuegos, la verdad es que el cine ha definido de manera drástica la expresión del medio a través de los años.

Tal como mi colega Carlos ha dicho en su serie sobre la influencia del cine en el videojuego y, en este último tiempo, de la televisión, hemos podido ver cómo diversos juegos se han serializado para ser entregados en un formato de pequeñas dosis o capítulos ya sea para dar más tiempo de desarrollo al conjunto o para comenzar a recibir algo de ingresos aún cuando el juego no está del todo completo, esta dosificación ha ido obteniendo cierta popularidad desde los juegos de Telltale Games hasta la recientemente acabada serie de The Dark Pictures Anthology de Supermassive Games.

En este sentido, eso sí, We Are OFK es diferente. Pues no solo los tiempos en los que irá entregando sus episodios será un espacio de tiempo mucho menor, también tiene una justificación mayor a solo extender su tiempo de desarrollo. We Are OFK es en toda regla un videojuego serializado, como una miniserie, para ser más específicos. Y cuyo plan de dosificación no es muy diferente al de las series de televisión que llegan a las plataformas de streaming; esto es que primero suben una cantidad determinada de capítulos que es mayor a uno para hacer el enganche con el espectador, para luego dosificar el resto de capítulos periódicamente.

Esto por sí solo no es ni positivo ni negativo, al igual que con las series, se necesita ver cómo están construidas para saber realmente si dosificar el contenido es mejor para el producto o si bien sería mejor entregarlo todo de una para que sus espectadores puedan hacer binge y consumirlo todo de una sola sentada. Y, en el caso de We Are OFK, creo que el estudio ha tomado la mejor decisión al dar solo un par de capítulos para luego entregar semanalmente el resto.

Se preguntarán, quizás, el por qué hablo de We Are OFK, como si fuera una serie en vez de juzgarlo como lo que es, un videojuego, y la verdad es que, en realidad, es ambas cosas. Si tuviera que hablar sobre la jugabilidad del título, tendría que limitarme a hablar sobre que la narrativa se ve ocasionalmente interrumpida por secciones en las que texteamos con otra persona y elegimos más o menos qué decir, sin que esto influya realmente en la historia que se nos está siendo contada.

Por otra parte, tenemos en cada episodio una escena que bien podría ser un video musical en la que jugaremos diversos minijuegos que harán las veces de las diferentes tomas del video y que, si bien nuestro desempeño no influye en el curso de éste, si lo hará de una manera visual, lo que en un juego tan inclinado hacia el aspecto más estético como lo es We Are OFK, pues terminará creando la necesidad intrínseca en nosotros de hacerlo lo mejor que podamos, aunque la dificultad y complejidad mecánica sean anecdóticas. Lo que realmente destaca de esta obra es la historia, principalmente el cómo está contada. Si tuviera que compararla con algo, sería con las series de HBO sobre adolescentes que suelen popular la cadena de vez en cuando. Es lo que me imagino que es Euphoria, pero no la he visto así que no me cobren la palabra.

Y aunque la premisa es algo sencilla: cuatro jóvenes viviendo sus mundanas vidas, tratando de realizar sus sueños creando música se ven interrumpidos por la cotidianeidad, el capitalismo y la sociedad, no deja de ser encantadora en el cómo está escrita. Los personajes son entrañables y será muy fácil relacionarse con al menos uno de ellos tanto en sus aventuras como en sus desventuras. Las relaciones que forman entre ellos y las conversaciones que tienen son entretenidas de ver desarrollarse y dejan con ganas de más después de que el capítulo de turno haya terminado y el drama que viven es bastante efectivo tanto para simpatizar con ellos como para querer seguir viendo qué es lo que ocurrirá después y después de eso.

Si hay algo que me hubiese gustado más ver en We Are OFK es una interrupción más consistente de gameplay, algo que me haga sentir que estoy jugando a un videojuego y no viendo una cinemática muy larga. Aunque, por la calidad de la narrativa, el carisma de los personajes y el drama vale más que la pena el viaje.

Serialización

Difícil es recomendar We Are OFK para alguien que esté buscando un juego, sobre todo si es uno tradicional. Pero para aquellos que no les importe ver una serie en la que ocasionalmente pueden decidir qué decir y jugar un minijuego cada una hora no podría más que recomendar encarecidamente la experiencia. We Are OFK es una historia grandiosa que merece ser vista sin duda alguna. Quizás Netflix u otra plataforma de streaming termine pillándola para su parrilla en un futuro no muy lejano, al menos el formato da para eso, pero antes que eso suceda me gustaría que esta obra tenga una gran recepción y que veamos apuestas diferentes como ésta más seguido, sobre todo si van a estar tan bien escritas.

kofi


Esta crítica ha sido realizada con una copia digital cedida por popagenda PR.