Tan acromáticos como espectaculares

El mundo de los videojuegos está plagado de recursos estilísticos de lo más variados. Sin embargo no todos recurren a algo original o se atreven a ir más allá en algunos aspectos. En ese apartado el mundo indie tiene más maña, y en lo personal me genera un montón de satisfacción al ver la enorme cantidad de propuestas: low poly, pixel art, paletas de colores reducidas, dibujos a mano… Parece que el hecho de diferenciarse estilística y visualmente es uno de los puntos fuertes de los pequeños juegos, en contraposición al resto de carácter más neutro o realista.

Sin embargo hay títulos que llevan eso a otro nivel. Una gama de juegos que apuestan por un minimalismo más que evidente y que se refleja en su propuesta gráfica: nada de color, solamente en blanco y negro. Aplicado de diversas formas consigue darle el toque perfecto, acorde a lo que se busca. Y de eso tratará este artículo, de cómo algunas propuestas han apostado por este recurso para diferenciarse del resto y enfatizar la sencillez. De cómo esos mundos carentes de color hacen que, de igual manera que en el cine, apreciemos la pieza como un todo. Obviamente, seguro que hay más de los que no tengo conocimiento o no he jugado, pero he querido hacer una pequeña lista con aquellos que conozco y me han resultado destacables por alguna razón, intentando que fuesen diferentes entre sí. Todos ellos los recomiendo porque me han gustado mucho y los considero refrescantes por su originalidad. Así que vamos allá, en orden descendente aunque no necesariamente en orden de importancia.

Limbo

Un clásico donde los haya. Limbo fue sin duda uno de los títulos que ayudaron a la explosión del panorama indie. Por fin se demostraba que los pequeños estudios podían hacer productos de muy buena calidad sin abandonar las propuestas sencillas debido al bajo presupuesto. Una cosa no estaba reñida con la otra, y este juego fue toda una revelación.

Con un estilo peculiar que va desde el misterio con ciertos toques de terror psicológico hasta las sencillas plataformas, Limbo propone una aventura oscura donde cruzamos diferentes parajes en busca de nuestra hermana perdida. Por el camino nos esperan todo tipo de enemigos y trampas, nos las veremos con motosierras dispuestas a desmembrarnos y descargas eléctricas que nos freirán. Con toda probabilidad moriremos bastantes veces hasta dar con la clave de las decenas de puzzles que nos encontraremos. Por si esto fuera poco, ese estilo de película en blanco y negro enfatiza las luces y las sombras, con un broche final dado por un apartado sonoro muy bien cuidado que gana enteros si lo disfrutamos con auriculares.

Lo tenéis para multitud de plataformas a unos 10 euros.

KIDS

Los videojuegos conceptuales me fascinan. De muy corta duración, y más cercanos a lo puramente artístico que una propuesta jugable en sí, nos brindan toda serie de ideas extrañas, a menudo con algún tipo de significado o bien apuntando al más auténtico surrealismo.

KIDS nos ofrece la oportunidad de ver cómo un grupo de ¿niños? totalmente genéricos se mueven en grupo en diversas situaciones y de diferente manera. Nuestro objetivo no queda definido, pero es simple y extraño: tocar a esos inertes seres, moverlos, oír y mirar. El apartado sonoro es sencillo pero de gran calidad, con ciertos coros y voces de niños. El gameplay es meramente sensitivo y contemplativo. Veremos cómo los individuos se suman al grupo y cómo otros escapan para iniciar de nuevo una especie de ciclo. ¿Tiene alguna pretensión? ¿Cuál es exactamente su mensaje? ¿Es alguna alegoría del nacimiento o del pensamiento en grupo? Desde luego resulta inquietante. Habría varias escenas destacables en todo el juego, pero aquellas donde se junta un buen número de figuras en movimiento son especialmente buenas, como bien quisieron mostrar en el trailer.

Está disponible en Steam y plataformas móviles, su duración estimada es alrededor de los 20 minutos y tiene un precio por debajo de los 3 euros. Aún así, ¿merece la pena pagar por él? Eso dependerá de vuestro gusto por estos estilos y si os llena experimentar este tipo de propuestas.

Hidden Folks

También de estilo cartoon, Hidden Folks es una propuesta muchísimo más simpática y rica. Similar a los míticos “¿Dónde está Wally?”, tendremos que encontrar todo tipo de personajes y objetos a lo largo de diferentes escenarios, a cada cual más grande y lleno de cosas. El nivel de detalle es fantástico, ya que en las partes más grandes nos encontraremos con todo tipo de situaciones gracias a que los sprites suelen estar animados y la interacción con el entorno en bastante viva.

Especialmente destacable es su apartado sonoro de lo más peculiar: todo está hecho con sonidos de la boca, desde las “voces” de las personas, los ruidos del ambiente, los gritos de los animales e incluso los claxon de los coches. Esto empaca con gracia todo el juego, haciéndolo liviano y divertido, uno de esos que fácilmente puede disfrutar tanto un niño como un adulto.

Está disponible en Steam y plataformas móviles a un precio inferior a 8 euros. Mi recomendación es que si os interesa os hagáis sin duda con la versión móvil, ya que interactuar y hacer zoom se vuelve más natural, además de que es un buen juego para esos momentos muertos esperando en algún sitio.

Minit

Acabo con el que para mí es la joya de la corona en esta lista. Minit (el cual analizó Carlos, por cierto) es un pequeño gran juego que no está desarrollado por ningún estudio, o al menos las personas que lo han creado han decidido que eso fuese así. Sin embargo está bajo la distribución de Devolver, que a estas alturas debería servir, aunque sea un poco, como sello de calidad.

Lo describí como “pequeño gran juego” porque es la descripción más óptima para él. Sin tener una gran extensión, y a pesar de su sencillo gameplay, está llenísimo de situaciones, personajes y cosas. También debería mencionar el mapa, nada despreciable en extensión teniendo en cuenta lo que es el juego, que además es muy bonito estilísticamente usando los espacios de una manera adecuada.

Bajo esa apariencia tan cuca y con tanto contraste en blanco y negro, Minit nos propone una especie de minimalista roguelike, encontrando objetos y resolviendo pequeños puzzles en sesiones de 1 minuto (de ahí su nombre). Es decir, nuestro personaje morirá después de ese tiempo y tendremos que volver a empezar desde un punto de partida, aunque obviamente siempre conservaremos los progresos que hayamos hecho. El juego nos obliga por tanto a ser ágiles y decididos, así como ir aumentando nuestras capacidades para hacer frente a lo que nos ocurra hasta el final.

Un juego muy divertido y simpático. Además, como no podría ser de otra forma, el apartado sonoro es nuevamente una de las claves. Minit nos deleita con todo tipo de pequeñas canciones que cambian constantemente debido al lugar en el que estemos o tras una muerte. También juega muy bien con los silencios, como por ejemplo dentro de las cuevas. No puedo dejar de lado la cantidad de situaciones y secretos que contiene, así como la riqueza jugable acerca de los tesoros y cómo encontrarlos. Todo este conjunto hace que tenga una lista de trofeos realmente buena, retando al jugador a pasarlo una y otra vez de diferentes formas. Podremos hacerlo enfocándonos en buscar todo o bien pasar el juego en el menor número de intentos posibles.

Lo encontraréis en diversas plataformas a un precio inferior a 10 euros, que sin duda alguna los merece.