Vivir de jugar, jugar para vivir

No es un secreto para nadie que Venezuela afronta la mayor crisis socio-económica de su historia. Durante los últimos cinco años el país ha pasado por varias etapas a través de las cuales los venezolanos hemos tenido que buscar diversas maneras de afrontar la situación, siendo una de las más populares el gold farming, con cada vez más personas recurriendo a este como medio de ingresos.

El intercambio de oro y objetos en juegos MMO a cambio de dinero real no es ninguna novedad. En 2006 ya se conocían empresas dedicadas a este negocio, y en 2008 se daban cifras estimadas de personas que sobrevivían gracias a ello, señalando a China como principal exponente. En el caso de Venezuela, en 2017 Nathan Grayson publicaba un artículo en Kotaku hablando de la situación e incluyendo entrevistas a varios jóvenes que se dedicaban a la venta de oro del juego RuneScape, específicamente de su versión Old School (en adelante lo llamaré solo RuneScape por comodidad). Con esto en mente, quizás parezca que ya está todo dicho, y hablar más al respecto solo sería redundante. Sin embargo, ha llovido mucho desde entonces y las cosas han cambiado. Además, teniendo en cuenta que más o menos por las mismas fechas en las que se publicó el artículo en Kotaku mis hermanos y yo nos unimos a otros miles de venezolanos que ganaban dinero a través de dicho juego, quiero creer que mi punto de vista puede aportar algo.

Probablemente los dos hechos concretos que más han afectado la cartera del venezolano en los últimos años son la reconversión monetaria de 2018, con la cual se eliminaban cinco ceros de nuestra moneda (esto aunado al hecho de que menos de un año después se volvió a ampliar el cono monetario con tres nuevos billetes son probablemente la muestra más clara de la hiperinflación que sufre el país), y la dolarización no oficial de la economía.Ahora todo es en dólares” se volvió una frase muy habitual hasta hace poco, ya que todos los negocios aceptan divisas como método de pago y en su mayoría los precios de los productos se miden de acuerdo al valor del dólar. No obstante, los salarios en todos los entes públicos no lo hacen, con lo cual tenemos un sueldo mínimo equivalente a menos de dos dólares mientras que un kilogramo de arroz vale entre ochenta centavos y un dólar. Si bien es cierto que los gold farmers ya generábamos ingresos de acuerdo a la moneda estadounidense, estos dos factores no nos dejan indiferentes, ya que ambos provocaron subidas en el precio de los productos, con lo cual mientras en 2017 tener diez dólares se veía como una gran cantidad de dinero, hoy resulta a todas luces insuficiente.

Ahora bien, dedicarse total o parcialmente al gold farming implica que debes atenerte a otro sistema económico: el interno del juego. En los más de tres años que llevo vendiendo oro de RuneScape, he visto cómo el mercado del título fluctúa debido al incremento de jugadores como yo y a las consecuentes acciones de Jagex, sus desarrolladores, para evitar que el mismo colapse. El oro del juego, que cuando yo empecé en este mundillo se alcazaba a pagar en un dólar el millón de monedas, vio disminuido su valor a casi la mitad. A su vez, la mayoría de los métodos más populares en aquel entonces actualmente no son rentables o requieren que se les inviertan muchas más horas que antes para ver beneficios. Métodos como la casa de dragones verdes o la creación de runas pasaron de estar entre los preferidos – debido al poco esfuerzo e inversión previa que requerían – a verse como motivo de burlas en la mayoría de grupos. Cada vez somos más los que nos dedicamos a las actividades más complicadas para, al mismo tiempo, incrementar ganancias y evitar el mayor desmotivador a la hora de trabajar con este título: los bloqueos masivos de jugadores que la empresa realiza constantemente, llegando a cerrar miles de cuentas cada semana.

Tanto los bloqueos como la ineficacia de los métodos más fáciles han hecho que una gran parte de los jugadores no puedan depender de la venta constante de oro, ya que toma más tiempo preparar las cuentas y es mucho más fácil acabar perdiéndolas, con lo cual buena parte de la comunidad prefiere reunir grandes cantidades de dinero antes de vender pues es muy probable que poco después pierdan esa cuenta de forma permanente. Sin embargo, el cierre de cuentas muchas veces resulta errático, sancionando perfiles que nunca han vendido o que apenas estaban en las primeras fases de juego. Debido a esto, ha llegado a creerse que el simple hecho de estar conectado desde una red venezolana incrementa las posibilidades de ser bloqueado, así que muchos jugadores viven con el miedo constante a perder su progreso mientras otros lo aceptamos como algo inevitable. Y aunque no es difícil encontrar guías que aseguran disminuir el riesgo de cierre, realmente no hay nada que asegure la supervivencia de tu personaje. A raíz del descontento que esto genera más de uno recuperó su vieja cuenta de Tibia o migró a otros MMO como WoW Classic y Blade and Soul. Pero si bien es cierto que con estos se pueden generar mayores ingresos, los ínfimos requerimientos de Runescape, su baja dificultad según a que te dediques y el no tener que realizar una inversión inicial, como si ocurre con el título de Blizzard, hacen que se mantenga como el más explotado por muchísima diferencia.

Llegado a este punto es imposible no hablar de la realidad que ha definido este 2020. Debido al COVID-19, en Venezuela estuvimos nueve meses en confinamiento. Los primeros tres meses de cuarentena radical, y a partir de ahí se empezó un sistema de flexibilización. Así pues, ahora que lo de trabajar desde casa dejó de ser una elección para una buena parte de la población, era inevitable que el número de gold farmers se incrementara aún más. En mi propia calle pasamos de jugar tres o cuatro personas a ser alrededor de veinte y dentro del juego se volvió más complicado encontrar espacio libre en varias actividades.

Entre los efectos que esto provocó en el ecosistema del juego, está la sobreexplotación de la zona de Revenants, la cual se encuentra en un área PvP. Al darse cuenta de esto, ciertos grupos de jugadores comenzaron a cobrar a cambio de no matarte mientras estés en dicho sitio, formándose así varias mafias que mantenían el control del lugar. Debido a esa situación los desarrolladores tuvieron que cambiar la distribución de los monstruos y alterar el sistema de PvP en la zona, entre otras cosas. Además, desde que inicio el confinamiento el valor de muchos objetos dentro del juego comenzó a disminuir considerablemente, de manera que si pasabas un par de días sin jugar al volver descubrías que estuviste perdiendo dinero, y teniendo en cuenta que la mayoría preferimos tener objetos y equipo en el banco en lugar de monedas, no pocos tuvimos que jugar ya no para aumentar las ganancias, sino para al menos mantener lo que teníamos de antemano. Por si fuera poco, el precio de venta del oro, que se había mantenido en o por encima de los cincuenta centavos de dólar el millón de monedas, alcanzó su valor más bajo hasta ahora llegando a pagarse en treinta centavos o incluso menos, provocando desesperación entre algunos vendedores.

Vivir del gold farming no es nada fácil. Aunque es cierto que es una manera accesible de hacerle frente a la crisis que padecemos, también requiere que se le dedique abundantes horas diarias. En la mayoría de casos una persona acaba dedicándole diez, doce o más horas para poder mantener a su familia o para reunir dinero con un objetivo específico. Más de uno empieza emocionado por lo atractivo que resulta desde fuera; después de todo, ganamos dinero jugando. No obstante, al toparse con la realidad se dan cuenta de que llega a ser muy duro para nosotros – en lo personal, tengo la suerte de poder dividir la carga con mis hermanos, así que cada uno le dedica entre seis y ocho horas al día –. Pese a ello, no son pocas las personas cuyas vidas se salvaron gracias a que empezaron a vender oro de Runescape u otro juego. Siendo honesto, yo mismo he pasado por momentos en los que no sé qué habría sido de mí y mi familia si no hubiese conocido el título. Al final el futuro es incierto, probablemente de aquí a un tiempo ya no resulte viable, pero de momento nos ha ayudado a respirar más tranquilos en estos momentos tan duros. Y eso ya es algo.