(Sale mal)

Valve es como Microsoft: cada vez que hace algo bien la lía parda con algo aún peor. El aspecto positivo en esta ocasión fue la beta de la biblioteca que, aunque en un principio pueda parecer rara, era algo necesario y además estéticamente es una pasada. El negativo es que el dinero mueve el mundo sin necesidad de punto de apoyo y algunos lo quieren mover demasiado. En Francia están mirando cómo regular el mercado de videojuegos online, con proyectos como que puedas revender tus copias de juegos de Steam (algo que acabará por completo con los indies de poca duración), y Valve se está empezando a poner las pilas… para evitar a toda costa caer en alguna de las restricciones que en unos pocos meses terminarán de imponerse en el país galo.

La situación empieza cuando lanzan una actualización solo en Francia en la que ahora puedes ver los objetos que te van a tocar en las cajas, pero por supuesto en Valve no son tontos. La astucia llega cuando se trata de seguir generando ingresos, así que sólo puedes saber lo que tiene una caja gracias a un escáner de rayos X incorporado en un arma que tienes que comprar previamente. La cosa funciona así: escaneas la caja antes de abrirla y te dice el objeto que es; sin embargo, no puedes volver a escanear otra caja hasta que abras la que ya has escaneado. Con esto, aprovechan el hecho de que sabes lo que estás comprando antes de abrirlo, por lo que no se puede considerar lootbox, sino una venta normal y corriente. Y como colofón, la compra de cajas ya no estará disponible, pero sí su venta.

En Belgica, las lootboxes están prohibidas desde el año pasado.

Siempre he considerado que no hay que subestimar a una empresa porque es precisamente eso, una empresa, pero he de decir que tienen un arte maravilloso para escapar de la legalidad. Lo que también es maravilloso es que, por culpa de estos comportamientos y movimientos para evitar lo que dice un libro gordo del cual pende la Justicia y en muchos casos la moral, las leyes se modifiquen y se conviertan en algo tan estricto que se tendrá que empezar a tirar por generalizaciones, y entonces el chiringuito sí que se va a terminar. Aún recuerdo la cara del fiscal cuando una representante de Electronic Arts dijo delante de un jurado que lo que tenían entre manos no eran apuestas, sino “surprise mechanics”, dando a entender que, en una extrapolación muy exagerada, si yo ahora mismo te atraco no es un robo, es un “gasto sorpresa”.

La cuerda se está tensando demasiado, y puede acabar muy bien o muy mal: lo bonito sería que mágicamente las empresas responsables de toda esta parafernalia cambiaran su modelo de negocio, algo que es prácticamente imposible; otro posible final es que esto no se llegue a regular bien, por lo que seguirán habiendo recovecos legales por los que colarse; y por último se podría llegar a lo anteriormente citado, una sobreprotección tan extrema que es posible que llegue a hacer desaparecer todo tipo de micropagos, incluyendo expansiones. Las empresas no se dan cuenta de todo el daño que están haciendo; rectifico: sí que lo saben, pero creen que sus intereses están por encima de la moralidad. La adicción a los videojuegos y compras que poco o nada se diferencian de las tragaperras (qué bonito el tráiler del nuevo modo del NBA 2K20) son un problema real en los que sólo los consumidores pueden actuar en consecuencia. Es nuestro deber ser compradores responsables y no caer en el cebo de estas malas prácticas, porque en nada habrá una generación de jugadores que no sabrá percibir los videojuegos de otra manera que no sea palmando 70 pavos por un triple A y luego gastando aún más dentro de un producto del que, por lo que parece, aun no han pagado lo suficiente.