Calidad antes que cantidad

Ayer, 18 de enero de 2022, nos levantábamos con la deliciosa noticia de que la serie de Cuphead producida por Netflix, The Cuphead Show, ya tenía fecha de estreno, estando prevista para el próximo viernes 18 de febrero. En menos de seis meses, tras años de espera, podremos disfrutar de The Delicious Last Course, la expansión de la obra de Studio MDHR. Y no creo, personalmente, que haya que esperar mucho más de eso para que también llegue a nuestras manos God of War Ragnarok —título cuya ventana de lanzamiento sigue abierta, pero que, si me preguntáis, no creo que se demore más allá de noviembre—, secuela que difícilmente se quedará sin adaptación a la gran pantalla ante el nuevo universo cinematográfico que está edificando Sony.

Definitivamente son buenos tiempos para ser fan de los videojuegos, y especialmente para ser fan de estas dos franquicias tan dispares pero a su vez con tantísimos puntos en común, más allá de su acercamiento a la acción directa. Con sus últimos lanzamientos, ambas IPs concibieron nuevos universos repletos de incógnitas, dibujaron puertas de entrada a secretos inimaginables y trazaron hasta los últimos detalles de personajes inolvidables que nos dejaron con ganas de mucho más, algo que desde NORMA Editorial, por supuesto, no podían obviar.

Sería absurdo tratar de esconder o mínimamente disimular lo que en esta casa alabamos el buen hacer de NORMA, responsable de unas superlativas maquetas y unas cuidadísimas ediciones. En los últimos dos años, sin embargo, todo lo que ha pasado por nuestras manos han sido artbooks (Death Stranding, GRIS), y no ha sido hasta esta última semana cuando hemos tenido acceso a sus cómics; concretamente, a los segundos tomos de las series homónimas a las sagas previamente mencionadas —los primeros, al parecer, han arrasado completamente, encontrándose en reimpresión en el momento de escribir estas líneas; suerte que son historias independientes—. Tal y como era de esperar, hay cosas que nunca cambian, y tanto el oportuno cartoné de 17 x 26cm de Cuphead 2. Crónicas y calamidades caricaturescas como la imponente tapa dura de 15,2 x 22,9cm de God of War: El Dios Caído dejan más que patente el cariño y el mimo que ambas franquicias han experimentado en su paso al papel. Muy poco puede objetarse en cuestiones de material, portadas, dimensiones o del tratamiento de un color aquí omnipresente, al igual que acerca de la localización de ambos trabajos (fruto, respectivamente, del excelente trabajo de David Tejera y Uriel López): todo está exactamente donde debería de estar, algo que dada la amplia trayectoria de la editorial se podría esperar, pero que no por ello debe de pasarse por alto en cualquier crítica que se precie dada la complejidad y delicadeza de sus procesos.

Acerquémonos, entonces, a cada obra en particular; descubramos su interior. El Dios Caído, escrito por Chris Roberson y dibujado principalmente por Tony Parker, configura una nueva historia ambientada en el universo de SIE Santa Monica Studio que nos permite conocer algunos de los hechos que ocurrieron después de la trilogía original de God of WarLa propuesta, que se siente enfocada a jóvenes lectores, cuenta, además, con ilustraciones exclusivas de Dave Rapoza y Gabriele Dell’Otto, que sabiamente dosifica a modo de cubiertas para los cuatro capítulos que lo componen. Su puesta en escena es vibrante, y sus secuencias de acción, aunque intencionalmente confusas, reflejan a la perfección la furia del combate espartano. Si algo he de señalar en su contra, más allá de un dibujo que percibo algo alejado de la línea visual de los videojuegos pero que a buen seguro sabrá hacer las delicias de cierto sector del público al que está dirigido, es que la obra, narrativamente simple en su construcción, puede llegar a pecar de superflua, aportando muy pocos detalles de relevancia sobre el universo God of War, utilizando con poco tino a algunos de sus personajes más icónicos y perfilando pocos matices de Kratos que no hubiésemos descubierto en producciones previas. No sé si es algo perdonable, pero desde luego sí comprensible dada la brevísima extensión del relato en 92 páginas, que difícilmente ofrecerá más de 20 minutos de lectura al lector avezado.

La colorización, junto a la dirección artística del libro, es absolutamente sensacional. Se trata de un trabajo que verdaderamente entra por los ojos, y que desprende un buen hacer extremadamente exagerado. Shout out igualmente a la composición de algunas viñetas, y a los constantes juegos visuales que se realizan con los bocadillos, los textos y las tipografías.

Este problema narrativo derivado de una comprimidísima extensión es algo que tiene en cuenta y que solventa con mucha más gracia y elegancia Crónicas y Calamidades Caricaturescasque a lo largo de sus 72 páginas, lejos de contar una única historia del universo en el que se basa, propone minúsculas píldoras narrativas de no más de tres o cuatro páginas de extensión escritas por Zack Keller, dibujadas por Shawn Dickinson y protagonizadas por Cuphead Mugman, pero también por el resto del elenco de bosses que componen la propuesta y por Ms. Chalice, absoluta protagonista del inminente contenido descargable. Aunque se percibe como una propuesta con ninguna maldad y con un target más bien infantil (hay por ahí, incluso, alguna invitación a la lectura; “no seas un cabezahueca… ¡dale a los libros!”), se trata de una aventura bellísima, que sabe captar a la perfección el espíritu del Studio MHDR y que se sirve de la expresividad de sus personajes para ofrecer una selección de nuevas tramas y what ifs extremadamente divertida. Habrá quien se quede con las ganas de una historia completa —un apetito que presumiblemente sabrá saciar la nueva serie—, pero siendo conscientes de su enfoque familiar, no se le puede pedir mucho más.

Pese a lo comentado, puede que el mayor óbice que os separe de haceros con alguno de estos dos tomos sea su precio, y es que el innegable coste de sus materiales los eleva a la categoría de pieza de coleccionismo. Como tal, y teniendo en cuenta la brevedad de ambos relatos, puede que los bolsillos más humildes no dispongan de esos 18,50€ que cuesta la última aventura de Kratos o de los 10,50€ de rigor de los que puede presumir la entrega de Cuphead (pudiendo palidecer en cuanto a contenidos con otras producciones no relacionadas al mundillo de los videojuegos), pero está claro que ambas aventuras, tan solo por su construcción, lo valen, alzándose como títulos más que recomendables a los fans de los videojuegos y como regalos ideales para aquellos jóvenes —o incluso niños, en el segundo caso— algo despegados del papel que se sientan atraídos por sus héroes videolúdicos. No os puedo prometer que vayan a conocer mucho más de ellos, pero sí que podrán aprender a disfrutarlos desde una nueva perspectiva.