¿Estás seguro de esto?

Esta es la historia de un lector, que disfrutaba de informarse en la web sobre la actualidad del videojuego. El lector consumía todo tipo de contenido, desde noticias de última hora a comentarios más sopesados, como ensayos y críticas. La situación no cambiaba demasiado de un día a otro, pero el lector era feliz. Su rutina le hacía feliz. Cada mañana, disfrutar de un café caliente mientras navegaba por la web era todo lo que necesitaba, buscando nuevo contenido para devorar.

El tiempo pasó y la situación no cambió mucho. Las pequeñas diferencias residían en el resto de su día a día: quizás un trabajo nuevo, una reunión con viejos amigos o un viaje rápido. Pero estos sucesos siempre se mantenían al margen de lo realmente importante, la lectura mañanera. Tal era el disfrute de este lector que pocas veces recordaba lo que había hecho con su tiempo el resto del día. Se mantenía en su mente como un sueño que poco a poco se desvanece conforme la vigilia toma su parte.

Una mañana el lector se levantó dispuesto a perpetuar su habitual procedimiento, café en la mano, ordenador encendido. Todo parecía normal hasta que sus ojos se toparon con un título muy llamativo: The Stanley Parable. Dispuesto a ahondar más en este misterioso título, dedicó toda su concentración a ello. El lector conoció a Stanley.

Esta es la historia de un hombre llamado Stanley. Stanley trabajaba para una compañía en un gran edificio donde era el Empleado 427. El trabajo del Empleado 427 era simple: él se sentaba en su escritorio en la habitación 427 y pulsaba botones en su pantalla con su ratón. Las ordenes le llegaban a través de un monitor en su escritorio, diciéndole donde pulsar, por cuanto tiempo y en qué orden. Pero un día algo peculiar ocurrió. Algo que cambiaría a Stanley para siempre; algo que nunca olvidaría. Llevaba en su escritorio casi una hora cuando se dio cuenta de que no le había llegado ninguna orden al monitor. Nadie había aparecido para darle instrucciones, llamarle para una reunión, ni siquiera para saludar. Nunca en todos los años que llevaba en la compañía le había ocurrido algo parecido, este completo aislamiento.

El lector se sintió ensimismado por este comienzo, por lo que no dudó en dejar a un lado el resto del contenido escrito y comenzar a experimentar por su cuenta las aventuras de Stanley. No tardó en adquirir una copia de la nueva y mejorada versión del juego, ahora disponible en múltiples plataformas, incluida su favorita, y comenzar con la partida. Poco tiempo hizo falta una vez visibles los créditos iniciales, para que el lector olvidara la realidad fuera de la oficina. Los planes rutinarios con los que llenaba el resto de su tiempo quedaron todavía más olvidados que de costumbre, acompañados poco a poco por la urgente necesidad de leer cada mañana. Sin terminar de darse cuenta, el lector ahora era Stanley.