Cuando nuestros caminos se separaron

Llego a la fiesta buscándote a ti

Y hay chicas guapas pero ellas no son tú

Todas tan iguales que me hacen reír

Hasta que se cruza tu mirada y yo

No sé por qué noto algo raro cuando saludas

La forma que tienes de hablar y cómo gesticulas

No sé quién son todos esos con los que te juntas

No sé cómo se llama, pero sé que esa chica no eres tú

Recuerdo la primera vez que te vi. La primera vez que supe de ti, todo lo que la gente me contaba. La intriga, los nervios. La primera vez que conectamos. Y los recuerdo como momentos tremendamente especiales para mí. En gran parte, porque nada desde entonces me ha hecho sentir lo que me hiciste sentir en aquellos momentos. Expectativa, comprensión, compañía, calidez; el encontrar una nueva casa. Apoyo en los momentos en los que más lo necesitaba. Hacerme mejor, hacerte mejor; simbiosis.

Sé por todo lo que has pasado desde entonces, aunque no por ello sigue siendo difícil de imaginar, para mí y para cualquiera, lo que toda esta mala racha ha debido de significar para ti. El tiempo nos cambia a todos, pero reconozco que en situaciones como la tuya es muy difícil escoger en qué dirección. No por ello dejo pensar, de tanto en tanto, sobre todas las otras posibilidades; los otros miles de universos paralelos en los que decidimos llevar las cosas de otra forma. Puede que ahora peque de ser un comentario un tanto resentido, pero distanciarnos así fue toda una puñalada para mí, por más que, en parte, yo fuese el agente incitador de tal situación. No puedo decirte que fuese algo fácil; ni siquiera puedo confirmarte que realmente mereciese la pena. Nunca volví a ser el mismo.

Ahora veo nuestras fotos, tus fotos con otra gente. Nunca he sido celoso, porque eres algo que merece ser compartido, descubierto y disfrutado por todo el mundo. Porque siempre he pensado que vales oro, e incluso ahora, que apenas encuentro en ti todo aquello que vi antaño, pondría la mano en el fuego por el hecho de que queda algo de todo eso. No son celos esto que siento; es envidia, por ti y por los demás, y una sensación inconmensurable de falserío en cuyo epicentro me hallo, y que vivo y siento desde una primera persona.

¿Debí de haber luchado más por ti, por nosotros? ¿Habría sido forzar las cosas, o un sacrificio necesario? ¿Realmente te amé tanto como ahora lo idealizo, si ni siquiera estuve dispuesto a entenderte cuando lo necesitabas?

Nostalgia, miedo, tristeza, decepción.

Te echo de menos. Es esa la realidad. Echo de menos perderme en tu mundo interior, las conversaciones de las que me hacías partícipe hasta las tantas de la mañana. Jamás algo me ha atraído tanto intelectualmente como lo has hecho; una conexión casi instantánea y sagrada. También extraño todos esos ratos juntos en los que la comunicación sobraba, y bastaba la compañía del uno con el otro, sin mediar palabra, para sentirnos acompañados y comprendidos. Son ratos que, independientemente de las relaciones que ahora forjemos y de los caminos que ahora tomemos, jamás volverán. Soy plenamente consciente, en parte prefiero que sea así, pero quizás sea eso lo que más me duele.

Sé que era necio esperar que esto fuese para siempre, porque sé que es sagaz anticiparse y pensar que nada es para siempre. La vida pasa, las situaciones personales cambian; las relaciones lo hacen acordemente. No te culpo, porque, en el fondo, pienso que yo también podría haber cambiado; podría haber evolucionado contigo, adaptarme a tu situación. Quizás hubiese sido lo correcto, quizás todo esto hubiese tenido un final más feliz, y no seré yo quien te culpe por evolucionar, por explorar tus límites, por llegar a sitios a los que conmigo jamás podrías haber llegado. Pero eso no quita que me apene verte lograrlo sin mí.

En el fondo, me alegro de que al menos tú estés orgulloso de tu nuevo tú, y a que no tengas miedo a mostrarte tal y como actualmente dices ser, aunque para mí —y para mucha otra gente— ya haga mucho tiempo que dejaste de ser la obra de la que me enamoré.

 

Nunca te he escuchao’ reír, así no eres tú

Toda esa carne fácil sin vestir, no eres tú

Toda esa basura de Instagram, no eres tú

No sé cómo se llama pero esta no eres tú

No eres tú (Jesse Baez & C. Tangana, 2018)