¿Clave para la reconstrucción?

Esta semana, uno de los mayores monumentos del mundo, la catedral de Notre Dame, ardía en llamas produciendo imágenes de lo más sobrecogedoras, y tras la incertidumbre inicial sobre si sería posible traer de vuelta el icónico edificio, ha salido a la luz que Assassin’s Creed Unity, la obra de la saga de Ubisoft ubicada en la Revolución Francesa, podría resultar clave de cara al proceso, gracias al detalle con el que recrearon el edificio, para lo que dedicaron escaneos con laser que dieron lugar a una réplica virtual con un margen de error de 5 milímetros. Al margen de todos los problemas técnicos que sufrió el título, y por los que la memoria colectiva lo considera uno de los peores de la franquicia, por más que incluyera novedades como el cooperativo, además de una época histórica cuanto menos interesante, lo cierto es que la tendencia de Ubisoft de reproducir casi de manera enfermiza todos los detalles necesarios para mantener la coherencia histórica no fue menos en esta ocasión.

Tal y como comentamos en nuestro último Podcast, a raíz de un artículo de Nivel Oculto en el que se hablaba del valor cultural del videojuego en función de su preservación, con el debate correspondiente, me resulta bastante gracioso que ahora puedan invertirse las tornas, y sea el videojuego ahora el que pueda ser el soporte que ayude a preservar la cultura, en este caso, a nivel arquitectónico. Desde luego, experiencia en Ubisoft a la hora de crear versiones digitales de todo tipo de edificios y ciudades, desde la catedral protagonista de este artículo, al Antiguo Egipto, la Florencia del Renacimiento, entre otros, contando para ello con equipos dedicados únicamente a que todo lo presente en el juego sea fiel históricamente hablando, como podéis observar en el siguiente tour virtual por la catedral.

A falta de saber los procesos que seguirán los equipos para restaurarla (y sin tener certeza de si utilizarán Unity entre las referencias, puesto que no es la única, por más que pueda resultar extremadamente fiable), no conoceremos el resultado hasta dentro de por lo menos 5 años, siendo optimistas, y por lo tanto el potencial reconocimiento a Ubisoft y la industria del videojuego tendrá que hacerse esperar, con el correspondiente (y más que probable) debate del valor cultural como medio, como se debatió recientemente por parte de los principales partidos políticos, y su aplicación a la educación, iniciativa que la desarrolladora ya impulsó con Origins y el Discovery Tour de cara a su utilización en institutos y universidades para dar otra vuelta de tuerca a la manera de enseñar historia, y quién sabe si esto podría ampliarse, con otras licencias a otros ámbitos como historia del arte (la más apropiada en este caso, a mi juicio).

Es por este tipo de propuestas que, al margen de debates endémicos de la industria, como la mencionana preservación de los títulos más antiguos en pleno auge del medio digital, o la conservación de títulos exclusivos de este formato, debemos también ser conscientes del valor adicional que puede aportarse desde los videojuegos más allá de ser un instrumento lúdico que puede ser, salvando las brechas generacionales, disfrutado por todo el mundo.

Una de cal, y otra de arena

Sin embargo, todas luces tienen sus correspondientes sombras, y sin dejar de reconocer el valor de la obra de Ubisoft, no deja de ser tremendamente oportunista la campaña de donaciones en la que, al igual que la empresa francesa, han participado otras tantas compañías de todo el mundo con cifras ingentes, pero que casualmente, se han olvidado de una mezquita en Jerusalem (que supone el tercer lugar sagrado del Islam) que ardía también en llamas el mismo día que la icónica catedral francesa.

Desconozco por completo si se trata de un descuido fruto de la casualidad, pero dada la situación geográfica y la situación política que se vive allí, mi intuición me dice que las grandes empresas (no solo relativas al sector del entretenimiento) han preferido destinar recursos no a reconstruir un emblema cultural, si no más bien a mejorar su imagen corporativa de cara al público, asumiendo siempre que no hay incentivos por otro lado, claro está. Y menciono esta mezquita debido a que el primer título de la franquicia de Ubisoft se desarrollaba en parte en la ciudad de Jerusalem, sin entrar a valorar que puedan ayudar a su reconstrucción, debido a las diferencias técnicas que pudo haber en la recreación de la misma en el título.

Como en toda situación de repercusión mundial, y especialmente desde empresas que buscan ampliar su potencial público, no ya con ambientaciones que puedan identificiar a los consumidores, la actuación de Ubisoft donando y ofreciendo de manera gratuita a los jugadores Assassin’s Creed Unity no parece en absoluto una medida desinteresada, pero sí una oportunidad más de publicidad, aunque pueda buscarse (y encontrarse) cierto sentido lógico a la decisión, más allá de la pura decisión empresarial.