Bumaye

Mientras muchos se quedaban sin uñas esperando Silksong en la última presentación Indie World Showcase que se celebró el pasado miércoles, un servidor aplaudía en el sofá de su salón al recibir una nueva oportunidad para daros la brasa con uno de los mayores homenajes al videojuego que hemos vivido durante la última década. Una oportunidad ofrecida por el mismísimo Takashi Ishihara, quien oficializó el estreno de Tetris Effect: Connected en la híbrida de Nintendo, previsto ahora, tras haber concluido su período de exclusividad con Xbox, para desembarcar en tiendas digitales – y, esperemos, también físicas – el próximo 8 de octubre. Y quizás sea un anuncio que no pille de sorpresa a mucha gente, o que caiga fuera de su radar; al fin y al cabo, no deja de ser una revisión muy edulcorada visualmente de un título clásico, casi trillado, y, para más inri, una que ya de por sí se había lanzado en (casi) todas las plataformas habidas y por haber. Pero un servidor no puede evitar encontrar en ella un brillante ejercicio de rediseño, un estudio a nuestras raíces, una carta de amor a nuestro pasado. No puede evitar tener ganas de volver a esa infernal cuadrícula que solo Dios sabe cuántas veces ha visto. Y vaya que si se lo va a gozar.

Cuando jugué y analicé Tetris Effect allá por noviembre de 2018 [véase cajetilla de la derecha] ya hablé de Tetsuya Mizuguchi, del vital rol de la música en el título, de sus implicaciones en el conjunto lúdico y del enorme respeto que Resonair demostró implícitamente con sus tímidas adiciones. Hay mucho de aquel Tetris Effect en la edición que recibiremos próximamente en nuestras Switch, pero también hay mucho más. Como versión Connected que es, el lanzamiento, que pierde por el camino su compatibilidad con dispositivos de realidad virtual, goza ahora de una mucho mejor salud en el campo multijugador con respecto a lo explorado hace tres años, con diferentes modos tanto de carácter competitivo como cooperativo que están esperando a ser redescubiertos joy-cons mediante, y que se suman a las ya de por sí extensas posibilidades de juego en solitario.

Como novedad, se sobreentiende, se gana portabilidad, incluyéndose en tal virtud otra que a buen seguro agradece el masoquista de las partidas infinitas: dejar una partida larga a medias para reanudarla después. Y entiendo la falta de respeto que esto puede suponer a los mismos usuarios que precisamente podrían beneficiarse de dicha posibilidad, conllevando tal acto una expulsión inmediata de La Zona, pero si algo hace bien Tetris Effect es tratar tal estado mental de forma única, dirigiéndose a él de forma explícita por su propio nombre, y siendo capaz de devolverte al flow del juego en escasos segundos gracias a su intensísimo sistema de juego, aderezado en todo momento de miles de partículas y feedbacks sonoros. Puede parecer increíble, pero aquellos que lo hayáis catado sabréis que no exagero con tal afirmación. Y los que no lo hayáis hecho aún, afortunadamente, no tendréis que esperar mucho para darme la razón.