(O la importancia del garabato chileno)

Desde hace tiempo (2019 para ser exactos) que hay una pequeñez, un detalle que me ha estado molestando en los videojuegos que están localizados al español. Mi timeline de Twitter está llena de españoles, siendo normal considerando que ocasionalmente escribo para HyperHype, una web de videojuegos española, y, además, sigo a muchos periodistas y críticos del mismo país. Por lo que no es nada fuera de lo común ver tuits de gente que aprecia el trabajo de traducción, en especial de ciertos juegos que destacan por tener una buena localización.

Es el caso de Persona 5 Royal (de ahí que la molestia haya partido ese año), el primer juego de la saga en ser traducido oficialmente al español. Twitter se llenó de pantallazos de momentos de localización destacable para la comunidad española y yo, sin querer hacer de menos el trabajo de los traductores ni mucho menos, no entiendo ni la mitad de los cumplidos que se les hizo a los juegos. Mi recuerdo más vivido (y quizás lo que me hace escribir estas palabras) es una imagen de Ryuji, uno de los integrantes del elenco principal del título diciendo “una polla como una olla”, algo que aun a día de hoy desconozco su significado, pero que fue alabado por su buena implementación.

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Un problema de palabras

Y esto me trae al punto principal de lo que quiero destacar con estas palabras y es, en parte, la envidia que siento de que los españoles puedan tener -aunque aún no tanto como podría ser- traducciones fieles a su idioma, con sus modismos y dichos. Es mucho más fácil para la mayoría de jugadores conectar con un videojuego si este los representa. En realidad, esto pasa en todo orden de cosas, por eso también es tan importante la representación en el medio.

Es esta misma representación la que tanta falta le hace al medio cuando se trata de latinoamérica, una nada desdeñable porción del público que no se queda ni con pan ni con pedazo en la mayoría de las ocasiones, hasta el extremo que si, por ejemplo, compro un juego de Xbox 360 a día de hoy y este requiere Windows Live, no pueda jugarlo al no tener acceso a este servicio, a pesar de estar disponible para su compra en la Microsoft Store.

Y en cuanto a la traducción, son una pequeña minoría de estudios y distribuidoras las que le dedican la importancia que se merece al público latinoamericano. Así, si me apresuran, solo podría mencionar a los juegos publicados por Sony, los que cuentan con doblaje al español latino. Y es una pena que en pleno 2023 se tenga que agradecer algo tan básico como un doblaje o una traducción a nuestro dialecto. Pero es lo que tenemos, debemos agradecerlo aunque sea un poco porque incluso ahora —y al menos en Chile— no tenemos disponible la eShop. Teniendo que usar la tienda española para poder acceder a títulos digitales. Tal movimiento, que iría en directo beneficio de Nintendo y nadie más que Nintendo, es inconcebible que no se haya hecho aún.

En parte, imagino, es por la mala reputación que tenemos a la hora de la piratería de software. Pero esa realidad ha quedando cada vez más en el pasado, donde ahora tiendas como Steam son la norma y no la excepción. Somos decenas de miles de jugadores que estamos más que dispuestos a votar con nuestra billetera por una mayor cobertura y mayores beneficios para con las empresas y, aun así, nos tenemos que confirmar con las migajas.

Y todo esto sin siquiera contar uno de los problemas más significativos de la traducción y el doblaje a nuestros lares. Y es que el “español latino” no existe. Si bien el “español latino” es un idioma que podemos entender casi a la perfección a través de toda latinoamérica, no es representativo de ningún país en especial. Por lo que frases como “una polla como una olla” no tienen un equivalente para Chile, ni Argentina, ni México ni ningún otro país que conforma el 90% de América.

Palabras mayores

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Romhack Pokémon Chileno

Nada me hubiera gustado más que leer a personajes de Grand Theft Auto: San Andreas -un juego que hace un profundo uso de muletillas y jergas- traducido al español chileno. En vez del “que paiza” español, leer un “buena compare”, en vez de “birra”, “chela” o en vez de “gilipollas” su buen “aweonao”.

Sé que es mucho pedir un trabajo de localización para un nicho tan específico como el público chileno, si ya ni siquiera contamos con un equivalente latinoamericano, teniendo que conformarnos con la traducción española. Pero quizás no tendría por qué ser así. Quizás estamos pecando de conformistas y podría haber un mundo en el que ver palabras como “cuático”, “pulento” y “wea” sean pan de cada día. Pues es más fácil y más natural ver esas palabras para nosotros que sus equivalentes españoles. Hasta tal punto que no han sido pocos los juegos que prefiero jugar en inglés porque me siento más conectado a ese idioma que al castellano.

Y es aún más difícil cuando el mismo público chileno no aceptó de muy buena forma el intento de la película ¿Por qué él? —protagonizada por Bryan Cranston y James Franco— de ser subtitulada en español chileno. Pero más que echarle la culpa a mis compatriotas, lo veo como un síntoma de la misma falta de costumbre a ver trabajos pensados en nuestro propio idioma.

Recuerdo hace poco haber jugado a Canine, un juego argentino de terror en el que tenemos que rescatar a nuestro perro de una clínica donde hacen pruebas abominables con las mascotas. El juego no me parece nada destacable, pero sí el riesgo que tomaron los desarrolladores de usar expresiones claramente argentinas. Algo que no es para nada común en la comunidad indie hispanohablante, donde no solo es casi imposible ver trabajos con modismos de su país de origen, sino que además no son pocos los casos en los que los juegos ni siquiera están disponibles en su idioma de origen, como lo es el caso del videojuego venezolano Va-11 Hall-A, una novela visual donde manejamos a una barman en un mundo cyberpunk y que no dispone de traducción al español latinoamericano y al castellano.

Un paisaje deprimente

Con todo esto, es casi imposible esperar con cierta base en la realidad que algún día veamos como norma juegos localizados al español mexicano, argentino o chileno, por nombrar algunos si ya de por sí la traducción al latino es mucho más una excepción que una regla. Pero quizás sea posible, quién sabe. Hasta entonces, solo me quedará desear algún día ver un videojuego con garabatos chilenos.

kofi