Long Live The King

Si hay algo que distingue a Fortnite de sus competidores es su adaptabilidad y su apuesta constante por reinventarse. El fenómeno de masas de Epic Games trata de renovarse cada poco tiempo, ya sea con cambios drásticos en el mapa, con pequeñas historias que acompañen dichos cambios o con la inclusión de personajes de otras franquicias, entre otros detalles. Se trata de un battle royale vivo que, dentro de las limitaciones y monotonía propias del género, trata de insuflar nuevos alicientes constantemente para sus jugadores, y es sencillo darse cuenta de como de bien funciona esta estrategia, basta con mirar como se impuso sobre gigantes consolidados del género como PUBG, o como se mantiene como primera opción ante nuevos contendientes como Apex Legends o Warzone.

Más allá de la división por temporadas habitual en este tipo de juegos, la gente de Epic quiso marcar un punto y aparte más notorio en el título, con el inicio de un segundo capítulo que trajo cambios más drásticos que un simple cambio de temporada. Ahora, dentro de ese segundo capítulo seguimos viendo una evolución notoria con cada cambio de temporada, tanto a nivel de jugabilidad y elementos interactivos como de estética. Con cada cambio encontramos nuevas armas e incluso vehículos, pero si hay un elemento que mantiene vivo a Fortnite sobre todos los demás es el mapa. Con cada nuevo acontecimiento cambia el mapa de manera radical, hemos visto desde brechas espacio temporales hasta cataclismos y meteoritos, y todos ellos nos ofrecen una versión renovada de la gigantesca isla. Con el último cambio, el mundo se ha convertido en una suerte de versión de Waterworld, con el nivel del agua engullendo gran parte del mapeado, estructuras flotantes y un tsunami a modo de tormenta.

Como ha ocurrido con todas las temporadas hay cientos de indicios que salpican el mapa y que dan pie a los jugadores para teorizar sobre que será lo siguiente en venir, y como también suele ocurrir, los dataminers no tardan en sacar a la luz material que anticipa los cambios que están por llegar. En este caso han sido los usuarios conocidos como iFireMonkey y VastBlastt los que han sacado los datos a la luz a través de redes sociales, y concretamente VastBlastt ha ilustrado en Twitter como irá cambiando progresivamente el mapa, con el retroceso del nivel del mar. Aunque aún no se sabe cuanto tiempo tardará dicho proceso, jugadores y dataminers estiman que con cada semana que pase se producirá un cambio escalonado en el nivel del agua, mostrando así el mapa de manera progresiva, hasta la fecha prevista para que finalice la temporada, el próximo 26 de agosto. Así luciría, según estos datos, el cambio global en el mapa que veríamos semana a semana.

El empeño de la comunidad por filtrar y desvelar datos a través de estos dataminers hace evidente el éxito de la fórmula de Epic Games para mantener vivo Fortnite, que más allá de tratarse de un título de mayor o menor calidad, ha sabido cautivar a un amplio público, logrando un alcance e impacto mayor que sus competidores, y manteniendo el interés durante mucho más tiempo. Es algo vivo y cambiante, que atrae incluso a gente que no es asidua en los videojuegos, y que encuentran en Fortnite su único contacto con el medio, así como también atrapa a muchos jugadores habituales que combinan esta experiencia con otras. Lo interesante de este título es que, aunque te guste más o menos su propuesta y género, es fácil reconocer ese mérito de adaptabilidad y cambio constante.