Por favor no me decepcionéis, por favor no me decepcionéis

Ahora que las lootboxes y sus distintas variantes ya se han extendido a todos los géneros y formatos del videojuego, las instituciones y gobiernos empiezan a moverse para prohibir (caso de Bélgica y Holanda) o regular (que es lo que se pretende llevar a cabo en España, aunque ya se adelantaron hace tiempo las intenciones) y ahora ha llegado el anuncio oficial. Anuncio, porque de momento se desconoce el alcance de la medida o el enfoque desde el que se va a regular, pero ante el desconocimiento absoluto, creo que se pueden sacar unas cuantas ideas y nociones interesantes.

Para empezar, más vale no hacerse ilusiones, porque luego llegan planteamientos como la primera propuesta que hubo en materia de casas de apuestas por parte del Ministerio de Consumo (que se arregló en gran medida de cara a su versión final, pero el bochorno inicial no lo quita nadie) y hay disgustos. Segundo, hay que tener en cuenta que, como en todo aspecto tecnológico y legal, el lado técnico avanza mucho más rápido que la legislación al respecto, en otras palabras, no se le pueden poner puertas al campo. Como mucho, unas vallas que intenten limitar sus efectos, pero el control total es prácticamente imposible.

Entremos en materia. O más bien, ¿tiene sentido prohibir, cuando herramientas como una VPN podrían permitir saltarse esas limitaciones?

Ese es el primer dilema al que se va a enfrentar esta normativa. Porque la regulación, a falta de ver cuanto ceden las empresas del sector, debería ser clara. La mecánica de las cajas de botín no se va a poder eliminar, principalmente porque los juegos ya apenas disponen de versiones para países específicos, además de que la importación siempre va a ser una opción para aquellos casos puntuales. Teniendo en cuenta el contexto de mundo global y el enfoque máximo que va a permitir el gobierno, es lógico que empecemos a pensar en términos de regulación.

Dicho lo cual, y como ya se ha indicado por parte de varios actores del sector, el problema no son tanto las cajas en sí (ya que, si por ejemplo puede accederse a ellas únicamente con la divisa interna del juego y no implican micropagos, no tienen tampoco un aspecto nocivo, más allá de ser una barrera artificial al desbloqueo del contenido del juego en cuestión) sino los algoritmos y elementos que hay de fondo. Podría seguir empleándose el mismo sistema base, pero con las modificaciones mínimas para cumplir los requisitos, y a seguir imprimiendo billetes y creando ludópatas.

En conclusión, la regulación que primero se me viene a la cabeza implica controles acerca de los micropagos asociados (si puedes obtener la divisa jugando, o solo pasando por caja, personalmente creo que ahí la referencia es League of Legends, aunque sea muy critiicable en otros aspectos, pero es todo relativo a elementos estéticos, y todo a la larga puede obtenerse a base de echar horas), desglose de probabilidades (porque no es lo mismo tentar a la suerte sabiendo “que puede tocar” a “es más fácil que me toque la lotería en la vida real”) y, especialmente, y donde creo que realmente puede actuar teniendo en cuenta el historial de las casas de apuestas, es en la publicidad, donde más fácil puede ser falsear el sistema (por ejemplo, a través de creadores de contenido con cajas manipuladas) y así atraer a un público masivo. Estoy esperando a ver como salta la derecha a defender los sobres del FIFA, teniendo en cuenta sus actuaciones cada vez que el Ministerio de Consumo anuncia un nuevo proyecto. ¿Se vienen streams de apertura de cajas desde la bancada de la oposición? No existe límite cuando piensas en verde, ni de gasto cuando se trata de ludopatía, por mucha gamificación que tenga por encima.