Una nueva excusa para volver a recaer en su mundo

Puede que sea de los pocos a los que le pasa, pero hay veces que me compro el mismo juego más de una vez. Ya sea porque lo tenía en consola y quería disfrutarlo ahora en PC -o al revés-, o porque hay una edición física nueva recién anunciada mirándome con ojitos de pena, llorosos, suplicando que la compre. Al final, obviamente y para sorpresa de nadie, acabo cayendo, pero es algo que sólo me ha pasado con un puñado de juegos a lo largo de estos años y todos tienen un denominador común: han conseguido conquistarme. Sabes que un juego te ha gustado de verdad cuando no te importa gastarte de nuevo los 30 o 60 euros de turno para tenerlo, por ejemplo, en Nintendo Switch, aunque le hayas echado en otra plataforma más de 50 horas pasándotelo dos veces seguidas. Eso da igual. Lo que importa es que quieres volver a disfrutarlo y seguir apoyando a sus creadores comprando otra vez su obra, sin ningún tipo de duda ni remordimiento de por medio. Cuando tu único pensamiento en ese momento es “pagaría otra vez por este juego” ya sabes que no hay vuelta atrás.

Por ejemplo, y sin irnos más lejos, no quiero ni pensar la cantidad de diferentes versiones de Kingdom Hearts que tengo en la estantería. Que si la versión de PS2, que si el Final Mix del 2, que si las colecciones en PS3, que si ahora las de PS4,… Las tengo todas, siendo prácticamente los mismos juegos. Algo parecido me pasó con Hollow Knight. Compré el juego en Steam y le eché ahí 60 horas, después salió la coleccionista que también compré importándola desde Estados Unidos, y por último lo pillé en Switch para rejugarlo en modo portátil. ¿Estoy loco? Seguramente, pero esta locura ha vuelto a cobrarse una nueva víctima durante estas últimas semanas por culpa del lanzamiento de su DLC The Bad Seed: Dead Cells.

Pongamos las cartas sobre la mesa desde el principio y seamos claros: Dead Cells es la peor droga que como jugador me he encontrado desde que me compré mi primera consola siendo un crío. El “game feel” de la obra de Motion Twin es uno de los mayores placeres culpables ahora mismo dentro de cualquier catálogo. Eso, sumado a que tiene un nivel de dificultad bastante elevado y una rejugabilidad que da para cientos de horas, lo convierten en una de esas joyas indie que nadie debería perderse. Además, es uno de esos videojuegos que, por suerte, ha estado continuamente apoyado por sus creadores recibiendo cada pocos meses actualizaciones con nuevas zonas, jefes y diferentes aspectos jugables que convertían la tarea de abandonarlo en algo prácticamente imposible. Una mezcla entre Metroidvania y Rogue-Like que llevo disfrutando desde su salida oficial durante el pasado año 2017 en PC, y que me he vuelto a comprar ahora para Nintendo Switch aprovechando el lanzamiento de su primer DLC de pago, The Bad Seed. Porque… ¿por qué no?

The Bad Seed añade hasta dos zonas nuevas al juego base, siendo alternativas a las rutas Patio-Alcantarillas Tóxicas y Almenas-Osario-Alcantarillas Antiguas, con un nuevo jefe que sustituye a El Conserje dependiendo del camino que tomemos. Ahora tendremos acceso a El Invernadero en Ruinas y La Ciénaga de los Desterrados, con unos entornos y enemigos claramente marcados por un bioma más vegetal, tranquilo a simple vista, pero mortal si nos descuidamos. Porque aquí The Bad Seed consigue mantener la curva dificultad de esta etapa dentro de cualquiera de nuestras runs en el juego base, añadiendo por el camino nuevos enemigos con nuevos patrones que tendremos que aprender como si de nuestra primera vez en el juego se tratara para poder avanzar por la Ciénaga, además de regalarnos nuevas habilidades y armas por el camino. Con ello, y aunque de primeras parezca una adición algo simple debido a que estamos hablando “sólo” de dos zonas nuevas, el equipo de desarrollo ha conseguido con ellas dotar de incluso más variedad nuestras partidas, algo que parecía prácticamente imposible a estas alturas.

Tras The Bad Seed, Motion Twin pone fin, de momento, a más de un año apoyando el juego de forma completamente gratuita. El motivo es muy sencillo, y lo comentan ellos mismos dentro de su ficha en Steam: “Llevamos lanzando actualizaciones gratuitas de Dead Cells durante más de un año. Este DLC de pago está diseñado para apoyar dicho esfuerzo, permitirnos expandir aún más el juego y asegurarnos de que Motion Twin cuenta con el tiempo que necesita para crear un juego del que se sienta orgulloso y que a ti te entusiasme jugar”. Palabras que consiguen expresar muy bien los motivos por los que me decido a recomprar algunos juegos. Cuando ves todo el apoyo que un equipo de desarrollo pone sobre un producto y todo el cariño que le dan a la comunidad que ellos mismos han creado regalando directamente nuevos contenidos, te ves en la necesidad de apoyarlos todavía más, y Dead Cells es un claro ejemplo de esto. 

Hierba buena nunca muere, ni falta que hace

The Bad Seed cuesta la irrisoria cifra de 5 euros en todas las plataformas donde Dead Cells está disponible en estos momentos -que son prácticamente todas-, y la verdad llego a pensar que si hubiera costado algo más no me hubiera importado. Por 5 euros tienes nuevas zonas, armas, objetos, habilidades y un jefe. Añadidos que en un videojuego como éste se traducen en decenas de horas de más y más rejugabilidad y variedad. Un contenido que en cualquier otro lanzamiento de estos días costaría el doble, o incluso el triple. Es por ello que he pagado gustosamente de nuevo los 20 euros que vale Dead Cells en Nintendo Switch aunque le haya echado casi 50 horas en PC con anterioridad, además de los 5 adicionales de este The Bad Seed. Y, ¿qué queréis que os diga? Después de estar toda esta semana redescubriendo de nuevo una de las grandes joyas indie que nos ha dejado esta generación gracias a su DLC de pago, volvería a poner la tarjeta de crédito por él en un futuro si se da la ocasión.


Este análisis ha sido realizado con una copia adquirida por la propia redacción.