Comportamientos así generan una comunidad garrula

Marvel’s Spider-Man es uno de los mejores juegos de esta generación que llega a su fin. La obra de Insomniac nos plantea una historia con un gran elenco de personajes y nos presenta un apartado visual de infarto, aunque también cae en la tentación tan típica de los sandbox de ofrecer misiones anodinas. Pero, por encima de sus virtudes y sus defectos, Spider-Man es un lanzamiento querido por los fans debido a su capacidad de meterte en la piel del hombre araña gracias a sus mecánicas jugables, especialmente aquellas que tienen que ver con el manejo de Spidey por Nueva York. Sin duda, el balanceo por la gran manzana ha sido uno de mis momentos favoritos en PlayStation 4, a la altura de otros como la llegada a Seattle en The Last of Us: Parte II. Sin embargo, tras el anuncio de la llegada del videojuego de los creadores de Ratchet & Clank a PlayStation 5, estos han dejado de recibir tantas palabras bonitas para ser objeto de muchas críticas.

Todas estas protestas, en mi opinión, han sido acertadas. Empezando por la imposibilidad de actualizar de forma gratuita la versión original del título a la nueva remasterización, en un movimiento absurdo y típico de Jim Ryan que parece estar empeñado en emular a Don Mattrick. Del mismo modo, me ha parecido negativa la falta de una edición física, lo cual no solo perjudica a los jugadores amantes de las estanterías, sino también a Sony, que pierde la oportunidad de obtener ingresos de un mercado cada vez menos importante, pero que todavía factura unos cuantos millones. Tampoco me ha gustado la modificación del rostro de Peter Parker. Entiendo que el cambio se haga para lograr una mayor coincidencia con el actor de doblaje, pero eso no quita que me parezca mal. Y no es ni por capricho ni porque el rostro de Ben Jordan se asemeje más a Tom Holland, es porque creo que esto disminuirá mi complicidad con el protagonista. Cuando pruebe el remaster o las posibles secuelas del juego, siempre tendré en mi mente el primer modelado de John Bobniak, la cara de ese Spider-Man de PlayStation 4 que me encantó. Me costará acostumbrarme a una persona a la cual no identifico como Spidey.

Spider-Man Remasterizado

Muchas de las críticas han estado focalizadas en él.

Que un grupo de fans estemos descontentos con estas decisiones es legítimo. No nos gusta lo que vemos y lo criticamos; eso sí, lo hacemos siempre con respeto. Lo que no se puede permitir es el acoso llevado a cabo por algunos frente a Bryan Intihar, director creativo de Marvel’s Spider-Man. Porque mandar mensajes amenazadores como “te buscaremos y te encontraremos”, según relataba el propio Intihar en Twitter, solo sirve para dañar a una persona. Sí, es un desarrollador, pero ante todo es una persona y por ello no merece sufrir de esa manera. Además de lastimar a un sujeto en concreto, esta campaña contribuye a normalizar una práctica tan inadmisible como es el acoso, al mismo tiempo que populariza la amenaza en perjuicio de la crítica constructiva.


No es la primera vez que vemos malas conductas en la industria. Ahí están los comentarios homófobos de algunos usuarios sobre los personajes de The Last of Us: Parte II o las batallas sin sentido entre fanáticos de PlayStation y de Xbox. La comunidad videojueguil está llena de inútiles y, lamentablemente, estos no van a desaparecer pues nunca lo han hecho en ningún otro ámbito de la vida. No obstante, este ambiente tóxico es un problema que se debe paliar. Su gravedad va más allá de tener un alcance individual, se trata de una lacra que nos afecta a todos y que lo único que hace es dar pie a un entorno más irrespetuoso, en el cual lo que importa es hacer jaleo sin miramientos, y no tanto criticar con argumentos con tal de fomentar un debate enriquecedor. La verdad es que es una pena porque prefiero mil veces una comunidad que, por ejemplo, me dice “pues Final Fantasy XV no está tan mal, su componente road movie te hace empatizar con los personajes”, que una que me grita “¡No juegues a esa mierda!”. Y es que con una aprendo, por el contrario con la otra me vuelvo un poco más ignorante y maleducado.