Los padres de las lootboxes aprovechan de una forma envidiable la bomba de humo generada por Battlefront II

El pasado 3 de noviembre se puso a la venta Call of Duty: WWII, un nuevo capítulo de la saga anual de acción bélica de Activision que, en esta ocasión, ha corrido al cargo de los chicos de Sledgehammer Games, quienes en un pasado ya trabajaron en Advanced Warfare. Sin embargo, el lanzamiento, que ha tenido lugar tanto en PC como en PS4, Xbox One y PC, no ha estado exento de polémica… aunque quizás no ha estado tan en el punto de mira como debería.

La archiconocida distribuidora estadounidense, lejos de haber inventado las cajas de botín o lootboxes que tanto están de moda en el panorama actual, sí que tuvo la mayor parte de culpa a la hora de su estandarización, pues no fue hasta el estreno del citado Advanced Warfare cuando el resto de empresas del sector comenzaron a tomar buena nota del más que correcto funcionamiento de los suministros de los que hacía gala. Rápidamente, el sistema de cajas de contenido aleatorio, que estaba directamente relacionado con los micropagos en forma de COD Points que se habían introducido en dicha entrega, comenzó a reportarle a Activision unas ganancias descomunales, casi indescriptibles, que, de hecho, a día de hoy han logrado alzarse como una de sus principales fuentes de ingresos.

Esta tendencia, que inicialmente podía pecar de parecer inofensiva, ha ido evolucionando con el paso de los meses hasta convertirse en algo verdaderamente terrorífico. Porque hay una muy delgada línea entre incluir en este tipo de cajas contenido meramente estético, como bien ocurre en aventuras como Overwatch o Destiny, y entre introducir nuevos modelos de armas, modificaciones especiales para las mismas o ayudas especiales para el jugador decidido a pagar más de los 60 euros que ya de por sí se ha gastado en el juego. Así, el juego se transforma en un ‘pay-to-win’ más, y deja de ser divertido para convertirse en algo frustrante, en un complejo sistema que únicamente nos brinda satisfacción a cambio de un dinero del que en ocasiones ni disponemos.

La bomba de humo

No pienso opinar ni una mera palabra sobre todo el revuelo que ha ocasionado Electronic Arts con su reciente Star Wars: Battlefront II (ya que si quieres informarte al respecto, puedes hacerlo en este otro artículo de mi compañero Ignacio Ory). Pero lo que sí me gustaría destacar es que, de alguna forma, siento que dicha polémica ha eclipsado, al menos parcialmente, algunas de las políticas más rastreras que hemos visto en décadas, y que actualmente se están manifestado en el Call of Duty de este año.

Por suerte, la entrega no parece contar con la criticada patente que el estudio reservó meses atrás para una posterior explotación. El funcionamiento de ésta se basaba en analizar nuestra forma de jugar mediante diversos algoritmos, para así descubrir qué armas y equipo premium nos gustaría tener, y para así poder mostrárnoslo posteriormente a través de vídeos y jugadas de otros usuarios que contaran con dicho arsenal, poniéndonos los dientes largos y tentándonos para comprar más de estos suministros. No obstante, parece que la intención, en algún momento, estuvo ahí, pues la zona social del juego, el conocido Cuartel General, prácticamente nos incita a ver cómo el resto de jugadores con los que compartimos servidor abren sus cajas de botín delante de nuestras narices.

De hecho, una de las primeras misiones de la vertiente online del juego, ofrecida por el afable Major Howard, nos pedía ver con nuestros propios ojos cómo tres jugadores recibían sus suministros, de la forma más descarada posible. Vale, parece que, una vez le pillaron con las manos en la masa, Activision reculó y se negó a introducir el citado sistema en esta propuesta. Pero ¿qué hubiese pasado si se hubiese introducido? ¿Cuántos de nosotros habríamos caído, intentando mejorar nuestra habilidad a golpe de talonario? ¿Y quién nos dice que esta patente no se vaya a introducir en los siguientes capítulos de la saga?

Al menos, toda esta polémica ha servido para que la empresa, que únicamente se fija en los ingresos a la hora de idear esta clase de mecánicas, haya retrasado el lanzamiento de los COD Points en esta entrega, así como de los modelos especiales de armas, que llegarán en las siguientes actualizaciones. Y a pesar de lo dicho, queremos que conste en acta que si los jugadores quieren hacerse con ellas, y encuentran en ese acto capitalista algún resquicio de diversión o de satisfacción personal, no seremos nosotros los que se interpongan en su camino. Pero debemos de entender, como comunidad de usuarios y amantes de esta industria en pleno auge, que en parte es nuestro deber estar ojo avizor a esta clase de polémicas, y saber votar con la cartera, porque solo así podremos encaminar el sector al panorama sano que verdaderamente queremos para él.