El Imperio Contraataca

Justo ayer, último día de este caluroso pero muy apacible mes de julio, me hallaba hablando con el bueno de David ‘etnocritic’ sobre nuestro canal de YouTube, así como sobre los contenidos con los que pensamos nutrirlo durante los meses venideros. Divagando sobre una amplia multitud de temas y posibilidades, finalmente nos encontramos charlando sobre las que, en estos últimos meses, acaban siendo con frecuencia las cuestiones en las que obsesivamente acaban derivando todos los caminos, como bien son el juego en streaming, el avance de la industria en base a la deconstrucción del medio físico y los servicios de suscripción que usualmente acompañan a esta clase de tendencias, llevándolas de la mano por el camino de lo accesible. En una industria tecnológicamente vanguardista donde las actualizaciones y los comunicados diarios se han convertido en la única forma de seguir vivo mediáticamente con el impasible paso de los días, cualquier empresa que se precie, independientemente de su rol dentro del proceso de desarrollo, producción o distribución de una obra, parece digna de poseer su propio servicio de suscripción, aun bajo la sombra de titanes como Google, Sony o Microsoft.

Así fue como a finales de marzo nos llegaban las primeras noticias acerca de cómo la multimillonaria empresa de Cupertino estaba interesada en subirse al carro apostando por su propio servicio de suscripción. Apple estaba trabajando en Apple Arcade, tarifa con la que pretendía ofrecer a los usuarios una experiencia ‘premium’ cercana a la de Xbox Game Pass, permitiendo la descarga sin coste adicional de gran parte de su selecto catálogo en todos sus principales dispositivos. Ahora, no obstante, ha sido Google la que ha querido contraatacar filtrando, a través del medio anglosajón Android Police, la existencia de Play Pass, su suerte de arancel digital que, más allá de sentarnos frente a una barra libre de juegos sin compras in-app ni anuncios, también nos dará acceso a un sinfín de aplicaciones con las que podremos salpimentar nuestro baúl de apps, ofreciendo una oferta mucho mayor – e incluso más apetecible – por la razonable cuantía de 4,99 dólares mensuales (que, además, podrá probarse gratuitamente durante un período de 10 días hábiles). ¿Son dichos ingredientes, desde mi punto de vista, lo suficientemente numerosos y valiosos como para hacer funcionar la gran obra de ingeniería del titán californiano?

Si bien considero Play Pass un acto de valentía y de consideración con respecto a los movimientos de la competencia, tengo sendas dudas sobre el funcionamiento del mismo en términos prácticos.

El mercado de Android siempre ha estado roto, habiendo sido consumido por su propia naturaleza. Desgraciadamente, los juegos ‘freemium‘, que antaño se antojaban como una forma fenomenal de sustento móvil, han acabado mal acostumbrando al público a pagar por el entretenimiento flash, dificultando enormemente el pago de una aplicación por nimio que este sea. Una suscripción de estas características, por tanto, puede llegar a ser viable en iOS, donde los usuarios no parecen tener demasiados problemas en sacar la cartera de paseo cuando el contenido, sea del carácter que sea, merece la pena – en gran parte, por lo complejo que puede llegar a resultar conseguir el susodicho de manera ilícita -, pero no puedo evitar ser tremendamente pesimista con respecto a su funcionamiento en una plataforma de carácter libre, donde las alternativas siempre abundan y donde conseguir una app de manera gratuita toma menos de cinco minutos, en función de la suerte que tengas buscando el archivo de instalación APK.

Llegados a este punto, supongo que es de justicia repetir el mensaje que suele acompañar a esta clase de publicaciones, y es que, si realmente os interesa lo que se os ofrece y os parece atractivo, id a por ello, pues son esos pequeños gestos los que acaban incentivando el avance de la industria. En un universo alternativo e idílico, supongo que todos pagaríamos gustosamente por contenidos de calidad, siendo partícipes de desarrollos sanos, limpios y justos con el receptor. Aunque la salud de estos últimos no esté directamente en nuestras manos, pongamos de nuestra parte, ahora que podemos. Por algún sitio habrá que empezar.