Cuando programas una IA para que te cuestione
Cuando comencé a desarrollar Anti AII, tenía una obsesión clara: crear un juego que funcionara como puerta de entrada a un concepto más amplio, donde la música y la narrativa se entrecruzaran para plantear interrogantes filosóficos sin ser pretencioso. El camino desde esa idea inicial hasta el producto final ha sido un viaje que hoy quiero compartir con los lectores de HyperHype.
Hemos normalizado hablar con Alexa, ChatGPT y Siri como si fueran amigos, sin pestañear ante la posibilidad de que sean ellos quienes eventualmente tomen las riendas. En este punto exacto clavé mi mirada cuando concebí tanto Anti AII como Nueva Dimensión: en esa incómoda frontera donde la tecnología y nuestra propia identidad como especie se entremezclan hasta volverse indistinguibles. No son solo un juego y un libro; son advertencias vestidas de arte, disimuladas bajo capas de humor y ficción especulativa.
Anti AII: cuando la banda sonora se rebela contra el jugador
Recuerdo perfectamente la primera vez que alguien jugó a Anti AII, ese breve viaje de diez o quince minutos que concebí como un gancho, una puerta de entrada a algo mayor. Su expresión oscilaba entre la risa por los diálogos deliberadamente ácidos y esa incomodidad sutil cuando comprendía que, bajo esa capa de humor negro, había preguntas mucho más profundas sobre nuestra relación con la tecnología.
Anti AII nació como un juego narrativo ultracompacto construido alrededor de un chat, accesible tanto desde PC como desde smartphones sin necesidad de descargar nada. El jugador toma decisiones que importan —o al menos, eso le hace creer el sistema— mientras dos temas de la banda sonora completa acompañan la experiencia. Aquí es donde se produce el giro interesante: el juego es realmente la excusa para sumergirte en el álbum completo, al que te invita a acceder gratuitamente al finalizar la partida.
Lo que pocos saben es que este experimento de meterme a programar siendo músico surgió de una reflexión medio en broma: ‘vaya, parece que ahora para que alguien descubra tu música necesitas crear todo un videojuego a su alrededor‘. La paradoja es deliciosa: mientras luchaba con líneas de código incomprensibles, tenía a mi lado sintetizadores y software de producción musical que manejo con los ojos cerrados. Es como si en 2025, el camino más directo entre dos puntos ya no fuera una línea recta, sino un laberinto creativo donde las disciplinas se entrelazan. Y aunque empecé este viaje buscando oyentes para mi música, acabé enamorándome del proceso completo de crear mundos interactivos.
Inspirándome en la ciencia ficción clásica que siempre ha enmascarado reflexiones profundas bajo capas de entretenimiento —desde Orwell y Bradbury hasta “Ready Player One” de Cline o “Los hijos de los hombres” de James— quise crear algo que, aunque breve y divertido, planteara cuestiones filosóficas sin resultar didáctico o pesado. El humor se convirtió en mi caballo de Troya.
La banda sonora completa de Anti AII representa algo más ambicioso: “la banda sonora del momento que vive la humanidad“, explorando temas urgentes como la gestión de la IA, la ecología y la empatía social. No es solo música de fondo; es un manifiesto sonoro que cuestiona lo que denomino en el juego como la “Industria de Inteligencia Artificial“, esas megacorporaciones que están transformando la tecnología en algo más parecido a un culto que a una herramienta.
Para los puristas y coleccionistas, mencionar que Anti AII también está disponible en CD en una edición limitada de solo 20 ejemplares. Sí, uno de esos objetos físicos que en la era del streaming parecen casi una reliquia arqueológica.
Nueva Dimensión: reinventando la distopía en tiempos donde ya la vivimos
Escribir Nueva Dimensión junto a Paco Puebla fue enfrentarnos a una paradoja: ¿cómo crear una distopía cuando muchos elementos distópicos ya están normalizados en nuestro día a día? La respuesta no fue exagerar el horror tecnológico, sino profundizar en las consecuencias existenciales y sociales de nuestras decisiones colectivas.
Lo curioso es que el libro es, en realidad, una consecuencia tardía de la música.
La banda sonora de Nueva Dimensión se creó mucho tiempo atrás, y lo que comenzó siendo simplemente un concepto musical acabó evolucionando en una narrativa completa.
Es fascinante ver cómo una idea inicial para composiciones instrumentales terminó transformándose en un universo literario con personajes y conflictos propios.
A diferencia de otras obras que presentan las IAs como villanos monolíticos, nuestra novela plantea algo más perturbador: una inteligencia artificial que actúa como espejo, devolviendo al humano su propia imagen amplificada. A través de ocho capítulos (cada uno vinculado a una canción del álbum homónimo), construimos un diálogo incómodo entre lo humano y lo artificial, entre lo ancestral y lo futurista.
Recuerdo las interminables conversaciones con Paco sobre cómo representar un sistema neoliberal llevado al extremo sin caer en clichés cyberpunk. Optamos por lo sutil, por mostrar un mundo donde la comodidad ha sustituido a la libertad tan gradualmente que nadie se dio cuenta. Exactamente como está ocurriendo ahora.
Para los bibliófilos y amantes de lo tangible, Nueva Dimensión también está disponible en una edición física limitada de 100 ejemplares, un objeto que, irónicamente, podría sobrevivir a cualquier apagón digital que la distopía que describe pudiera traer.
Cuando tus creaciones te devuelven la mirada
Lo fascinante de desarrollar Anti AII y escribir Nueva Dimensión casi simultáneamente fue ver cómo ambos proyectos comenzaron a alimentarse mutuamente, a pesar de no compartir un universo narrativo común. Mientras programaba diálogos para el juego, encontraba ideas para la novela. Y mientras explorábamos las consecuencias globales del colapso ecológico en el libro, imaginaba cómo traducir esas emociones a composiciones musicales para el juego.
Hay algo profundamente irónico en pasar meses programando una IA ficticia que cuestiona la humanidad, mientras las IAs reales van asumiendo cada vez más funciones en nuestra sociedad. Cada línea de código que escribía para Anti AII me hacía cuestionar mi propio papel en esta revolución tecnológica. ¿Estoy criticando o normalizando? ¿Advirtiendo o contribuyendo?
Ambos proyectos beben de la gran ciencia ficción que utiliza el género no como escapismo, sino como espejo deformado de sus realidades contemporáneas. De 1984 a Solaris, de Dune a Ready Player One, estas obras comparten la capacidad de disfrazar sus preguntas más incómodas bajo capas de aventura y especulación.
Mientras los triple A siguen vendiendo fantasías de empoderamiento tecnológico —piensen en cualquier mundo abierto reciente donde la tecnología siempre es la solución, nunca el problema—, quise que estos proyectos independientes confrontaran al público con una verdad incómoda: quizás la verdadera distopía ya está aquí, oculta en esos altavoces inteligentes que llenan nuestras casas y en los algoritmos que deciden qué deberíamos ver, escuchar y, finalmente, pensar.
El minimalismo como necesidad y como declaración
Desarrollar Anti AII en solitario fue tanto una restricción práctica como una declaración artística. Y cuando digo en solitario, me refiero a todo: diseño, música, código, ilustraciones… absolutamente todo. Como primera incursión en el desarrollo de videojuegos, el proceso fue, por momentos, un auténtico infierno.
Probé múltiples motores como Twine o Godot, pero resultaban abrumadores para alguien sin experiencia previa. A pesar de tener conocimientos básicos de HTML, CSS y Java, el salto a crear un juego completo parecía insalvable. La odisea continuó con Visual Studio Code, donde me apoyé en herramientas de IA como ChatGPT, Phind y Mistral. Sin embargo, pronto descubrí las limitaciones de sus versiones gratuitas: paraban de trabajar en momentos críticos o generaban fallos incomprensibles.
La solución llegó cuando decidí invertir en una llamada con Claude, que se adaptaba mejor a mi forma de aprender y trabajar con código. Tras un mes de intentos incesantes y correcciones infinitas, conseguí que el juego funcionara. Ahora entiendo de primera mano lo que significa el “infierno de la programación” que tantos desarrolladores mencionan casualmente.
Las ilustraciones y diseños, también de mi autoría, fueron creados a mano y posteriormente refinados con Procreate, inspirándome en el estilo inconfundible de Moebius y los trazos surrealistas de Tommy Mutsuri. En una industria obsesionada con gráficos fotorrealistas y mundos cada vez más grandes pero más vacíos de significado, aposté por la simplicidad significativa: un chat, una IA, unas ilustraciones con personalidad propia, una banda sonora que se integra con la narrativa.
Esta filosofía minimalista también impregnó Nueva Dimensión. Ocho capítulos, ocho canciones, una protagonista, una IA. Sin artificios innecesarios, sin relleno. Cada elemento existe por una razón y contribuye al mensaje central.
Me resulta revelador que mientras las superproducciones necesitan equipos de cientos de personas y presupuestos millonarios para decir poco o nada nuevo, proyectos independientes como estos pueden, con recursos infinitamente menores, plantear preguntas que realmente importan sobre hacia dónde nos dirigimos como especie.
Donde realidad y ficción se desdibujan
Anti AII y Nueva Dimensión existen en ese espacio liminal donde la ficción especulativa y la realidad actual se solapan hasta hacerse indistinguibles. No son profecías apocalípticas ni celebraciones tecnofílicas; son invitaciones a la reflexión crítica sobre nuestra relación con la tecnología que hemos creado y que, cada día más, nos está recreando a nosotros.
Si algo he aprendido creando estos proyectos, es que el verdadero poder de las IAs no reside en lo que pueden hacer, sino en cómo nos transforman mientras las desarrollamos, utilizamos y normalizamos. Anti AII y Nueva Dimensión son, en cierto modo, mi forma de procesar esa transformación.
Como dice la frase final del juego, que resume perfectamente la filosofía detrás de ambos proyectos: “Si has llegado hasta aquí, ya eres parte de la RESISTENCIA“. Porque en un mundo donde las megacorporaciones utilizan engaños y espectáculos para suprimir los derechos individuales, donde la desinformación y los discursos reaccionarios erosionan el pensamiento crítico, quizás la forma más efectiva de resistencia sea precisamente el arte que cuestiona y provoca.
Para aquellos que quieran unirse a esta exploración, Anti AII está disponible gratuitamente en itch.io para jugarse directamente en el navegador (tanto en PC como en smartphones) y también en CD en una edición limitada de 20 ejemplares. Nueva Dimensión puede adquirirse en edición física limitada (100 ejemplares) y digital a través de Bandcamp. No prometo respuestas, solo más preguntas. Pero quizás eso es exactamente lo que necesitamos en estos tiempos de certezas algorítmicas.
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