El sabor del hogar

Los recuerdos son parte esencial de nuestras vidas. Muchos tenemos grabadas en la mente interminables tardes jugando a videojuegos, cuando aún teníamos tiempo de verdad y la vida no nos pedía subir de marcha constantemente. Recuerdo las navidades en casa de mis abuelos, jugando a Pokémon Oro cerca de una estufa de gas, vigilando que el gato no se quemara y olisqueando lo que poco a poco iba preparándose en la cocina una tarde de Nochebuena. Y es que solemos tener olores y sabores asociados a casa, a nuestra infancia y a nuestros momentos sin preocupaciones. A veces, esos matices vuelven a la luz.

Venba es el primer juego de Visai Games, un estudio afincado en Toronto que se ha propuesto transmitir mucho con una historia íntima, pero con la que es difícil no conectar. Seguimos los pasos de Venba, una mujer india que vive en Canadá, donde tiene que desarrollar su vida como una persona migrante que hace lo que puede por seguir adelante.

Y qué mejor forma de descubrir acerca de su vida que a través de la cocina, de los sabores de su hogar, siempre en conflicto con el nuevo emplazamiento, culturalmente muy distante y que no hace más que poner trabas a su convivencia. En menos de dos horas habremos disfrutado de la cocina, de los sabores y recuerdos, de las circunstancias y momentos positivos, pero también de los amargos.

Un buen plato hecho en casa no es solo un listado de ingredientes, también tiene mucho que ver con el cuándo y el cómo, con el momento y el contexto, así como con el empeño puesto en prepararlo. Por desgracia, la vida a la que estamos acostumbrados hoy nos deja poco tiempo para cocinar y acabamos dependiendo de alternativas más rápidas. Tener que preparar las cosas a toda velocidad no facilita el tener tiempo para disfrutar de lo que podría ser una suerte de ritual. Venba propone que nos tomemos nuestro tiempo como juego de cocina y, por otro lado, nos va contando una historia. Pero claro, esos son los ingredientes que conforman un plato que no es simplemente la suma de sus partes, sino que tiene un je ne sais quoi, algo intrínseco que va más allá. Además, si algo es importante a la hora de cocinar es cuadrar bien los tiempos. Cada ingrediente debe ser añadido cuando corresponde y la cocción debe medirse siempre con cuidado, como bien nos recordará el propio juego. Por suerte, es algo que aplica a la propia duración de la partida, que podría haberse extendido pero que solo iría perdiendo sabor paulatinamente, en vez de mantener el equilibrio perfecto, como ya hace.

Venba es un título con dos secciones bastante diferenciadas, pero que enlazan con precisión cuando se necesitan la una a la otra. Por un lado tenemos las conversaciones, en las que podemos interactuar para elegir alguna que otra opción de diálogo entre Venba y su marido, o incluso con Kavin, su hijo. Esto nos irá dando contexto de lo que sucede y de cuál es el momento en el que nos encontramos, viendo así a Kavin crecer y afrontar su vida, mientras sus padres hacen lo que pueden por sacar todo adelante. La búsqueda de trabajo y que el pequeño crezca a pasos agigantados en un entorno tan ajeno al nido del que ellos emergieron es, cuanto menos, difícil. Los hijos, además, acostumbran a empaparse de nuevas tendencias y formas de vivir que antes se antojaban inconcebibles, provocando un cambio generacional más acuciante, si cabe, cuando la cultura de origen de los progenitores no es la misma.

Entre conversaciones, y de manera muy natural para el jugador, Venba se dispone a cocinar, normalmente replicando las recetas que conserva en un libro que nos acompañará toda la aventura, igual que a ella la acompañó desde su hogar en la India. Eso sí, el libro tiene sus años, así que algunas hojas tienen roturas aquí y allá, además de haberse emborronado. Esto genera el pequeño reto de intentar adivinar, siempre con algo de información, cómo resolver los platos que pretendemos cocinar. ¡Y qué gustazo es hacerlo! Es algo que descubrí, como otros muchos, con Cooking Mama en la Nintendo DS, que ya encandilaba con su control táctil pero que, como Venba, consigue transmitir a la perfección la visualidad y la sonoridad tan especial de una buena cocina: el dorar de la cebolla, el sonido del aceite, etcétera. Esos estímulos están ahí y tienen algo que llega bien profundo, llamándonos a salivar como lo hacía cada plato preparado por Ignis en Final Fantasy XV.

Como inexpertos cocineros, más aún en relación a recetas tan ajenas a las nuestras como lo son las provenientes de la India, no será tan sencillo hacer platos a la primera. Tendremos que repetir un par de veces en algunas ocasiones, aun sin castigo propiamente dicho más allá del tiempo que tardemos en pensar un poco más cómo debería cuadrar todo. Gracias al libro y al propio recuerdo de Venba, solo nos faltarán detalles como el orden de añadido de ingredientes o cómo hacer uso de algunos utensilios, pero nada que vaya a quitarnos el sueño.

Mi abuela siempre hacía el mejor guiso, seguro que la tuya también

Acompañando a Venba nos encontramos con una serie de conflictos con los que, como decía, es muy fácil empatizar por experiencias propias o simplemente por tener un mínimo de corazón y raciocinio. En un país ajeno el idioma se torna un desafío y un estigma. Y ni siquiera tendríamos por qué llegar a esa situación: preguntad a vuestros padres o abuelos por cuestiones idiomáticas y, salvo los que sí se hayan visto en situaciones similares o lo hayan aprendido por interés profesional, no suelen tener muchas dotes. Las nuevas generaciones han trasteado desde niños con otros idiomas, con internet y nuevas tecnologías, lo que genera, de serie, ese salto generacional que separa en dos mundos completamente distintos a los niños de sus padres. En el caso de Kavin, este paso va más allá con el interés de integrarse para poder formar parte del grupo social sin sufrir más de los necesario, algo que por otro lado lo aleja de sus raíces poco a poco. Porque sí, aunque nos pese, la población migrante se encuentra con este tipo de problemas y el carácter identitario es uno de los conceptos más complicados sobre los que debatir.

¿Deben entremezclarse las culturas? Es importante preservar una identidad, claro, ¿pero merece la pena impedir el desarrollo de otras nuevas? Que Kavin adapte su nombre para que sus amigos le integren en el grupo no dista demasiado de cómo aquí, en España, no es poco común que un migrante chino (por trasladar un ejemplo que conozco) españolice su nombre para no sufrir, por enésima vez, que los demás no estén dispuestos a hacer un pequeñito esfuerzo extra en saber cómo se pronuncia un nombre.

Venba es una experiencia muy personal, pero cala bien hondo. Ha sido difícil añadir algo a la conversación que no hiciera, hace ya unos meses, Juan Salas. Pero aprovechando su presencia en Game Pass y las fechas que corren, no he podido resistirme, más aún tras algunas comidas familiares de esas que nos llenan de recuerdos. Espero que los sabores de vuestros hogares sigan acompañándoos allá donde vayáis.


Esta crítica se ha realizado con una copia digital a través del servicio Xbox Game Pass.