Haciendo el ganso

*Tango Charlie a Pato Mareado, ¿me recibes?*Fergusson, interpretado por Chelcie Ross, en Niño Rico (Donald Petrie, 1994)

Septiembre, para muchos, está siendo un mes complicado en varios sentidos. El comienzo del año laboral, acompañado de la angustiosa necesidad de volver a la rutina que su inicio tiende a conllevar (no solo en términos laborales, sino también en aquellos relativos al ocio y a las ocupaciones familiares), ha dejado en muchos un vacío que únicamente parecía poder ser apaciguado con un inmenso mar de lanzamientos aún veraniegos que ahora, sin embargo, parece casi inabarcable, e igualmente angustioso, en un sentido, eso sí, afortunadamente menos negativo que el anterior. En una tesitura como la nuestra, la de los jugadores dedicados, puede llegar a resultar todo un dilema descifrar cuál es el juego que merece nuestro tiempo y atención, y es que no son pocas las propuestas  no carentes de relevancia popular ni presencia mediática – como Borderlands 3, NBA 2K20, The Legend of Zelda: Link’s Awakening o Astral Chain – que día tras día llaman contundentemente a las puertas de nuestras tiendas digitales y físicas con tal de hacerse con nuestro dinero y dedicación. No voy a quitarles peso: cualquiera de las propuestas citadas es merecedora de dicho interés, mas no creo que sea posible hallar ninguna con tanta personalidad y con una premisa más noble que Untitled Goose Game, obra que defiende la más que digna y nada desdeñable labor de hacer el ganso. Literalmente.

Desarrollado por House House y publicado por Panic, bajo esta extravagante impresión se esconde un sandbox de sigilo de corte simpático en el que tendremos que meternos en la piel de un angustioso ganso perdido en una familiar y apacible villa que buscará hacer suya a través de la elaboración de todo tipo de trastadas tales como robar sombreros, tocar bocinas o simplemente graznar en el momento más inadecuado; en definitiva, todo lo que sea necesario para arruinar el día de todo habitante que se interponga en nuestro camino, independientemente de su personalidad o labor. Es una premisa simple pero que, sin embargo, parece francamente divertida, permitiéndonos sacar lo peor de nosotros a través de mecánicas extremadamente lúdicas y agradables a los mandos. Mecánicas que podremos probar muy pronto, pues su lanzamiento está previsto para este mismo viernes 20 de septiembre, tanto en Nintendo Switch como en PC (eso sí, vía Epic Game Store).

Independientemente de lo atractiva que os parezca la premisa, hemos de reconocer que la existencia de productos así, ahora más que nunca, se antoja valiosa, pues, como bien he apuntado recientemente en compañía del divulgador Víctor Navarro Remesal en el vídeo Borderlands 3: origen y necesidad del videojuguete, necesitamos más obras que persigan y luchen por conseguir el simple hecho de divertir al espectador, base del diseño y desarrollo de videojuegos que, con el avance de la tecnología, parece haber caído en la más densa preterición. Soy el primero al que se le dibuja una sonrisa en la cara cuando triunfan firmes apuestas narrativas, o cuando experimentales mecánicas jugables que buscan imprimir un mensaje implícito en el espectador salen a la luz, pero no por ello creo necesario renegar de la definición clásica de videojuego, creyendo compatible el disfrute de ambos extremos. Untitled Goose Game no será – a priori – un juego que marque mi vida, que suponga un ejercicio de diseño excepcional o que cambie mi forma de ver el medio, pero a buen seguro que conseguirá entretenerme y divertirme durante las 2, 4, 6 u 8 horas que dure, manteniéndome pegado a la pantalla ejerciendo un trabajo tan sarcástico y maquiavélicamente satisfactorio como joder a los demás sin razón alguna. Y eso, para mí, es más que suficiente.