Ideas complicadas de sacar a flote

El concepto de exploración es uno de los más potentes para el mundo del videojuego. Explorar es, sin lugar a dudas, divertido. Una experiencia que produce recompensas de forma instantánea, pues encontramos elementos que una mano humana, salvo casos concretos, ha colocado ahí para nuestra sorpresa. Es, sin ir más lejos, uno de los puntos fuertes y principales atractivos de los mundos abiertos en general, de los cuales hablamos extensamente en el artículo de la semana pasada. Pero claro, para que haya exploración con sustancia debe haber algo interesante que descubrir, siendo esta la causa de muchos fracasos a la hora de utilizar un recurso como este. Aquí es donde entra Submerged: Hidden Depths, el segundo título de la saga desarrollada por Uppercut Games, que emplea la exploración como pilar, mejorando las premisas de la primera entrega, pero no llegando aún a lo que la idea podría dar de sí.

Todo sea dicho, Submerged: Hidden Depths es un juego decente y no presenta excesivos problemas, pero no deja de sentirse algo vacío e insulso, pese a que su aura parece mágica y rebosante de vida. Su apuesta por un estilo algo más desenfadado que en la primera entrega es todo un acierto, ya que permite un mayor colorido y evita esos tonos grisáceos que caracterizaban al primer juego. Eso sí, en ocasiones nos encontraremos con estampas oscuras debido a las tormentas y al clima dinámico que el juego utiliza, generando momentos únicos para cada jugador, algo bastante relevante en un juego que se basa mucho en lo visual.

Esta “exploración visual” la llevamos viendo mucho en videojuegos, pero aquí está bastante bien llevada. El color rojo (aunque puede cambiarse por otros a nuestro gusto) indicará el camino a seguir, los objetos con los que interactuar y, en general, todo componente que destaque en nuestra aventura. Iremos de aquí para allá maravillándonos con los estupendos escenarios que deja la ciudad sumergida a la que los hermanos, Miku y Taku, han llegado, similar a la del primer juego, pero esta vez con unas “raíces” negras que se encuentran dispersas por todas partes.

Recordando Submerged

La primera entrega tuvo una recepción bastante regular. Los hermanos eran más jóvenes por aquel entonces y el pequeño Taku estaba herido, teniendo Miku que buscar suministros en otra jungla de ladrillo semisumergida.

Se nos contaba, también de forma críptica, acerca de los humanos que vivían en ese mundo acuático y que tienen como mitología las ruinas del pasado. Sin embargo, basaba su trasfondo también en la búsqueda de coleccionables constante, aunque con menos añadidos que su secuela.

Miku, la hermana mayor, posee en esta entrega una especie de poder vinculado a su brazo que le permite interactuar con ciertos elementos, concretamente las “semillas”, una especie de orbes de poder que se encuentran dispersos por los lugares más icónicos del mapeado. Es en estos lugares donde debemos coger cada semilla e introducirla en un orificio, eliminando poco a poco la negrura perteneciente a “La Masa”, un ser monstruoso que tiene que ver con el destino de los habitantes de la zona y del que iremos descubriendo información a lo largo de la aventura. Si bien nuestro objetivo es recolocar las semillas, las ruinas tienen otros elementos de interés que podemos (o no) investigar.

La Masa ha engendrado copias de los seres que alguna vez habitaron esa región. Esto va desde humanos, que se moverán ligeramente a nuestro paso gracias a nuestro poder, y a los animales, ecos de lo que una vez fueron y que se pasean por el mundo como una especie de coleccionable en movimiento. Y es que Submerged: Hidden Depths centra sus esfuerzos en eso: en rellenar un diario habiendo interactuado con todos los elementos del entorno. Con ello, recogeremos entradas de texto en grupos de cuatro, registraremos los animales y objetos que encontremos, observaremos lugares emblemáticos y encontraremos cosméticos que podemos equipar para ir refrescando el aspecto visual de las ropas, el peinado y el barco.

Esta barca a motor será el elemento principal, pues es la que nos permite desplazarnos rápidamente entre las ruinas. Siempre pilota Taku, aunque este saldrá del barco en algunas ocasiones para que su hermana descanse cuando no estemos en las zonas principales, sino simplemente vayamos en búsqueda de algo de conocimiento acerca de los anteriores habitantes. Esto no es en absoluto necesario, como decíamos antes, pero es bastante interesante si buscamos completar todo lo que el juego tiene que ofrecer, duplicando las horas que tardaríamos si fuéramos en exclusiva a por las semillas. Pero claro, la premisa del título es la exploración relajada, similar a la que ofrecen otros títulos como Alba: A Wildlife Adventure, donde vayamos sin prisas completando cosas poco a poco, mientras nos maravillamos por los escenarios.

Explorando, merece la pena detenernos en las atalayas para visualizar las zonas con mayor soltura y no tener que recurrir tanto al catalejo. Así, marcamos en el mapa a dónde podemos dirigirnos a continuación. Incluso podemos recurrir al viaje rápido, muy útil para volver a los edificios más grandes en caso de que nos hubiésemos dejado algún coleccionable o piezas de algún aspecto nuevo. Esto, además, se potencia gracias a que podemos explorar los edificios más emblemáticos en el orden que queramos, sin necesidad de ir a por semillas concretas. Al final, las emociones son su punto fuerte, tanto las producidas por ir marcando todo lo conseguido, como las estampas estéticas que deja el juego gracias a la combinación de ruinas y mundo acuático. Sea of Solitude, por su parte, planteaba también un mundo sumergido pero en un viaje algo más abstracto y lineal.

Jugablemente estamos ante una aventura bastante simple: no podemos sufrir ningún tipo de daño y las plataformas se recorren de forma automática. Los puzles que hay dispersos por el escenario se basan simplemente en encontrar interruptores para generar atajos o tirar de estructuras con la barca. Esto no es malo per se, ya que muchas obras se basan en una experiencia más contemplativa. Sin embargo, puede llegar a ser algo tedioso si no nos consigue ganar con su sensación de exploración. Además, no puedo evitar pensar que, mientras la primera entrega nos proponía algo muy similar, en Uppercut podrían haber aprovechado esta secuela para emular a Abzû con una inmersión submarina, tal vez recorriendo ruinas y en armonía con los seres subacuáticos y la flora que tan relevante parece ser.

“Convertiré este lugar en nuestro nuevo hogar, aunque sea lo último que haga”

Submerged: Hidden Depths salió en Stadia a finales de 2020, pero fue en marzo de este año donde ha alcanzado otras plataformas y, ahora, se trata del juego de la semana en la rutina de gratuitos de Epic Games..Si hubiera que definirlo con un solo término sería “limitado”. Se trata de una propuesta interesante, pero no hay nada esencialmente llamativo, más allá de la idea de un mundo sumergido que a algunos nos llama la atención.

Esto nos deja con una experiencia agridulce: interesante de cara a relajarnos y desconectar un rato consiguiendo cosas aquí y allá, pero sin mucha sustancia. Una especie de mejora del primer juego que no alcanza a ser una secuela propiamente dicha, sino un pulido de las premisas. Pero sigue faltándole “algo más” con lo que dar definitivamente un salto cualitativo, bien sea una narración más potente o, tal vez, alguna mecánica realmente llamativa.


Este análisis ha sido realizado con una copia digital para PC adquirida por la propia redacción.