Referencia forzada al poder y la responsabilidad

Spider-Man es mi superhéroe favorito. De hecho, si no fuese por él, la serie animada de los 90’s y la trilogía de películas dirigidas por Sam Raimi, la cual defenderé a muerte (sí, incluída la tercera) quizás nunca me habrían llamado la atención los superhéroes en primer lugar. Los únicos que conocía realmente antes del Universo Cinemático de Marvel era a Batman, Superman y Hulk y ninguno de ellos me gustaba ni me llamaban la atención.

Pero no fue hasta hace un par de años, cuando salió un álbum de pegatinas celebrando los sesenta años de cómics del arácnido, que comencé a ser un verdadero fan. No solo me obsesioné juntando los stickers para completar el álbum, sino que además comencé a leer y he estado leyendo la revista original: The Amazing Spider-Man desde el volumen 1 y planeo seguirlo hasta, al menos, el volumen 500 que es un gran punto para parar según lo que he leído en línea. De hecho, habría terminado hace rato si no fuera porque a la continuidad de Amazing, se unió la revista Peter Parker, The Spectacular Spider-Man en los 70s y en los 80s Web of Spider-Man los cuales no solo son necesarios si se quiere entender toda la continuidad, sino que además llega un punto en los que se vuelven genuinamente valiosos de leer y diría que, al menos hasta donde voy, que es en los tomos que salieron el año ’91, prefiero estas revistas secundarias a la principal; ya que se enfocan más en el lado humano de Peter Parker y sus villanos son los más “aterrizados” y no seres intergalácticos ni ninguna de esas payasadas.

Como siempre, mis introducciones terminan siendo demasiado largas. Aquí he venido a hablar de videojuegos y para esta ocasión he jugado a cada juego de Spider-Man, desde Spider-Man del ’82 hasta The Amazing Spider-Man 3: Invasion of the Spider-Slayers del ’93 (sé que eso hace que sean once años en vez de una década exacta, pero no sabía que Spider-Man 3 de Game Boy había salido el ’93 y además así dejé la trilogía completa dentro de este texto), sumando un total de trece juegos; es que la vida la tengo muy resuelta al parecer, que alguien se lo diga a mi billetera y a la parte de mi cerebro encargada de producir endorfina.

Identidad

Decir que el así llamado “Método Marvel” que usaba la compañía creadora de Spider-Man —y de decenas de otros superhéroes icónicos— para crear las historietas durante los años sesenta era menos que ideal sería el eufemismo de la década. Así como resumen, los dibujantes trabajaban prácticamente aislados de los guionistas. Estos últimos le daban una idea generalizada de qué debía tratar el tomo y los artistas usaban esto como base pero adaptándolo básicamente a como les diera la gana Después, el guionista se dedicaba a llenar los globos de texto dejados por el dibujante donde estimaba que eran necesarios. Sé que no es una opinión muy popular, pero los sesenta —al menos en lo que respecta a los cómics de Spider-Man— fueron pésimos.

Si a esto le sumamos que, por una parte, Stan Lee y Steve Ditko no tenían del todo claro quién era realmente Peter Parker y su contraparte enmascarada y que Steve Ditko caería en el discurso objetivista de Ayn Rand poco después de comenzar la revista original del arácnido, lo cual se notaría mucho en el resentimiento que comienza a sentir Peter hacia los demás y el cómo se va volviendo cada vez más un individualista, pues resulta natural decir que la representación de este icónico superhéroe en su primera década de vida no era para nada lo que cualquiera de nosotros diría que es este icónico superhéroe en nuestras cabezas.

Spiderman logo

A lo que me voy con toda esta lección de historia que no pidió nadie es que no es tan fácil retratar la esencia de Spider-Man en ningún medio pues no existe realmente una sola representación válida y, si a esto le sumamos las limitaciones técnicas de los años ochenta y el principio de los noventa, pues era casi imposible plasmar la complejidad del personaje en los videojuegos. De hecho, diría que no hay una buena adaptación de Spider-Man fuera de los cómics sino hasta la serie animada del ’94.

Sobra decir, entonces, que ninguno de estos trece títulos que jugué (que en realidad son más y ya explicaré el porqué) logra hacerle justicia al enmascarado más emblemático de Marvel. Se puede sentir hasta injusto pedir “tanto” de un videojuego hecho para recreativas que consistía en trepar edificios mientras se evitaba al Hobgoblin y sus bombas al llegar a la terraza de cada uno de estos. Y que quede claro que no es algo que les vaya a reprochar a estos juegos, para nada, pero sí creo que es importante señalar que esta falencia al traducir a Spider-Man al videojuego estaba ahí, especialmente si pretendo seguir recorriendo este camino y jugar a las otras tres décadas de videojuegos del arácnido y así poder determinar el si y el cuándo comenzó a ser mejor plasmado.

Jugabilidad

Los trece juegos de Spider-Man que jugué se pueden separar jugablemente con bastante facilidad en cuatro categorías: el juego del ’82 era un juego arcade puro y duro que consistía, en pocas palabras, en escalar edificios, los juegos de aventura/acción, un beat ’em up para recreativas y la aventura interactiva basada principalmente en texto.

spider-man

Spider-Man (1982)

El juego del ’82 fue el primer tiento que se le dio a Spider-Man en el videojuego y es bastante curioso que, por una parte, la desarrolladora detrás del título se llamase Parker Brothers (perdón, pero de algo me tengo que agarrar) y lo segundo es que sería, probablemente, mi juego favorito de todo el montón.

Cuando lo comencé odiaba lo lento que era Spider-Man, el cómo su telaraña salía disparada más despacio que inyección de miel y lo fácil que era caerse y perder una vida. Pero seguí intentándolo una y otra vez, dentro de los títulos más difíciles de asimilar ha de haber sido al que le di más oportunidades para convencerme, quizás fue una combinación de que era el primer juego de mi lista, por lo que tenía más paciencia ante la frustración y, segundo, me resultaba algo fascinante lo mal que habían retratado a Spider-Man.

A medida que seguí jugando, empero, comencé a entender que la fragilidad del superhéroe no era resultado de un MAL DISEÑO DE VIDEOJUEGOS (léase con la voz magnánima de un sacerdote clamando a todo pulmón dentro de una cátedra vacía), sino de un intento de que el juego resultase en un buen desafío. Muchos de los juegos de la época venían con manuales para aprender cómo se jugaban, algo que poca gente tiene en cuenta a la hora de jugarlos hoy en día (cof, cof, AVGN, cof). Ya sabiendo que no se debe clavar una telaraña en una ventana y que, al balancearse, esta no ha de tocar a los villanos que se asoman de vez en cuando, la cosa cobra mucho más sentido, volviéndose mucho más fácil de comprender el porqué es tan fácil caerse y qué se debe hacer para progresar como es debido.

Aunque en un momento el juego se tornó tan difícil que no fui capaz de seguir avanzando, disfruté mucho el proceso de comprender las reglas implícitas del juego, el cómo ir mejorando y el satisfacer la curiosidad de cómo era el primer videojuego de Spider-Man.

De los juegos de aventura/acción tengo mucho menos que decir; son los típicos juegos de plataformas y combate a lo Castlevania o Shinobi pero con un sprite de Spider-Man y con la capacidad de lanzar telarañas, siendo el cambio principal el qué tanto se aprovechan estas dentro de las mecánicas jugables.

En la mayoría de los casos las telarañas o se usan para atrapar enemigos, para golpearlos o para ambas, con un sistema de balanceo muy básico en casi todos los casos. Diría que The Amazing Spider-Man 3: Invasion of the Spider-Slayers es el más interesante en cuanto a su uso de las telarañas; no solo se pueden derrotar enemigos con estas, sino que además se pueden usar para balancearse y para dar una pirueta en el aire cuando se conecta en el borde del piso de un edificio para elevarse rápidamente al siguiente. Esto es algo muy importante dentro del juego, ya que cada nivel cuenta con un temporizador para pasarse el nivel y, cuando los enemigos estrella del juego, los Spider-Slayers, son enemigos voladores a los que hay que perseguir escalando lo más rápido posible para poder enfrentarse a estos, pues resulta esencial dominar la técnica del balanceo.

El otro juego más interesante de este apartado —y con el que iré cerrando porque o si no este artículo va a ser más largo que el monográfico de Silent Hill 2— es Spider-Man vs. The Kingpin, un juego lanzado para Sega Master System, Megadrive y Sega CD; tres versiones muy diferentes entre sí debido a las capacidades técnicas de cada consola, pero que suelen tratarse como si fuesen iguales (a ti te miro, IGDB). A esto me refiero que en realidad jugué a más de trece títulos, porque en realidad jugué a Spider-Man vs. The Kingpin tres veces (me encanta ser crítico de videojuegos).

La más completa es sin duda la de Sega CD, la cual cuenta con cinemáticas animadas, actuación de voces y muchos más niveles por cada archienemigo que nos hemos de enfrentar durante la aventura. Aunque mi versión favorita es sin duda la de Megadrive; no es demasiado básica como la versión de Master System, pero va más al grano y se siente que tiene mucho menos “relleno” que la de Sega CD, a la cual solo le cedería la ventaja de que, al poder contar con cinemáticas, tiene más espacio para retratar a Peter Parker como un personaje de verdad y no como un mero avatar. Dicho esto, tampoco es que tal representación le haga justicia a los cómics, aun menos si se considera que, al menos en mi opinión, la segunda mitad de la década de los 80s y el principio de los noventa —al menos hasta donde he leído— han sido la mejor época para el arácnido en cuanto a calidad narrativa y representación del personaje (y no porque sale Venom, todos mis homies consideran que Venom está sobrevalorado y que ya paren por favor con meterlo con calzador en todos lados), así que le quito el punto de ventaja que le acabo de dar.

El beat ’em up simplemente titulado Spider-Man: The Video Game es un juego estándar de su género y de su época de lanzamiento, 1991. La gran novedad, diría, es que en ciertas secciones dentro de los cinco niveles del juego la cámara se aleja de nuestro personaje (el cual puede o bien ser Spider-Man, Black Cat, Hawk Eye o The Sub-Mariner) y se convierte en un juego de plataformas/acción, donde la acción de golpe melee es reemplazada por un ataque a distancia que se condice con la temática de cada superhéroe. Lamentablemente, los controles de salto son muy toscos en ambos modos de juego, lo que se traduce en que más de una vez recibiremos daño que se puede percibir como injusto al aterrizar en una mina que era casi imposible de esquivar o bien recibiremos daño de un ataque de rango de un enemigo que todavía no entra en pantalla.

Y, por último, está la aventura basada en texto de la serie Questprobe, titulada Questprobe featuring Spider-Man (quién se lo podría haber visto venir). Esta, al igual que la versión de Spider-Man vs The Kingpin de Sega CD eran las adaptaciones que tenían más oportunidad para retratar al personaje de manera más profunda. En cambio, en el caso de Questprobe, solo se limitaron a esparcir a diversos supervillanos dentro de un edificio y que cada uno contase con una gema que hemos de recuperar, siendo el desafío el cómo hacerse con cada una ya que Spider-Man es incapaz de hacerles el más mínimo daño con sus golpes (¡ME ENCANTA SER CRÍTICO DE VIDEOJUEGOS!).

Este tipo de videojuegos suelen dárseme malísimo y no sé diferenciar cuando es porque tengo el cerebro liso como pista de aterrizaje y cuando es porque el juego está siendo innecesariamente obtuso. Sea el caso que sea, me pasé la mayor parte de mi partida recorriendo el edificio —go left, go right, go up, go up, go up—, topándome con caminos sin salida, lugares a los que debía volver una vez tuviese equis objeto o bien intentando golpear hasta al más débil de los enemigos de Spider-Man sin poder hacerles nada de daño. Conseguí un par de gemas, una de Sandman logrando quitársela trepando por el techo mientras él estaba esparcido por el suelo como arena esperando pillarme desprevenido y otra de… no sé, que he jugado quince juegos de Spider-Man, no me pidan recordar nada.

Subtítulo ingenioso para ir cerrando

En definitiva, la primera década de Spider-Man en el videojuego se vio tremendamente coartada por las limitaciones técnicas de las plataformas para las que los juegos se lanzaron, la falta de contar con algún ejemplo de “Spider-Man bien” del que sujetarse y, seamos francos, la falta de interés de las compañías de entender realmente al personaje y aprovecharse principalmente del fanatismo de la gente y de la novedad de pasar del cómic o de las series de televisión al mando.

Hay algo rescatable en —casi— todos los videojuegos hechos en esta época, pero ninguno llega a convencer del todo; no lo suficiente, al menos, para llamarlos buenas adaptaciones o, derechamente, buenos juegos. He de esperar qué me vaticina la segunda década del arácnido, al menos sé que los juegos de Activision hechos para PSOne me gustaron cuando los jugué de chico, ¡yupi!

kofi

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