Capítulo I: El Lector y El Artículo
Este artículo contiene spoilers de Slay the Princess
Te encuentras delante de un artículo en una página de videojuegos. Más adelante, hay una tesis sobre la obra Slay The Princess. En ella, hay varias reflexiones sobre uno de los temas principales del aclamado título indie, y tu objetivo es leerlas todas hasta el punto final. No importa cómo ni cuándo has llegado aquí, puede ser por un enlace o porque normalmente frecuentas la página, lo importante es que debes llegar al final del artículo. Si no llegas a la última frase, nunca sabrás lo que te quería decir el autor del texto. Sin más dilación, avanzas línea a línea, con cuidado de no quedarte enganchado en el espacio en blanco que las separa ni tropezarte con el punto que cierra cada frase.
Entre un párrafo y otro hay una mayor distancia, la cual consigues cruzar tras un salto con carrerilla. A poca distancia, puedes entrever un punto sobre la manera en la que Slay the Princess enfoca el concepto de la mortalidad y de vivir para siempre, pero todavía esta demasiado lejos como para verlo con claridad. Según te vas acercando, lees sobre lo mucho que le ha encantado al autor del texto el enfoque que el videojuego le ha dado a la muerte, centrándose en el conflicto final del título, en el que cada jugador debe decidir entre un mundo sin muerte, una vida mortal, la existencia en la piel de un dios o un bucle infinito.
Capítulo II: La Muerte
Otro salto más entre párrafos. A pesar de sus buenas impresiones, el autor tiene sus reservas sobre la manera en la que se enfoca la desaparición de la muerte o la vida eterna como algo negativo, algo antinatural que no sería bueno para nadie. Un poco absurdo, ¿no? Al fin y al cabo la gente vive y muere, el propio videojuego que está analizando llega a explicar que todo lo que existe lo hace en contraposición a todo lo que no existe. Aún así, lees unas cuantas palabras más, en las que entra en detalle sobre como las personas no somos capaces de imaginarnos lo que es vivir para siempre, pero por algún motivo nos es más fácil aceptar como algo definitivo a la muerte que a la vida.
Después de otro atrevido salto entre un párrafo y otro dentro del río de palabras que poco a poco se convierte en océano, empiezas a entender por dónde van los tiros. Parece que el argumento principal del autor del texto es que muchas obras artísticas como Slay the Princess suelen enfocar a la muerte como algo necesario, y a la lucha contra ella o al intento de erradicarla como algo malo que no debería siquiera intentarse. Sin embargo, en su hasta el momento incomprensible delirio de grandeza, él cree tener un mejor enfoque al respecto, uno que se basa en el dolor que nos causa la muerte de seres queridos y en las posibilidades que tendríamos si viviéramos para siempre.
Esto de saltar de aquí para allá se está volviendo un poco tedioso, pero la curiosidad que sientes sobre la forma de pensar del autor del texto te hace seguir adelante. Al parecer, siente que muchas veces se nos justifica la necesidad de que la muerte exista al argumentar que si no la vida no tendría sentido, cuando en su opinión la vida no se resume en hacer cosas antes de que se nos acabe un tiempo que sabemos que es limitado. Cree que la vida ya tiene suficientes desafíos y oportunidades como para que el hecho de morir sea lo único que le da sentido, y que la muerte de nuestros seres queridos o la nuestra propia no deberían ser otra causa de sufrimiento más en la ya más que larga lista.
Capítulo III: La Caída y El Muro
Estabas tan concentrado en acabar de leer ese párrafo que, sin querer, caes al vacío desde su borde en lugar de saltar al párrafo que tenías enfrente. Para tu sorpresa, otro párrafo amortigua tu caída, uno que se encuentra por debajo del anterior, como un anexo o sub-punto. En él, el autor aclara que es consciente de que jamás se va a poder cambiar el orden natural de las cosas, y que lo que le llega a molestar es la monotonía con la que se trata la muerte en el arte como algo necesario e incluso bonito, sin que nadie, ni siquiera Slay the Princess, se atreva a cuestionarla sin presentar dicha acción como algo negativo o inútil. El juego indie le ha parecido maravilloso, pero una parte de él esperaba que su enfoque respecto a este tema fuera diferente, no tan predecible.
Sin darte cuenta, el sub-párrafo en el que te encontrabas se eleva, posicionándose entre el párrafo del que caíste hace unos segundos y al que deberías haber saltado, de no haber sido tan torpe y distraído. De vuelta en el camino adecuado gracias a este nuevo puente, te centras en las palabras que tienes frente a ti. Parece que ya te encuentras en la recta final, pero justo cuando te dispones a avanzar, un muro se interpone en tu camino, compuesto por letras totalmente desordenadas, como si se tratase de un pensamiento del autor que todavía no ha tomado forma. Te pasas un tiempo ordenando las letras hasta que se convierten en palabras, hasta que las palabras se convierten en frases y, finalmente…
“El motivo por el que no me ha gustado tanto el concepto de eternidad en Slay the Princess como el resto de aspectos del juego es porque siento que recurre a lo más básico y predecible del mundo, que es representar la eternidad como algo aburrido que eventualmente te haría desear la muerte como liberación de este tedio interminable. En mi opinión, la eternidad sería una oportunidad de aprender todo tipo de habilidades, de tener un conocimiento infinito, de vivir todo tipo de experiencias o ver todas las obras artísticas que existen y, sobre todo, de cambiar. Siento que, si no existiera la muerte, los humanos tendríamos todo el tiempo del mundo para ser mejores, y no harían falta sacrificios ni medidas desesperadas; quiero creer que eventualmente todo el mundo podría ser bueno y hacer lo correcto. Sé que es una fantasía imposible, pero también lo es imaginar la vida eterna como algo malo de lo que la mortalidad nos salva, y honestamente prefiero mi fantasía positiva a esa alternativa llena de cinismo y resignación”.
Tras aguantar por los pelos las ganas de vomitar después de un discurso tan estúpidamente cursi e idealista, entiendes la razón de que ese párrafo estuviera enterrado en lo más profundo del texto, con lo inmaduro que resulta no ver la muerte como algo bueno, pues todo lo que empieza tiene que acabar en algún momento. Mientras acabas de darle vueltas a todas estas ideas, el muro desaparece, y puedes ver el final del texto justo delante. Sin pensártelo dos veces, te diriges hacia el punto final, con ganas de salir de una vez de este laberinto de frases en el que te has visto inmerso.
Epílogo: El Punto Final
Esta vez no hay salto entre párrafos, sino una línea recta. De camino hacia el punto final reflexionas sobre lo que comentaba el autor del texto. Es cierto que la muerte nunca podrá superarse, y que existe el riesgo de que, si se lograse superar, solo conseguiríamos un sufrimiento eterno a manos de los ahora inmortales líderes mundiales y su sistema capitalista. Pero, por otro lado, también es cierto que se pueden ver las cosas con un poco más de optimismo y esperanza, aún manteniendo los pies en la tierra, y es curioso que una obra tan bien escrita y con tantos escenarios diferentes como Slay the Princess no se plantee un escenario como el que describe el autor del texto.
A este narrador le parece una tontería ese punto de vista, mientras que al autor le parece distinto y desaprovechado. Supongo que estar más a favor de un argumento o de otro es algo que recae únicamente sobre ti mismo. Te detienes un poco antes del punto final del texto, como si hubiera un espejo en el que pudieras verte, en el que estuvieras observando, más allá de tu mirada y de tu propio cuerpo, tu propia esencia, en búsqueda de una conclusión que sacar de toda esta aventura. Al avanzar mientras le sigues dando vueltas en tu cabeza, llegas al punto final y el texto se acaba. Fin.