Presentación pobre, aún con dos juegos interesantes

Faltan a lo sumo siete meses para el lanzamiento de las nuevas consolas y solo sabemos las características técnicas de ambas. Incluso en el caso de Sony ni siquiera conocemos el diseño final. Es sorprendente la desgana con la que las dos fabricantes de hardware están encarando el próximo ciclo. “Ni despacito ni con buena letra”, manifestaba mi compañero Rubén López en febrero. Unas palabras perfectamente trasladables a la actualidad. Y es que el último Inside Xbox ha sido otra decepción. En cuanto a ritmo no ha sido una mala presentación, ya que las muestras de títulos han sido constantes. Pero su puesta en escena ha sido pobre, con representantes de Microsoft que anunciaban las novedades y se congratulaban de los logros de la compañía sin gracia alguna. En ese sentido, se ha echado en falta algún maestro o maestra de ceremonias con dones de palabra y sentido del humor. Porque para hacer esta exposición hubiera sido mejor lanzar directamente los tráileres. Nadie hubiera echado a faltar nada.

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De momento, Bright Memory: Infinite pinta bien.

Las carencias se han replicado en el plano jugable. Se había presentado la cita como el evento en el cual veríamos los primeros gameplay de Xbox Series X. Si bien han cumplido con su premisa, el material ha sido muy limitado. Los extractos jugables han sido cortos. A eso hay que sumarle que gran parte de los metrajes han consistido en escenas grabadas con los motores gráficos de las obras, alejados de las experiencias jugables reales. Una estrategia insatisfactoria. Si el objetivo era mostrar el potencial de la máquina, no lo han conseguido. En lugar de dar a conocer trece juegos con pocos minutos en pantalla para cada uno, hubiera sido mejor centrarse en un lanzamiento representativo de la nueva generación. Por ejemplo, Assassin’s Creed Valhalla, el gran ausente. O hasta dar más protagonismo a Bright Memory: Infinite, una de las propuestas más sorprendentes del Inside.

El First Person Shooter del estudio chino Playism ha destacado por su potente apartado gráfico. La conjunción entre la lluvia, el viento y las hojas ha sido un buen ejemplo de lo que puede hacer Series X. Esta brutalidad visual ha sido consecuente con la potencia de la jugabilidad ambientada en un mundo futurista donde nuestros enemigos son samuráis. El título se ha mostrado dinámico y lleno de acción. La combinación de ideas ha sido interesante. Por un lado, la rapidez de los armas de fuego y por el otro, la contundencia de las espadas antiguas. Zeng Xiancheng, desarrollador del título, ha dicho que Bright Memory: Infinite incluirá una “profunda y rica historia”. Bienvenido sea si se cumple dicha promesa, aunque lo visto no incite a pensar en ello como una posibilidad. En su caso, será más importante conseguir una variedad jugable en todo su periplo fijándose en los mejores representantes del género, véase Titanfall 2.

Sin embargo, el juego más destacable ha sido Call of the Sea del estudio madrileño Out of the Blue Games. Lo ha sido por lo que se ha visto: una aventura en primera persona basada en la resolución de puzles, más sobre todo en su historia. En la piel de Norah nos adentramos en una isla exótica en busca de nuestro marido, quién se encuentra desaparecido después de haber emprendido un viaje a dicha isla. “Una historia de amor pocas veces representada en los videojuegos”, explica la directora Tatiana Delgado. La historia de los personajes promete ser su punto clave, algo que se observa en la elección de Cissy Jones para dar voz a Norah. Un acierto tremendo teniendo en cuenta el gran trabajo de la actriz como Delilah en Firewatch, cuando nos dio una de las relaciones más humanas vistas en la industria. Call of the Sea también ha llamado la atención por su contexto: sabemos que el estudio está formado por desarrolladores de Celeste, Metroid: Samus Returns o Guacamelee 2. En definitiva, un lanzamiento cuya base pinta genial que además luce muy bien gracias a un colorido apartado visual.

‘The Best is Yet to Come’

Que Bright Memory: Infinite y Call of the Sea sean dos propuestas atractivas no quita que el Inside Xbox haya sido insuficiente con tal de mostrar las virtudes de Series X. No hemos visto ningún juego que nos haya hecho decir “¡menudo salto generacional!”, que nos diera ganas de comprar la consola en su día de lanzamiento. Aunque se tratara de una presentación de third-parties (entre los que se pueden incluir Scorn, de Ebb Software, entre otros, los de Redmond han perdido la oportunidad de aventajar un poco más a Sony (no se deben dormir). Por lo tanto, nos queda esperar la llegada de los exclusivos, los cuales en teoría mostrarán el potencial de la consola. La nueva generación no carbura, pero al menos sabemos que lo hará en algún momento; que lo mejor está por llegar como nos recordaba Metal Gear Solid.