Terror y acción en la España (muy) profunda

¿Valía la pena este remake? Sí. Con total seguridad puedo decir que sí. Allá por 2005, Resident Evil 4 le dio un vuelco a la franquicia y al género, y se convirtió en uno de esos juegos especialmente recordados, y del que prácticamente todos hemos oído hablar. Recuerdo verlo mes tras mes, año tras año, en las listas de los más vendidos que aparecían publicadas en cierta revista en papel de la época.  Y ahora, esta reinvención no es sólo capaz de brillar a la sombra de un gigante, sino que ha logrado trasladar la esencia que hace que Resident Evil 4 siga siendo lo que fue, al tiempo que lo refresca y adapta al momento actual. Aunque el camino que marcó luego se desvirtuara con entregas posteriores, Resident Evil 4 fue una auténtica bomba de relojería que no nos vimos venir, y que nos dejó marca. Es, sin ninguna duda, el juego que más veces he repetido en mi vida y de los que más referencio en conversaciones con amigos o familiares, así que tal vez no sea el más objetivo para abordar este remake, pero bueno, en esto nunca se es objetivo. Aunque algunos crean que sí.

Misión de rescate

Antes que nada hay que dejar claro que Resident Evil 4 Remake trata de adaptarse al tono de las últimas entregas y remakes de la saga, ganando un poco en seriedad, no obstante hay que tener en mente que viene de donde viene. La obra original de 2005 era una comedia, tal vez involuntaria en algunas ocasiones, y tremendamente caricaturesca, y eso sigue siendo así, al menos en parte. No en vano, Capcom ha pintado la España de principios de siglo como un esbozo de cómo sería el país si VOX llegara al poder hace más de un siglo. Bueno, bromas aparte, hablemos un poco de cómo enfoca este remake su reconversión. Aprovechando el empuje de los remakes de la segunda y tercera entregas numeradas, Resident Evil 4 Remake sigue reconstruyendo la historia de la franquicia siguiendo los raíles que ya se habían asentado hace décadas, pero añadiendo y retocando detalles para que todo encaje un poco mejor. De esa forma, se nos sitúa seis años después del incidente de Raccoon City, en la piel de un Leon S. Kennedy reconvertido de policía novato a agente especial con años de entrenamiento a sus espaldas.

La misión en cuestión lo lleva a una región anónima de la España profunda, concretamente a rescatar a la hija del presidente de los Estados Unidos, que ha sido raptada por una secta religiosa afincada en la zona, Los Iluminados. Durante su camino, Leon se encontrará con una pesadilla mucho más oscura que un simple secuestro, y es que los habitantes de la zona se encuentran bajo la influencia de un parásito infeccioso conocido como Las Plagas. Convertidos en bestias casi sin raciocinio y controladas por la secta de Los Iluminados, se interpondrán en el camino de Leon, que se abrirá paso para cumplir su misión y desentrañar misterios y lazos con su pasado. De esta manera, el núcleo y la espina dorsal del juego se mantienen prácticamente inalterados, sin embargo, se añaden y retocan numerosos detalles argumentales que dotan a la historia de más cohesión y peso. No quiero caer en spoilers aquí, pero basta con decir que los personajes están mucho más trabajados, con más tiempo en escena y diálogos más extensos, así como con algunas secuencias de video totalmente nuevas. También el lore referente al aislado pueblo, el culto religioso y las plagas está bastante más detallado para hacernos comprender mejor el pasado y presente de la zona, los orígenes de los villanos y el trasfondo de algunos personajes. Salen especialmente beneficiados de estos cambios el arrebatador Luis Serra o Ramón Salazar, que ahora tienen una explicación más coherente y completa para sus actos y comportamientos. No creo que sea necesario hablar más sobre la historia de Resident Evil 4, pues la base es conocida de sobra, y lo nuevo que añade el remake mejor no estropearlo.

Entre dos aguas: familiaridad y renovación

El gran mérito propio de esta reinvención ha sido la capacidad de adaptación al panorama actual sin desprenderse de sus raíces. La gran mayoría del mapeado es el mismo que era antes, a grandes rasgos. Es inevitable que sintamos una profunda sensación de familiaridad respecto a los espacios que recorremos, y que sepamos anticipar ciertas cosas que nos esperan por el camino. Sin embargo, se abrirán zonas y caminos completamente nuevos, o se retocaran algunos ya existentes, y otras zonas habrán desaparecido. Es algo así como una vieja casa familiar que visitamos tras diez años en el extranjero y una gran reforma de por medio. Conocemos el total, el recipiente que lo contiene todo, pero el contenido ha sido ligeramente alterado, lo suficiente como para que nos pique la curiosidad sin renunciar a esa zona de confort que nos ofrecen los lugares conocidos. Por otro lado, como ya ocurrió con Resident Evil VII, Resident Evil VIII y los remakes de la segunda y tercera entrega, en este caso se puede apreciar una continuidad y coherencia que nos hace sentir que nos movemos en el mismo mundo que las entregas anteriores. A base mantener unas mecánicas núcleo comunes o de reciclar algunos assets y objetos que aparecen iguales o muy similares en los últimos cinco títulos de la saga, se logra una continuidad mucho más palpable que la que podría haber entre el Resident Evil 2 y el Resident Evil 4 originales. Cajones iguales o similares, cajas de munición que se estructuran en el mismo patrón de colores, algunos muebles u otros objetos domésticos reciclados de entregas anteriores… Aunque sea fruto de una economización del esfuerzo y el trabajo de desarrollo, esos elementos comunes nos hacen sentir que la historia de Las Plagas y la de Raccoon City tienen lugar en un mismo mundo.Resident Evil 4

Pero los cambios en el mundo de Resident Evil 4 no se limitan a mejorar gráficos o añadir zonas, sino que han sabido aprovechar mucho más la extensión y profundidad de su mundo, que, aunque no es mundo abierto al uso, tiene cabida para darnos algo más de juego al margen del recorrido obligatorio y principal. Ya en la versión de 2005 nos encontramos con un juego mucho más amplio y largo que sus predecesores, con un mundo más abierto y espacioso. Era lógico, la intención atmosférica era otra, y también había que sacar pecho de las posibilidades técnicas. Sin embargo, a excepción de los medallones azules del pueblo y la búsqueda de tesoros, no se exprimía el espacio disponible. En esta versión se añaden algunas novedades que contribuyen a ampliar la experiencia de manera opcional, y sin caer en lo repetitivo. Por un lado, se han añadido una suerte de pequeñas misiones secundarias, diseminadas a lo largo de todo el juego, y cuyo grado de complicación será bastante reducido para no caer en algo demasiado tedioso. Estas tareas, que abarcarán desde los ya mencionados medallones azules hasta eliminar criaturas especiales, contribuirán a una exploración concienzuda de cada rincón opcional del mapa. Además, de manera orgánica, están pensadas para aprovechar otro de los nuevos añadidos del remake. Distribuidos por todo el mapa habrá ciertos contenedores y lugares que sólo serán accesibles cuando obtengamos un objeto que los desbloquee o cuando contemos con la ayuda de Ashley para acceder a ellos. Es una suerte de backtracking que nos empujará a recordar y tener en cuenta lugares ya visitados para volver a por ellos y conseguir la satisfactoria sensación de limpiar todo el mapa. Pues bien, estos recorridos se retroalimentan muchas veces de las tareas secundarias, que nos llevarán en varias ocasiones a lugares en los que habíamos dejado algún cofre sin abrir y que ahora podemos desbloquear. Además, las misiones secundarias nos recompensarán con espinelas, una joya preciosa que conformaba el tesoro más básico y barato en el juego original, y que ahora servirá como moneda de cambio para una sección especial en la tienda del buhonero, que nos permitirá acceder a artículos exclusivos, variados e interesantes, desde mejoras de armas hasta mapas del tesoro. Todo esto estará enmarcado en un diseño de niveles magistral, que si bien ya contaba con una base sobre la que construirse, ha sabido perfeccionar lo que ya existía. La conexión entre las distintas áreas de cada escenario es intuitiva y orgánica, se trata de un juego que se deja explorar con facilidad, y que llama a que registremos cada camino a conciencia.

Un Leon con 20 años más de entrenamiento de combate

El otro gran logro de Resident Evil 4 Remake y el que, en mi opinión, hace más que valido el “refrito”, es la mejora en la jugabilidad y la acción. El combate, en ritmo y posibilidades, son sencillamente exquisitos, y nos harán disfrutar como locos cada vez que nos enfrentemos a un grupo nutrido de enemigos. Sí, el gran cambio en este sentido es la movilidad de Leon. Ya no tendremos que pararnos para apuntar y disparar, y podremos doblar esquinas sin dejar de correr y sin parecer un camión de basura girando en una curva cerrada, pero eso es solo una parte de las mejoras. Se ha implementado un sistema de parrys para desviar y contraatacar casi cualquier ataque enemigo con nuestro cuchillo. En consecuencia, el cuchillo se desgastará hasta quebrarse, y tendremos que repararlo en la tienda. No obstante, también obtendremos cuchillos desechables por el mundo, que podremos usar con esta finalidad, o también para aprovechar el sistema de sigilo y eliminar enemigos en silencio. Todas estas nuevas habilidades motrices de Leon, así como la potencia de fuego de nuestras armas, se verán enfrentadas a un plantel de enemigos más variado, numeroso y agresivo. Los enemigos nos rodearán sin miramientos, atacarán más rápido e incluso nos sujetarán por la espalda para que otros nos asesten un buen golpe. Además, los ataques se sentirán más contundentes y duros, con animaciones realistas que dejarán a Leon aturdido durante algunos segundos. El resultado global es un combate tremendamente satisfactorio en el que sacar partido a nuestra potencia de fuego en un festival de diversión pura.

Más serio, pero la misma cara de póker

Los días en el pueblo solían ser muy repetitivos. Levantarse, trabajar la tierra, a la espera de que los cultivos se apiadasen de uno y le recompensasen con algo que llevarse a la boca para la llegada del frío y la siguiente estación. Una vez terminada la noble labor, arrastrar las cansadas piernas a la plaza para compartir un rato con el resto de los convecinos. Dormir y repetir, como si el resto del mundo no existiese (porque no existe, realmente).

Cuanto más estable se vuelve una rutina, más fácil es sorprenderse con la aparición de cualquier elemento exógeno a esta. Imaginad pues, que este factor sorpresa no es otro que la aparición de una suerte de Carlos Baute decidido a recoger a no sé qué niña de no sé qué país y a abrirse paso patada giratoria mediante. La historia de Resident Evil 4 siempre ha sido una ida de olla. Mentiría si dijera que la saga siempre se tomó a sí misma en serio, de hecho, parte de su esencia viene de emular los tropos cómicos del cine de terror de serie B, con la aparición repentina de gags y clichés ciertamente estúpidos destinados a romper con la tensión del momento. Pero al mirar con más detalle el recorrido de Leon por Europa, nos encontramos con una historia que te regala un momento “sándwich de Jill” por cada paso.

Mucho ha llovido desde 2005 y la forma en la que nos sumergimos y disfrutamos de la narrativa de un título ha cambiado también. Las buenas historias no son algo nuevo, pero el crecimiento exponencial del medio, así como la mayor facilidad para compartir y recomendar ha permitido que nos crucemos con una biblioteca inmensamente mayor en comparación a aquellas de las que podíamos disfrutar antaño. Además, Resident Evil 4 siempre ha tenido un renombre especial en la península. El hecho de que un juego de una de las sagas más famosas de todos los tiempos se centre en Españita es algo que no pasa por alto.

Sólo puedes amar u odiar esta situación. Esta segunda opción pasa por todo aquel que observó decepcionado como el trabajo de investigación y localización para la construcción del mundo del videojuego se frenaba una vez detallado el sistema monetario (también algo desfasado). Las pesetas, retiradas de circulación unos años antes de la llegada de Leon, conforman la única unión real con España. Pero más allá del error temporal con la moneda, fue el ganado la diana principal tanto de la crítica como de la adulación.

“Detrás de ti, imbésil”. Esta frase no envejecerá nunca. El hecho de que la población autóctona de la zona optase por abandonar los dialectos de la región y decidiese expresarse con uno propio de Latinoamérica ha sido duramente criticado por una parte de la audiencia. Pero por encima de todo, ha conseguido generar la suficiente cantidad de memes y situaciones absurdas para declarar la participación de la comedia como actor principal en la trama.

Enfrentarse a esta situación a la hora de diseñar un remake era una tarea bastante complicada. Desde el momento en el que supimos por primera vez de la existencia de esta nueva versión, allá por el verano de 2022, cuando la hierba era más verde y las emociones más sabrosas, la pregunta más habitual era sobre qué harían con la dichosa frasecita. Como no podía ser de otra forma, la mayor declaración de intenciones ha venido de las manos responsables de mantenernos en tensión en todo momento, esquivando hachas, puñaladas o incluso dinamita: el ganado.

Disculpe ilustre caballero, pero me temo que un peligro acecha desde una posición adversa a la que se encuentra contemplando

Al igual que el resto de personajes, es posible disfrutar de una perfecta localización al español de boca de nuestros viejos enemigos. Abandonando dejes ajenos, los aldeanos y convecinos suenan esta vez mucho más molestos y todavía más intimidantes. El eco de nuestras pisadas volverá a estar acompañado una vez más de esa suerte de mantras que solíamos escuchar en casi todo momento, donde muchas de las frases originales se mantienen, ligeramente transformadas al dialecto local. La llegada al título para alguien ajeno a su versión original puede ser muy distinta de la que nosotros disfrutamos hace ya casi 20 años.

De la misma forma que los remakes anteriores, así como la séptima y octava entrega, la saga Resident Evil ha apostado por elevar el nivel de seriedad (sin pasarse nunca) para ofrecer una experiencia más madura. Por suerte o por desgracia, uno de los survival horror más famosos de la historia no se ha cruzado con el olvido generacional todavía, y pese a los estándares actuales, hemos sido incapaces de aguantar la risa floja. No he podido entrar a Resident Evil 4 con la misma actitud con la que entré en su momento al 7 y al 8. Quizás fuese la cámara en primera persona, o la primera hora de la séptima entrega, pero siempre me sentí dentro de un juego de terror.

En esta ocasión, quizá culpa mía, he entrado dispuesto a arrasar con todo. ¡Dónde está la motosierra, que tengo que practicar mis parrys! Un Leon todavía más fuerte, todavía más malote que el original, era todo lo que podía ver. A esta situación se le suma el hecho de que en muchas ocasiones los enemigos vengan en grandes oleadas, igual que en la entrega original. Es discutible cuanto tiene de survival horror el título cuando estamos abriendo agujeros de escopeta en el pecho de todo el censo local, pero que me aspen si no lo he disfrutado como un chiquillo.

Tal vez, no todo pueda ser terror en su máximo exponente. Tal vez, no haya que llorar al perder cada bala. Tal vez, las patadas giratorias y las volteretas tengan su lugar en la saga con una mayor presencia de lo que podríamos haber pensado. He pasado un gran tiempo jugando a Resident Evil 4, tanto por todo lo que nuevo que he podido jugar en él como por todos esos momentos que he vuelto a vivir. Y me he reído, más de la cuenta, posiblemente culpa de todas esas tonterías que tenía en la cabeza, de otros tiempos y fruto de otros chistes. Y me ha gustado, mucho. Caray, quién quiere tomarse en serio a sí mismo cuando puede tomar la fresca.

Una perfecta mirada al pasado desde la óptica actual

Resident Evil 4 Remake es un título que ha sabido adaptarse a lo que viene cocinando la franquicia en los últimos años y, al mismo tiempo, mantener la identidad que lo hizo brillar en 2005. Una combinación ganadora de jugabilidad y ambientación, con un ritmo y un diseño de niveles medidos con precisión de cirujano. El único pero que se le puede poner es la ausencia de algunas zonas interesantes del original, pero que compensa con algunos añadidos nuevos. Un must para los amantes de la saga, para los amantes del original y para los que nunca hayan probado un Resident Evil, porque estamos ante un título, ante todo, disfrutable. Un juego consciente de lo que es y cuyo foco principal es el disfrute a los mandos. Capcom sigue en ese estado de gracia del que no se ha bajado desde Resident Evil VII, y esperemos que siga así.


Este análisis ha sido realizado con una clave de descarga facilitada por PLAION España y con una copia adquirida por la redacción.